Carlos Sainz se despide del Dakar
Un problema en la carcasa de la caja de cambios le deja tirado en medio de la etapa y dice casi adi¨®s al t¨ªtulo
No le hac¨ªa demasiada ilusi¨®n haber ganado la etapa previa. No le gustaba el hecho de haber sido el m¨¢s r¨¢pido de su categor¨ªa y tener que salir mezclado con algunas motos y camiones en el comienzo de la etapa de ayer entre Bel¨¦n y La Rioja, bautizada como ¡°S¨²per Fiambal¨¢¡±, que suena como un n¨²mero circense sin demasiado carisma. Sin embargo, Carlos Sainz la noche del lunes transmiti¨® ante la prensa una imagen diferente, de hombre tranquilo y confiado en que le serv¨ªa de coartada por si despu¨¦s las cosas le ven¨ªan mal dadas. Como si las oliera.
Sainz no olvida su estampa en la edici¨®n de 2015. Entonces contaba con un coche en pa?ales, un proyecto con muy buena pinta pero con poca masa. Una tarta de aspecto aparente pero con ingredientes demasiado experimentales (un veh¨ªculo tan alto y estrecho que volcaba con facilidad). Aquel coche nunca termin¨® de convencerle ¨C¡°No me divert¨ªa nada¡±, asegur¨® hace poco el espa?ol-, y cuando parec¨ªan algo m¨¢s acaramelados, el Peugeot se estamp¨® de frente contra una piedra de algo m¨¢s de un metro de altura durante la quinta etapa en Antofagasta.
Desde entonces en la cabeza de Sainz no hab¨ªa otra cosa que evitar el mismo aburrimiento un a?o despu¨¦s. Trabaj¨® m¨¢s que ning¨²n otro piloto de la marca francesa en el desarrollo del coche. Hizo kil¨®metros y kil¨®metros y hasta envi¨® bocetos a Michelin de c¨®mo deber¨ªan ser los neum¨¢ticos para que el dos ruedas motrices pudiera alcanzar en velocidad a los 4x4, al Mini, el rival a batir. Pero las m¨¢quinas no tienen memoria y no entienden de caricias. Ni siquiera de quien las ha intentado mejorar m¨¢s que nadie.
De hecho Peugeot, que era consciente de que su experimento fallaba incluso sin salir del garaje, ni siquiera hizo caso, al menos inicialmente, a la petici¨®n de Sainz de que un t¨¦cnico de su confianza evaluara el veh¨ªculo y estableciera una serie de directrices a partir de las cuales conseguir que un coche de esas caracter¨ªsticas fuera verdaderamente competitivo.
Ayer no fue una piedra ni ning¨²n elemento colocado por capricho de la naturaleza, siempre tan oportuna. Fue la mec¨¢nica. Esa ciencia estudiada hasta el detalle y que devora horas de sue?o a decenas de mec¨¢nicos durante semanas. La carcasa de la caja de cambios del DKR 2008, una bestia alejada de ese recuerdo gelatinoso del a?o anterior, se parti¨®, dejando a Sainz y a Lucas Cruz, su copiloto, con el gesto impert¨¦rrito, estancado, sabedores de cualquier oportunidad de conseguir la victoria acababa de desaparecer.
Fue la puntilla a una cat¨¢strofe que ya se hab¨ªa asomado en un par de ocasiones. Antes de que llegara el mazazo definitivo con la rotura de la caja de cambios, un pinchazo cerca del primer punto de control les hab¨ªa obligado a detenerse bajo el sol abrasador de La Rioja. Tocaba reparar de nuevo un coche con el que hab¨ªan sufrido problemas con el hinchado de los neum¨¢ticos. Era el en¨¦simo pinchazo que sufr¨ªan en lo que va de Dakar, circunstancia tan previsible como turbadora. Mucho peor result¨® que una vez alcanzado el kil¨®metro 174 de los 278 iniciales que compon¨ªan la especial, recortados despu¨¦s a 274 por el crecimiento descontrolado de un r¨ªo, se quedaran encallados en la arena. Aun as¨ª, en algo menos de dos minutos sacaron las planchas para deshacer el amarre, y consiguieron reanudar la marcha.
