Carolina Mar¨ªn: ¡°El dolor es algo beneficioso¡±
La bicampeona del mundo de b¨¢dminton afronta uno de los a?os m¨¢s importantes de su carrera con la mente puesta en los Juegos
Con unos Juegos Ol¨ªmpicos en cinco meses, Carolina Mar¨ªn (Huelva, 22 a?os) no tiene tiempo para nada m¨¢s que entrenar. Su semana, salvo el s¨¢bado por la tarde y el domingo, transcurre entre la pista de b¨¢dminton, el fisioterapeuta y el gimnasio. Es el precio de intentar colgarse un oro en R¨ªo y de mantener su condici¨®n de n¨²mero uno. Luce dos tatuajes, uno en su mu?eca izquierda con los anillos ol¨ªmpicos y otro en el pie con su nombre en tibetano. ¡°Estoy muy orgullosa de que mis padres me pusieran el nombre de una de mis abuelas¡±, explica al concluir la entrevista.
Pregunta. ?Le compensa tener tan poco descanso?
Respuesta. Ahora mismo no me merece la pena el descanso. Por delante tengo los primeros torneos de la temporada y unos Juegos Ol¨ªmpicos. El descanso vendr¨¢ despu¨¦s de R¨ªo.
P. ?Entrenarse tanto es un sacrificio?
R. El deportista, cuando tiene claros los objetivos, sacrifica muchas cosas. Ahora tengo claro que he de sacrificar los descansos por algo que realmente quiero, que es una medalla en los Juegos.
P. ?Ha aprendido a convivir con el dolor?
R. El dolor es algo beneficioso. Es as¨ª porque haces lo que te gusta y entrenas muchas horas. ?Es doloroso? Pues s¨ª. Pero como es algo que te gusta no ves el dolor como negativo, sino como positivo, como que te recompensa por lo que haces. Es una molestia aguantable.
P. ?Alguna vez ha entrenado sin molestias?
R. Puf. Al principio, cuando vine, te dir¨ªa que s¨ª. Ahora, no. Son ya muchas cargas, muchas horas, vas tirando y al final tienes siempre algo que te molesta. Con esas molestias tengo que seguir entrenando. Si las tengo en una competici¨®n, no me puedo rendir. Al d¨ªa siguiente tengo que seguir jugando.
P. ?Alguien le fija el umbral del dolor?
Suelo aguantar mucho dolor. Creo que m¨¢s de la cuenta o de lo que deber¨ªa. Soy as¨ª, nadie me dice nada
R. Suelo aguantar mucho. Creo que m¨¢s de la cuenta o de lo que deber¨ªa. Soy as¨ª. Nadie me dice nada. Yo misma me fijo el umbral, hasta que veo que no puedo m¨¢s. Aguanto bastante, no soy nada quejica. A veces aguanto demasiado el dolor.
P. ?Le da igual de qu¨¦ metal sea la medalla?
R. No, no me da igual. Lo primero es conseguirla, pero por supuesto que va a ser de oro.
P. Est¨¢ muy convencida.
R. Lo tengo que estar para entrenarme ocho horas al d¨ªa [risas].
P. ?Se siente m¨¢s presionada por exigirse un oro?
Cuando me dijeron que me ofrec¨ªan esta oportunidad, le dije a mis padres que quer¨ªa intentarlo, pero la decisi¨®n la ten¨ªan que tomar ellos
R. La presi¨®n depende de c¨®mo la controles. ?ltimamente la llevo bien. Los objetivos son claros y entrenamos tambi¨¦n c¨®mo gestionar la presi¨®n. A las competiciones se va a recoger lo que se entrena.
