Gallina en piel
Johan Cruyff fue un visionario, un genio que ignoraba la l¨®gica y hasta un consentido de la gloria
Vaya por delante que hay que ser muy osado, temerario incluso, para pretender siquiera despedir a los mitos, para los que nunca hay bi¨®grafo a la altura. M¨¢s a¨²n cuando se trata de alguien que trasciende a la dimensi¨®n de su personaje, por muy extraordinaria que esta sea. Porque Johan Cruyff no fue solo un futbolista de un Olimpo exclusivo y no solo fue un entrenador de ¨¦poca. Fue, es y ser¨¢ mucho m¨¢s, un visionario, un genio que ignoraba la l¨®gica y hasta un consentido de la gloria, de una gloria que le lleg¨® por el camino m¨¢s dif¨ªcil, por v¨ªas revolucionarias solo al alcance de unos pocos elegidos. Un testamento ante el que es inevitable que se te ponga ¡°gallina en piel¡±, como sol¨ªa decir en su adaptaci¨®n libre del castellano, que para eso era Johan Cruyff hasta con sus quiebros de palabra.
Desde que su madre limpiaba los aseos del estadio del Ajax tras la prematura muerte de su progenitor cuando el peque?o Johan solo ten¨ªa 12 a?os, a este maestro de lo imposible no se le ocurri¨® mejor cosa que convertir el f¨²tbol en lo contrario a la met¨¢fora de su vida infantil. ?l no estaba en este mundo que le hab¨ªa golpeado para ser uno m¨¢s, ni siquiera un grande entre los grandes. Johan Cruyff vino al mundo para ser Johan Cruyff.
Lejos de escudarse en las vicisitudes familiares, El Flaco se rebel¨® contra el destino. Un subversivo en toda regla, henchido de orgullo desde que pis¨® las categor¨ªas inferiores del club de ?msterdam, donde el apellido Cruyff remit¨ªa de inmediato a la humilde limpiadora. Fue su primer gran regate, se plant¨® ante todos y desde el primer d¨ªa se puso dos escalones por encima, nada de complejos. Melenudo y huesudo, se aup¨® sobre todos y, casi con pa?ales, lider¨® la batalla de los jugadores holandeses por el profesionalismo. Porque en el f¨²tbol, Cruyff tambi¨¦n fue sindicalista, presidente, juez, fiscal, profeta, educador infantil, comercial¡
Lo de Cruyff siempre fue f¨²tbol protesta. Era su banda sonora
Tras poner al Ajax y a Holanda en el mapa futbol¨ªstico, en vez de acomodarse en el mundo espumoso de las celebridades, rompi¨® lazos con la selecci¨®n y con su club en pleno apogeo. Dio dos portazos y emigr¨® a Barcelona, entonces una entidad momificada despu¨¦s de haber interiorizado hasta el hueso un pesimismo y victimismo cr¨®nicos. Lleg¨® a la casa azulgrana como un mes¨ªas y hasta impuso por narices el nombre de Jordi a su ¨²nico hijo var¨®n.
Como jugador dej¨® m¨¢s ruido que nueces hasta que discuti¨® con la directiva. Luego, se abanic¨® con Pel¨¦ y Beckenbauer en Nueva York, se rebaj¨® por pasta en el Levante y se veng¨® de su Ajax alist¨¢ndose en el Feyenoord, rival eterno. Para Cruyff, que se las sab¨ªa y se las sabe todas, el f¨²tbol ya era tanto un objeto de pasi¨®n como de consumo. Quer¨ªa, reclamaba siempre, su gobernanza en el f¨²tbol. ?l era el poder ¨²nico, en el c¨¦sped, la caseta, el palco, la Generalitat, el Bernab¨¦u, la Plaza Sant Jaume o la corte de turno.
El f¨²tbol y la vida le cab¨ªan en las botas y en la cabeza, era un simposio andante que no estaba dispuesto a compartir ning¨²n bast¨®n de mando. No hay forma de sujetar en corto a tipos as¨ª, a gente que va siempre en direcci¨®n contraria a los mundanos, sin miedo alguno a los patinazos. Lo sab¨ªa Josep Lluis N¨²?ez, cabecilla de aquellas nomenclaturas que cre¨ªan poder apropiarse de este juego desde el p¨²lpito de la tribuna, del que hac¨ªan su sala de estar.
De un plumazo, Cruyff, que ya hab¨ªa hecho un peritaje socio-pol¨ªtico de Catalu?a, cambi¨® la cara a la instituci¨®n, de repente optimista como ninguna, sacudida toda la caspa. Eso s¨ª, no sin antes pasar por un chalado caprichoso: que si Koeman era un gordinfl¨®n y Stoitchkov un locuelo¡ Que si Ferrer y Sergi eran dos defensas gnomos y Guardiola un monicaco sin regate, disparo y velocidad¡ Y qu¨¦ decir cuando le daba por alinear a Lineker y Julio Salinas como extremos, o a Eusebio y Goicoetxea como laterales en un equipo sin delantero centro, como el Ajax y la Holanda que ¨¦l hab¨ªa capitaneado, o el Bar?a que hoy articula Messi o la selecci¨®n que entronizaron cruyffistas de cuna sin saberlo como Xavi e Iniesta.
Lo de Cruyff siempre fue f¨²tbol protesta. Era su banda sonora, la que logr¨® para el Bar?a y Espa?a una emancipaci¨®n generacional que llev¨® a ambos a la c¨²spide posterior. A nadie deben m¨¢s esos y otros tantos locos bajitos que a este loco tan cuerdo. Con Johan la il¨®gica acab¨® por ser de lo m¨¢s l¨®gica. Ese es su incunable legado, no los t¨ªtulos, Balones de Oro, sus vuelos y cambios de ritmo tan magistrales como pl¨¢sticos. Ni siquiera cabe discutir si merece el pante¨®n de Di St¨¦fano y Pel¨¦. Lo sublime de Johan es que cuando le cre¨ªas escuchar o cre¨ªas interpretar siempre acababas con la ¡°gallina en piel¡±. Con estas l¨ªneas, ayer m¨¢s que nunca uno sinti¨® lo de la piel y la gallina.
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