Pero cuando la arena te pone a prueba y te revelas, todo puede ocurrir. Y le ocurri¨®. El dolor de Sainz, bien escondido en su interior, encontr¨® por fin un motivo fiel para perder el control. Ni siquiera cuando su Peugeot se par¨® en la segunda etapa sin motivo aparente ¨Cy que hoy en d¨ªa sigue siendo un misterio-, haci¨¦ndole perder m¨¢s de 13 minutos hasta que por arte de magia decidi¨® volver a arrancar, se hab¨ªa dado una circunstancia tan propicia para el desarme emocional.
El panorama en el que quedaron ambos, solos en medio del arenal, ¨²nicamente contemplaba tres opciones. La primera, y m¨¢s optimista, que el ¨²nico Peugeot que se encontraba por detr¨¢s de ¨¦l, el de S¨¦bastien Loeb, se detuviera a remolcarles. Algo que no sucedi¨®. En segundo lugar, que una vez alcanzados por el cami¨®n de asistencia, entre todos, fueran capaces de reparar los desperfectos del veh¨ªculo. Algo que tampoco ocurri¨®. Y finalmente, la m¨¢s probable, y la que acab¨® ocurriendo, que el propio cami¨®n fuera el que les remolcase hasta el final de la especial y despu¨¦s al campamento en La Rioja. Est¨¢ por ver si a su llegada al v¨ªvac Peugeot decide reparar el veh¨ªculo o da por finiquitada la aventura dakariana de Sainz. De confirmarse su abandono, ser¨ªa la quinta ocasi¨®n en la que Sainz no completa la carrera y se dar¨ªa la curiosidad de que dir¨ªa de nuevo adi¨®s en La Rioja, donde ya lo hizo en 2009, tras caer dentro de un agujero, tambi¨¦n cuando part¨ªa como l¨ªder de la general.
Los Mini, dominadores las ¨²ltimas cuatro ediciones, no parecen capaces de recortar diferencias con los veh¨ªculos franceses de Peugeot
De cualquiera de las maneras el monto total de tiempo perdido ¨Cabandono al margen- sepulta todas las posibilidades de Sainz para reengancharse a una carrera a la que le quedan tan solo tres etapas. El principal beneficiado por la eliminaci¨®n del espa?ol es el franc¨¦s St¨¦phane Peterhansel, que se adjudic¨® la victoria de etapa, la tercera en su cuenta particular, y que circula directo a por su 12? t¨ªtulo (suma seis en moto y cinco en coches). M¨¢s aun cuando su inmediato perseguidor en la general, Nasser Al Attiyah, ocupa la segunda plaza a una hora de Monsieur Dakar.
Los Mini, que han dominado la carrera durante las ¨²ltimas cuatro ediciones (las de 2012 y 2013 se las adjudic¨® el propio Peterhansel) y que eran dos segundos por kil¨®metro m¨¢s r¨¢pido que el Peugeot del a?o pasado, no parecen capaces de recortar diferencias con los veh¨ªculos franceses, ya que no se han mostrado superiores en ning¨²n terreno, fuera propicio o no para sus condiciones.
De ah¨ª la amargura de un Sainz que sin Loeb, fuera de juego tras su accidente en la octava etapa, con Peterhansel por detr¨¢s, y los Mini fuera de juego, tuviera ante s¨ª la mejor de las oportunidades para volver a ocupar el caj¨®n m¨¢s alto del podio de Rosario. Pero esto es el Dakar, bien lo sabe ¨¦l, y fantasear lleva al desastre. Sainz no lo hizo, lo respet¨®, trat¨® de soportarlo sin aspavientos, pero no lo logr¨®. La Rioja se lo trag¨® entero, otra vez.
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