Manuel Valbuena, de Stalin al culturismo
De joven fue un l¨ªder sindical antifranquista y de mayor un H¨¦rcules recolector de medallas
Cambi¨® el pu?o en alto por los b¨ªceps en tensi¨®n. Manuel Valbuena And¨¦s, fallecido el pasado lunes 28 de marzo a los 73 a?os en un accidente de coche, tuvo dos vidas dispares: durante los a?os setenta fue un l¨ªder sindical antifranquista y de los noventa en adelante, en franca contradicci¨®n con su pasado de tabaco, copas y comida a discreci¨®n, se reinvent¨® como fisioculturista retando con su cuerpo herc¨²leo en continuo crecimiento los l¨ªmites de la tercera edad. Si en la Espa?a de la modernizaci¨®n de finales del siglo XX hubo un proceso peculiar de reconversi¨®n, ese fue el del asombroso Valbuena: un obrero que al prejubilarse decidi¨® hacer de su cuerpo una f¨¢brica de m¨²sculos.
Nacido en Madrid, en el barrio de Vallecas, hijo de un sindicalista de los tiempos de la Rep¨²blica, empez¨® a trabajar a los 17 a?os de ajustador matricero, o especialista en ensamblaje mec¨¢nico de precisi¨®n. M¨¢s adelante logr¨® un empleo en la empresa fabricante espa?ola de tel¨¦fonos Standard El¨¦ctrica y fue comprometi¨¦ndose con la lucha sindical hasta volverse un caballo de Troya dentro de su empresa; militante clandestino del Partido Comunista y de Comisiones Obreras, con el nombre en clave de Jos¨¦, entr¨® en el sindicato oficialista de la empresa para promover solapadamente la agitaci¨®n obrera. En 1976 Valbuena alcanz¨® su c¨¦nit sindical al arrastrar a los cerca de 20.000 trabajadores de Standard a una huelga general que par¨® Madrid durante d¨ªas y ayud¨® a la cohesi¨®n de la oposici¨®n democr¨¢tica al r¨¦gimen.
Encontr¨® en el culturismo la ilusi¨®n que hab¨ªa perdido por el sindicalismo
¡°Jos¨¦ me lo puse por Jos¨¦ Stalin, que para m¨ª era un Dios¡±, le dijo a este diario en una entrevista en 2009 en el polideportivo de Casarrubuelos, un peque?o pueblo al sur de Madrid. Este martes, el encargado del polideportivo, Mario San Jos¨¦, se lamentaba por tel¨¦fono de su muerte: ¡°Era un t¨ªo muy campechano, muy buena gente. Y gracias a ¨¦l se ha conocido el pueblo¡±.
El hecho extraordinario de pasar de ser un hombre a una panza pegado a ser un incre¨ªble Hulk de pelo cano llam¨® la atenci¨®n de los medios de comunicaci¨®n. Tambi¨¦n la de los veraneantes en la playa. Al paso del Tit¨¢n de Casarrubuelos surg¨ªan los cuchicheos bajo las sombrillas. Su esposa prefer¨ªa no ir con ¨¦l a la playa. Pero para Valbuena su cuerpo era su obra, su mayor orgullo. Cosech¨® todo tipo de t¨ªtulos en competiciones nacionales e internacionales. Ten¨ªa tres hijos.
Hace unos d¨ªas el cineasta Diego Hurtado de Mendoza, que llevaba a?os siguiendo su vida, habl¨® con ¨¦l por tel¨¦fono desde Estados Unidos. ¡°Me dec¨ªa que se estaba preparando para el pr¨®ximo campeonato, y cada vez m¨¢s fuerte¡±. Esa era su ilusi¨®n, lo que le hizo recuperar la alegr¨ªa despu¨¦s de decepcionarse con la evoluci¨®n del sindicalismo en los ochenta. Cuando falleci¨®, Valbuena, el vallecano, el izquierdista, el incansable, regresaba de un concurso de culturismo en Alicante.
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