Terapia escocesa para Inglaterra
El ¡®XV de la Rosa¡¯ retiene por octavo a?o la Copa Calcuta y se rehace de su fiasco mundialista


Apeado en bloque de las semifinales del pasado Mundial, el cl¨¢sico del norte lidia con la etiqueta del descenso simb¨®lico a una segunda divisi¨®n del rugby. Y all¨ª est¨¢ Inglaterra, la uni¨®n con m¨¢s recursos y jugadores, la misma que apenas esgrime un entorchado desde 2003. Le tocaba volver a empezar al XV de la Rosa, capaz de esconder cualquier incertidumbre mediante un rival al que ha transformado en certeza. Volvieron a conquistar Murrayfield; anta?o tierra hostil, simple rutina en el presente. Aunque Escocia tuvo argumentos, sus progresos no pasaron de lo potencial y la Copa Calcuta se queda por octavo a?o seguido en las vitrinas inglesas.
Escocia, 9; Inglaterra, 15
?rbitro: John Lacey (Irlanda). Sin amonestaciones.
Ensayos: Kruis y Nowell para Inglaterra. Owen Farrel transform¨® el primero de ellos.
Golpes de Castigo: Laidlaw (3) por Escocia; Farrell (1) por Inglaterra.
Pocos himnos prenden m¨¢s que la segunda estrofa del Flower of Scotland, ese instante en el que la melod¨ªa abraza el silencio y deja paso al estruendo coral de la grada. No se dejar¨ªan intimidar los ingleses, contundentes de inicio ante una Escocia que se limit¨® al fuego de corto alcance. La primera apuesta t¨¢ctica del australiano Eddie Jones como seleccionador pretend¨ªa encajonar a los escoceses a patadas, con dos aperturas sobre el c¨¦sped, por m¨¢s que Owen Farrell se desempe?ara como centro. Sobrevivi¨® el XV del Cardo a un saque de touch errado en su 22, apenas un consuelo. El zaguero Stuart Hogg captur¨® una patada envenenada del ala ingl¨¦s Jack Nowell, pero no pudo evitar el placaje en su zona de marca. Con las camisetas blancas a cinco metros, el segunda George Kruis noque¨® al raso al defensor rumbo al ensayo.
Ni un instante tard¨® en reaccionar Escocia, tan capaz de ganar metros como de indultar al rival cuando tocaba canjear los puntos. Los locales transformaron el dominio ingl¨¦s en irrelevancia con la valent¨ªa de Hogg, una suerte de guillotina blandiendo mantequilla. El agobio llevar¨ªa a la indisciplina a los ingleses, que limitaron da?os a dos golpes certeros de Greig Laidlaw. El juego a¨¦reo escoc¨¦s pas¨® de debilidad a fortaleza; su guarnici¨®n plac¨® con estupor a George Ford tras un bal¨®n llovido del cielo y el apertura Finn Russell fabric¨® una patada medida a la ¨²ltima l¨ªnea de reserva. Tanto m¨¦rito para sucumbir en la frontera, ya fuera por el robo oportuno, una patada marrada de Laidlaw o por no secundar la ruptura que pareci¨® definitiva de John Hardie al filo del intermedio (6-7).
Retomar¨ªan el pulso los ingleses, rearmados con munici¨®n a¨¦rea. Y es que la utilidad del pie es incalculable. As¨ª se zafaron de la presi¨®n, enviando un proyectil al coraz¨®n del campo rival que Hogg tuvo que patear asfixiado a la banda. Tambi¨¦n sirve para testar los nervios de la defensa a la hora de embolsar el oval en plena emboscada. A su pesar, aceptaron la invitaci¨®n los escoceses. As¨ª, el XV de la Rosa maniobr¨® a placer en la zona noble local y engras¨® el juego a la mano para habilitar el sprint final de Nowell, toda una esperanza en el costado.
La herida pudo ser peor para los locales, que se mantuvieron a una anotaci¨®n gracias a dos patadas escoradas falladas por Farrell, incordiado por una pitada impropia de un deporte que rinde culto al silencio. Tal fue el estruendo que los monitores del estadio exigieron respeto, con un ¨¦xito relativo. En el c¨¦sped, las camisetas azules hab¨ªan perdido chispa. Les quedaba el instinto de supervivencia para birlar al rival un oval que se tem¨ªa definitivo. Argumento siempre cortoplacista, pues con los ingleses en su territorio era inevitable que Farrell acabara encontrando palos y abriendo brecha.
Los escoceses se exigieron con sus propios errores la redenci¨®n de la ¨¦pica. Opositaron en lo matem¨¢tico, reduciendo la diferencia a seis puntos, ese margen abatible con un ensayo convertido, pero la gloria no lleg¨® a vislumbrarse. Los ingleses, que dejaron morir el choque en campo rival, abandonan la casilla cero con una sonrisa. A la meritoria Escocia, concsiente de su capacidad, la esperan nuevos remordimientos.
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