Zinedine Zidane y las contradicciones del debutante
El t¨¦cnico madridista afronta con tres meses de experiencia la necesidad de superar al Bar?a, el problema t¨¢ctico del siglo
Hace un par de a?os Zinedine Zidane ten¨ªa decidido no ser entrenador. Detestaba la idea. Desde hace un par de semanas sus d¨ªas transcurren vertiginosos mientras se aboca a la tarea m¨¢s dif¨ªcil que afrontan los entrenadores contempor¨¢neos. El dilema t¨¢ctico por excelencia del siglo XXI: superar al Barcelona de Messi.
Los amigos del t¨¦cnico del Real Madrid aseguran que su metamorfosis resulta asombrosa. A sus 43 a?os, este padre de familia que hasta hace poco se espantaba ante la posibilidad de dedicarse a la gesti¨®n es presa de una s¨²bita obsesi¨®n fiscalizadora. Desde los ejercicios con bal¨®n hasta la preparaci¨®n f¨ªsica pasando por la atenci¨®n m¨¦dica y el an¨¢lisis de los rivales. Zidane ingresa al trabajo al alba y se retira despu¨¦s del ocaso, emulando las versiones m¨¢s ¨¦picas del estajanovismo de Rafa Ben¨ªtez y Jos¨¦ Mourinho, cuyos hagi¨®grafos med¨ªan y exaltaban las horas de apertura y cierre de la barrera de la garita de Valdebebas como si aquella rutina fuera proporcional a la reputaci¨®n que merec¨ªan.
Zidane no ha perdido el entusiasmo con el que asumi¨® el cargo el 4 de enero. ?l dice que lo anima una repentina vocaci¨®n creativa, que es el fuego sagrado de todo t¨¦cnico; ver que su tarea administrativa tiene consecuencias en el funcionamiento del equipo sobre el terreno de juego. Contra las evidencias de una temporada que bordea el fracaso, el hombre se muestra sereno y confiado. Cree en David Bettoni, su ayudante de campo, aunque carezca de titulaci¨®n suficiente. Cree en sus 17 a?os de carrera como jugador profesional como fuente primordial de conocimiento a la hora de persuadir a sus futbolistas. Cree en la experiencia del aprendizaje con Carlo Ancelotti, de quien fue ayudante en la temporada 2013-14, y a quien considera su gran referencia. Y cree, sobre todo, en el respaldo del presidente Florentino P¨¦rez, m¨¢ximo art¨ªfice de la pol¨ªtica deportiva, en cuyo esquema el t¨¦cnico es un mero ejecutor. En este punto, ninguna de las personas consultadas en el entorno del vestuario alberga dudas: Zidane es m¨¢s leal al presidente que a los jugadores.
Zidane dice que su inspiraci¨®n es Ancelotti y deja entrever notas del famoso italiano en sus formas gentiles, c¨¢lidas, alejadas de la dramatizaci¨®n. Su discurso tambi¨¦n repite ideas de Ancelotti cuando afirma que su prioridad es el control del bal¨®n. En donde comienza a diferir es en los actos. Ancelotti nunca sac¨® a Kroos del mediocentro, a pesar de que sab¨ªa de las distracciones defensivas del alem¨¢n, porque a cambio quiso asegurarse un primer pase limpio y r¨¢pido. Zidane ha trasladado a Kroos a posiciones m¨¢s avanzadas para que Casemiro proteja a los centrales. Ese solo movimiento basta para dejar sin efecto su desider¨¢tum: si Casemiro es el distribuidor del juego, el control del bal¨®n es pr¨¢cticamente imposible contra rivales de peso.
Los futbolistas destacan el tono contagioso de Zidane, capaz de estimular y hasta de intimidar, como hizo en el vestuario del estadio de la UD Las Palmas, molesto por el mal juego del equipo. ¡°Cuando ha sido necesario, el m¨ªster nos ha sabido dar una patada en la buena direcci¨®n¡±, dijo Bale.
Si las virtudes son evidentes, los defectos resultan curiosos. Hay miembros de la plantilla que echan de menos soluciones t¨¢cticas m¨¢s o menos obvias. Achacan a Zidane su pasividad durante los partidos y ponen como ejemplo los duelos contra la Roma o el Granada para resumir que, en momentos de m¨¢xima angustia, los salv¨® el arrebato aislado de talentos como Modric o Cristiano.
El desaf¨ªo del cl¨¢sico es colosal. Para colmo, se produce lejos del Bernab¨¦u. La enumeraci¨®n de las visitas dirigidas por Zidane traslucen problemas: Betis (1-1), Granada (1-2), M¨¢laga (1-1), Levante (1-3) y Las Palmas (1-2).
Salvo en el campo del Levante ¡ª¨²ltimo clasificado del campeonato¡ª, el control del partido mediante el control del bal¨®n fue una intenci¨®n m¨¢s que un hecho.
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