Gascoigne
Es interesante la ca¨ªda del exjugador en relaci¨®n con el p¨²blico de masas, siempre sensibilizado con la autodestrucci¨®n de los dem¨¢s
Cada cierto tiempo ¡ªtres a?os, seg¨²n b¨²squeda reciente en Google¡ª aparece en los tabloides brit¨¢nicos?la figura maltrecha de la estrella Paul Gascoigne. Es una decadencia con la que el lector va reparando en los destrozos que el alcohol y la droga hacen en el cuerpo y la cara de Gascoigne casi del mismo modo que, en la versi¨®n contraria, puede apreciarse la madurez en los rasgos de Nadal siguiendo su ¨¢lbum familiar en Roland Garros, donde permanecen colgadas sus fotos de la adolescencia a la juventud.
Es interesante la ca¨ªda de Gascoigne en relaci¨®n con el p¨²blico de masas, siempre sensibilizado con la autodestrucci¨®n de los dem¨¢s, sobre todo si fueron mejores. A medida que Gascoigne ca¨ªa el tabloide iba exigiendo m¨¢s: la demanda se sofisticaba, como ocurre con el terrorismo. Si alguna cosa buena tiene la prensa sensacionalista inglesa es que lo lleva a mucha honra: a estas alturas de la vida una foto de Gascoigne borracho no les vale, ni de Gascoigne con una botella en la mano dando tumbos por la calle, ni de Gascoigne a punto de desplomarse. De ah¨ª que la novedad Gascoigne haya sido la sangre: un Gascoigne descamisado, con el pantal¨®n desabrochado y la cara llena de heridas.
Otra noticia extraordinaria hubiera sido la de Gascoigne paseando un domingo con un ni?o rubio con triciclo. Es probable que esa foto haya existido alg¨²n tiempo, y que sin embargo no haya habido mucho inter¨¦s en difundirla. La informaci¨®n de The Sun, ajust¨¢ndose al canon, asegura que Gascoigne llevaba meses sin beber; es una afirmaci¨®n que dobla el valor de las im¨¢genes (¡°?oh, oh, otra vez!¡±) y descubre una carencia de los reporteros: ?no hubieran sido espectaculares las fotos de Gascoigne sobrio y haciendo cosas de sobrios?
Paul Gascoigne estimula los bajos instintos de los medios y de sus nuevos lectores, los clientes. Pero ya ocurr¨ªa en el pasado. Lo que pasa con las autodestrucciones es lo mismo que con la pornograf¨ªa, que ya todo sabe a poco. La cultura del juguete roto es una rutina devoradora que, como toda industria, exige cada vez peajes m¨¢s tremendos. Se considera natural que la misi¨®n de esas fotograf¨ªas sea que el lector piense en la pr¨®xima y terrible muerte de Paul Gascoigne, la estrella rota. Y no es tan natural, qui¨¦n sabe si por improbable, que su rehabilitaci¨®n no vaya a generar la misma expectaci¨®n en el p¨²blico y sus divertidas correas, los medios.
Se hace periodismo contra el p¨²blico, dice Mart¨ªn Caparr¨®s en La Naci¨®n. Pero para eso necesitamos que deje de pagar de una vez por todas. Bien es verdad que no queda mucho.
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