Zidane, efecto adrenal¨ªnico
Dirigentes y empleados del Madrid coinciden en que el equipo reaccion¨® merced a la capacidad del t¨¦cnico para persuadir a profesionales que de ni?os le adoraban
Hay futbolistas que nunca consiguen ver a sus entrenadores como otra cosa que empleados a su servicio. Ese fue el tratamiento que Cristiano Ronaldo dispens¨® a Pellegrini, Mourinho, Ancelotti, y, por supuesto, Rafa Ben¨ªtez. Hasta que lleg¨® Zidane, su actitud hacia los jefes fue, en el mejor de los casos, cordial. Ahora los empleados del club ven a Cristiano presa de la misma fiebre adrenal¨ªnica que ha elevado la actividad del equipo hasta transformar su juego. Es, al menos de momento, el efecto del trabajo de Zidane. Una labor menos reconocible por el modelo de adiestramiento que por la persuasi¨®n carism¨¢tica.
Hasta Cristiano, el menos proclive a romper la membrana de su yo para atender realidades ajenas, parece haber sucumbido al encanto. Dicen algunos de sus compa?eros que nunca vieron al portugu¨¦s asentir a las indicaciones de un entrenador con el lenguaje gestual de quien se sit¨²a en una jerarqu¨ªa inferior. En el club especulan con que Cristiano, como la casi totalidad de la plantilla, fue un ni?o mit¨®mano. Y el ¨ªdolo que capt¨® su atenci¨®n en los a?os m¨¢s tiernos fue Zidane.
Cristiano y Modric ten¨ªan 13 a?os cuando Zidane alz¨® la Copa del Mundo en 1998 y cumplieron 16 cuando meti¨® el gol de Glasgow, en 2002. Salvo el veterano Arbeloa, en 1998 los dem¨¢s integrantes del plantel madridista ten¨ªan entre tres y once a?os. La edad de la ingenuidad. La edad esencial en que se conforman los sue?os que forjan al profesional. Cuando Zidane les habla no escuchan al entrenador, sino a la inspiraci¨®n que transform¨® su vida. No le creen porque los convenza. Le creen porque son sus ac¨®litos. Una generaci¨®n de creyentes. La ¨²ltima a la que el franc¨¦s podr¨¢ dirigirse en estos t¨¦rminos. Los chicos del Castilla solo saben de sus haza?as de o¨ªdas.
"Los jugadores flipan", dice un testigo de los entrenamientos de Valdebebas, que han sido todos, menos uno, a puerta cerrada para socios, p¨²blico y prensa. Incluso los que juegan menos, como Casemiro, V¨¢zquez o Kovacic, se rindieron a la corriente de fanatismo. La energ¨ªa que ha conseguido inyectar Zidane es solo equiparable a su propio entusiasmo por hacerse cargo del primer equipo. Aseguran en el club que se emocion¨® tanto al conocer su nombramiento que corri¨® a ocupar el despacho del entrenador sin reparar en que Rafa Ben¨ªtez todav¨ªa no hab¨ªa recogido sus objetos personales. El t¨¦cnico saliente fue por la ma?ana al trabajo y se encontr¨® con el sucesor instalado en sus aposentos.
Zidane parece feliz. Sus mensajes resultan siempre optimistas, con una tendencia a la uniformidad que contrasta con la naturaleza cambiante de los interlocutores. Observan en el vestuario que, comparado con Ben¨ªtez, Ancelotti o Mourinho, es m¨¢s proactivo en la arenga pero su capacidad de an¨¢lisis del adversario, lo mismo que de las condiciones de sus jugadores, resulta limitada. Habla de los puntos flacos y las virtudes del Granada como de los puntos flacos y las virtudes del Depor, el Espanyol, el Sporting, o el Betis. Cuando pasa la mano por encima del hombro de Bale o de Benzema, les anima con ideas m¨¢s emotivas que t¨¦cnicas, y casi nunca destaca la necesidad de mejorar detalles nuevos. Su punto de vista resulta tan banal como excitante.
La reacci¨®n entusiasta del Madrid en el mes de enero y la racha de cuatro partidos invicto es el resultado de un extraordinario periodo de mitificaci¨®n. Un dirigente del club explicaba esta semana que probablemente nos encontremos ante el ejemplo m¨¢s extremo de equipo que eleva el nivel competitivo por efecto del carisma de su l¨ªder, al margen de nociones t¨¢cticas o metodol¨®gicas. La pregunta que se hacen en los despachos es intrigante: "?Hasta d¨®nde se puede llegar solo con la m¨ªstica en pleno siglo XXI?". En la era de los t¨¦cnicos cient¨ªficos, Zidane se presenta como la alternativa m¨¢gica.
"?Qu¨¦ clase que ten¨¦is!", exclama ante los jugadores, entre muchas otras frases que, en boca de cualquier otro, provocar¨ªan la m¨¢s absoluta indiferencia, cuando no la chanza. Extasiado en medio de los partidillos, Zidane invita a los chicos a cuidar el bal¨®n y ellos, obedientes, se esfuerzan por gratificarlo con devoci¨®n pueril.
Dice Marcelo Bielsa que el ¨²nico ingrediente imprescindible del f¨²tbol es el entusiasmo. Si por algo se ha caracterizado este Madrid de Zidane es por la superproducci¨®n de adrenalina.
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