Torres, en la puerta de salida
Deshecho pero en pie, el Atl¨¦tico se dej¨® el s¨¢bado en el Camp Nou un buen pu?ado de sus posibilidades de ganar la Liga. All¨ª cay¨® contra el Bar?a, que en caso de cumplir con el pron¨®stico en el partido que tiene aplazado ante el Sporting pondr¨ªa un desierto de distancia con el equipo rojiblanco y el Real Madrid en lo alto de la clasificaci¨®n. Era el Camp Nou uno de esos lugares donde Fernando Torres hab¨ªa sacado brillo a su prestigio. Era su estadio fetiche. All¨ª, en la temporada 2004-2005, logr¨® los dos goles con los que el Atl¨¦tico derrot¨® 0-2 al Bar?a. Una temporada despu¨¦s marc¨® otros dos en la victoria 1-3 de su equipo, la ¨²ltima conseguida por el cuadro rojiblanco en tan c¨¦lebre escenario. Pero su gol m¨¢s recordado lo firm¨® seis a?os m¨¢s tarde, en la semifinal de la Champions de 2012, cuando vestido con la camiseta del Chelsea protagoniz¨® la carrera interminable, ¨¦l solo recorriendo el c¨¦sped entre un silencio estruendoso, dando la sensaci¨®n de que en cualquier momento se desmoronar¨ªa contra el suelo. Pero sigui¨® en pie quien nunca dejar¨¢ de ser El Ni?o, imparable, ya con Vald¨¦s rebasado y el bal¨®n en la red. Aquel gol supuso el punto final del casi intocable grupo de Guardiola, que semanas despu¨¦s dec¨ªa adi¨®s a un banquillo en el que lo hab¨ªa ganado todo.
Un nuevo partido vital para el Atl¨¦tico, el del Camp Nou, y all¨ª no estaba Torres. Estaba en su casa viendo la victoria azulgrana (2-1) por televisi¨®n. All¨ª fue donde le dej¨® Simeone, que ha perdido por completo la fe en ¨¦l. Y eso que fue el t¨¦cnico quien hizo lo imposible porque hace poco m¨¢s de un a?o Torres volviera a su casa, al Atl¨¦tico. Su regreso fue atronador. No ya porque la afici¨®n decretara varios d¨ªas de fiesta nacional, sino porque a las primeras de cambio, gracias a dos goles suyos en el Bernab¨¦u, el Atl¨¦tico despidi¨® al Madrid de la Copa del Rey.
Visto lo visto, est¨¢ claro que Simeone no quiere a Torres en su plantilla. Y no se puede decir que los n¨²meros contradigan esa decisi¨®n. Desde su regreso, El Ni?o, con m¨¢s voluntad que acierto, ha disputado 50 partidos y ha marcado seis goles. El Atl¨¦tico tiene hasta hoy para negociar su traspaso con el Milan, su propietario. De no hacerlo, y a no ser que el club pueda fichar en junio, Torres volver¨ªa a Italia. Con ¨¦l se ir¨ªa, de nuevo, un icono, uno de esos futbolistas a los que la afici¨®n tiene en una hornacina por m¨¢s que sus prestaciones deportivas hayan sido inferiores, pero muy inferiores, a las de, pongamos, G¨¢rate. Pero es el Atl¨¦tico un club que, igual que su afici¨®n, guarda un respeto reverencial por sus s¨ªmbolos. Una afici¨®n que no duda en exagerar su mitoman¨ªa (no hay m¨¢s que ver la despedida a Ra¨²l Garc¨ªa) y que hace patria con sus futbolistas. A uno le recuerda mucho al Madrid, como demuestra la apoteosis vivida en la despedida de... s¨ª, hombre, ?c¨®mo se llamaba ese chico que llevaba el n¨²mero 7? ?El tirillas que en 15 a?os lo gan¨® absolutamente todo? O la de Casillas, a quien el hartazgo por el griter¨ªo que hab¨ªa a su espalda empuj¨® a largarse en brazos del primer postor serio que llam¨® a su puerta.
Ni estuvo Torres el s¨¢bado en el Camp Nou ni se le espera ya, al menos con la camiseta del Atl¨¦tico. As¨ª lo quiere Simeone y en su derecho est¨¢. Como en su derecho est¨¢ la afici¨®n de corear el nombre del futbolista y buscarle un sitio en su particular santoral, que es lo que se acostumbra a hacer a orillas del Manzanares con quien consideran uno de los suyos. Por mucho que le duela el adi¨®s, no se ver¨¢ a Torres echar espuma por la boca o escribir mensajes incendiarios en las redes. ?l dar¨¢ las buenas noches, cerrar¨¢ la puerta y se ir¨¢ sin hacer ruido, que es lo que hacen las leyendas.
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