La Sardana Mec¨¢nica
Desde el gallinero presenciamos el estreno de Johan Cruyff ante el Granada, ignorantes de la trascendencia hist¨®rica que iban a tener el partido, la temporada y el personaje
De pie. En el gol Norte, donde atacaba el Bar?a en las segundas partes, a menos que se rompiera la liturgia en la elecci¨®n de campo. Desde el gallinero presenciamos el estreno de Johan Cruyff ante el Granada, ignorantes de la trascendencia hist¨®rica que iban a tener el partido, la temporada y el personaje. El club estaba sepultado por el fatalismo larvado tras 14 a?os de abstinencia de t¨ªtulos, desmoralizado y, al igual que la sociedad espa?ola del momento, falto de modernidad ¡ªun concepto en boga entonces¡ª, y hasta de color, en la gris vida del tardofranquismo y de la televisi¨®n espa?ola.
Los destellos de Cruyff deslumbraron a los feligreses del Camp Nou desde el primer d¨ªa, desde que bati¨® dos veces a Izcoa en aquel partido que acab¨® 4-0. Se contaban sus goles en aquellos amistosos ante el Kickers Offenbach, el Arsenal y hasta el Orense, montados en parte para que mantuviera ritmo competitivo mientras se solucionaban las trabas burocr¨¢ticas para hacer factible su alineaci¨®n, y en parte para amortizar los 60 millones de pesetas que cost¨® su fichaje.
Su incorporaci¨®n transfigur¨® al equipo que ya dirig¨ªa desde dos temporadas antes Rinus Michels. Su inclusi¨®n dio sentido al encaje de las piezas. La elaboraci¨®n de Juan Carlos y Asensi, el toque de Rexach y Marcial, m¨¢ximo goleador aquella temporada, las carreras por la banda de un extremo reconvertido en lateral como Rif¨¦, los ejercicios de escapismo de Sotil entre la mara?a defensiva rival, todo encaj¨® cuando Cruyff tom¨® mando en plaza. El equipo pas¨® de tener una o dos marchas, a tener cuatro. Empez¨® a parecerse al Ajax del f¨²tbol total e implant¨® la defensa adelantada que tantos fueras de juego provoc¨® a sus rivales en el Camp Nou y tant¨ªsimos quebraderos de cabeza arbitrales supuso en sus partidos lejos de casa.
Aquella temporada, con el colof¨®n del ¡°?Mam¨¢ campeonamos!¡± de Cholo Sotil en Gij¨®n, qued¨® grabada como un hito en la historia del Bar?a
Aquel equipo careci¨® de la continuidad del Dream Team que dirigi¨® despu¨¦s el propio Cruyff, con una Copa de Europa y cuatro Ligas seguidas, o el de Guardiola, o el de Messi y el tridente de ahora. Pero aquella temporada, con el colof¨®n del ¡°?Mam¨¢ campeonamos!¡± de Cholo Sotil en Gij¨®n, qued¨® grabada como un hito en la historia del Bar?a y del f¨²tbol espa?ol. Pocas veces se hab¨ªa disfrutado de un juego tan din¨¢mico, novedoso y efectivo, con la guinda del 0-5 en el Bernab¨¦u.
En las cuatro siguientes temporadas de Cruyff con el Bar?a, aquel equipo, con Neeskens en lugar de Sotil, no estuvo a la altura de s¨ª mismo. El Madrid se sac¨® de la manga ¡ªdel Castilla¡ª al m¨¢s implacable anti-Cruyff, un chaval de Cieza (Murcia) llamado Camacho, r¨¢pido y listo, tan capaz de frenar al Flaco en defensa como irse a por ¨¦l cuando se retrasaba al centro del campo o hasta su propia defensa.
El Barcelona se pas¨® otros diez a?os sin catar el t¨ªtulo. Pero la majestuosidad con la que hizo suya aquella Liga pas¨® a la posteridad. Aquel verano de 1974, pese a perder la final ante Alemania, Cruyff y la selecci¨®n holandesa maravillaron en el Mundial con un estilo de juego que se dio en llamar la Naranja Mec¨¢nica. Meses antes, el Barcelona de Cruyff hab¨ªa bailado en la Liga espa?ola al son de la Sardana Mec¨¢nica y hab¨ªa liberado a un club que, como cant¨® la Trinca, llevaba 14 a?os fent figa.
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