P. Lleg¨® con 14 a?os al Centro de Alto Rendimiento de Madrid. ?C¨®mo es la vida en la residencia?
R. Me cost¨® adaptarme. Cuando llegu¨¦, viv¨ª seis meses en la residencia antigua. ?Era peor que la c¨¢rcel!
P. ?Por qu¨¦?
R. Eran habitaciones muy peque?as, de apenas cinco metros cuadrados. Ten¨ªan una cama, un trocito de escritorio y armarios. Solo hab¨ªa un lavabo y el v¨¢ter era comunitario. Todo muy fuerte. No s¨¦ ni c¨®mo mis padres me pudieron dejar all¨ª.
P. ?No lo sab¨ªan?
R. En realidad, no¡ y yo tampoco. Sab¨ªamos que era la residencia vieja, pero no que tuviera esas condiciones. En mi casa, que soy hija ¨²nica, ten¨ªa todo para m¨ª. Afortunadamente, solo fueron unos meses. La residencia nueva es una maravilla.
P. ?Extra?aba estar en casa?
R. Para m¨ª era una oportunidad ¨²nica. Ten¨ªa que aceptarla s¨ª o s¨ª.
Un d¨ªa malo que tenga, me mosqueo, me voy a la habitaci¨®n y no me puede hablar nadie
P. ?Tuvo que convencer a sus padres?
R. Yo lo ten¨ªa muy claro. Cuando me dijeron que me ofrec¨ªan esta oportunidad, les dije que quer¨ªa intentarlo, pero la decisi¨®n la ten¨ªan que tomar ellos porque era menor.
P. ?Recuerda esas conversaciones?
R. Tuve una charla con un directivo de la Federaci¨®n, que fue quien me propuso venir. Me hizo ilusi¨®n porque no me lo esperaba. Luego habl¨® con mis padres y conmigo; y mis padres lo dudaron mucho. Era normal, piensa que iban a mandar a su ¨²nica hija a 600 kil¨®metros de casa. Cuando tomaron la decisi¨®n y me dejaron aqu¨ª, mi madre me cont¨® que mi padre se pas¨® todo el viaje de vuelta llorando.
P. ?Echa algo de menos?
R. No, porque disfruto de lo que hago, me siento afortunada.
P. Dice que tiene mucho car¨¢cter. ?Le limita?
R. En muchas ocasiones, s¨ª. Quiero rozar la perfecci¨®n. Un d¨ªa malo que tenga, me mosqueo, me voy a la habitaci¨®n y no me puede hablar nadie. Cuando digo nadie, es nadie. Apago el m¨®vil y a veces me he llegado a cabrear tanto que, a las nueve de la noche, cuando llego a la habitaci¨®n, me duermo. Me acuesto y digo que no quiero saber nada de nadie. Me pongo a llorar o lo que sea.
P. ?Y nadie le ayuda a que se le pase el cabreo?
R. No. Prefiero estar sola y que se me pase. Si alguien me habla en ese momento, es peor.
No tengo nada pactado en un principio, pero si gano el oro, me gustar¨ªa llev¨¢rselo a la virgen del Roc¨ªo
P. ?Se ha llegado a enfadar en medio de una competici¨®n?
R. S¨ª. En las semifinales del ¨²ltimo Mundial [gan¨® en el ¨²ltimo set] sal¨ª muy cabreada. El protocolo que tengo con Fernando, mi entrenador, es sentarme con ¨¦l y contarle c¨®mo ha ido el partido. Ese d¨ªa estaba muy cabreada porque podr¨ªa haber perdido perfectamente. Le dije a Fernando que no me hablara en ese momento, que prefer¨ªa estar sola. Me pas¨¦ toda la noche llorando y eso me ayud¨® a liberarme y ganar el Mundial.
P. Si gana una medalla en R¨ªo, ?ha hecho alguna promesa?
R. No tengo nada pactado en un principio, pero si la gano, me gustar¨ªa llev¨¢rsela a la virgen del Roc¨ªo.
P. ?Es creyente?
R. Lo soy, aunque no practicante. Me gusta mucho la virgen, como a casi todos en Huelva. Con mi padre suelo ir a verla con las romer¨ªas.
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