Autos locos cubanos
¡®Havana Motor Club¡¯ cuenta las carreras clandestinas con coches de antes de la Revoluci¨®n
Pierre Nodoyuna y Pat¨¢n (Dick Dastardly y Muttley en versi¨®n original), el piloto villano y su perro de tos ferrosa, desternillante pareja de Los autos locos, la serie de Hanna-Barbera de finales de los sesenta, hubieran siendo felices compitiendo en Artemisa, la provincia vecina de La Habana donde se grab¨® el sorprendente filme Havana Motor Club, un documental de 84 minutos sobre carreras clandestinas con carros antiguos. Los autos locos cubanos.
Ruido de motor tronante. ¡°Por qu¨¦ corro¡¡±, dice uno de los pilotos. ¡°Te hace m¨¢s grande, ?no? Te ganas un poco m¨¢s de respeto¡±. Cambio de plano. Otro de ellos dice al volante de su viejo y reluciente carro americano bermell¨®n: ¡°Cuando yo me monto en el carro y ya est¨¢ el otro carro al lado, se me olvida todo¡±, y acelera comiendo metros como un jet en comparaci¨®n con los veh¨ªculos que van traqueteando por su misma carretera. Despu¨¦s de un corte intermedio en el que se ve la imagen de salida de una carrera que recuerda a la de Danny Zuko (John Travolta) contra el macarra Kapinski en Grease, el propietario de un Porsche del siglo pasado arranca humeando y dice: ¡°Si la polic¨ªa te agarra probando el carro te llevan preso y te decomisan el carro¡±, y pasa zumbando al lado de unas vacas aburridas al atardecer.
¡°Yo nac¨ª en esta Revoluci¨®n¡±, se escucha a uno mientras avanza por una v¨ªa en la que luce una valla con el rostro de Fidel Castro. En la siguiente escena se baja el bander¨ªn de salida y salen todos en llamas como improbables Fitipaldis del socialismo del siglo XXI.
El documental, dirigido y producido por el estadounidense Bent-Jorgen Perlmutt con un equipo en su mayor¨ªa cubano, se retrotrae a la Cuba prerrevolucionaria para explicar que en los a?os cincuenta, mientras Fidel Castro y sus hombres iban armando el triunfo del 59, en aquella La Habana que tanto beb¨ªa de la cultura americana exist¨ªa una gran pasi¨®n por las carreras de coches. En el 58 se celebr¨® el Grand Premio de Cuba por las calles de la capital, con enorme ambiente de fiesta, como si nada estuviera a punto de ocurrir. El director mezcla con maestr¨ªa im¨¢genes de b¨®lidos y aficionados y risas con botes de gases y polic¨ªas y manifestantes y banderas cubanas enervadas. Porque todo estaba pasando. Fangio no pudo competir porque los rebeldes lo secuestraron para darse publicidad. Pero lo malo no fue eso. Diez espectadores murieron arrollados durante la carrera. Luego llego la Revoluci¨®n y prohibi¨® este deporte por ¡°elitista y peligroso¡±. El automovilismo cubano estaba gafado.
Havana Motor Club, que se estrena este viernes en Estados Unidos, presenta personajes como Tito y su hijo Rey, con su Chevrolet Bel Air del 55, Piti, un sobreviviente de c¨¢ncer que cuida con esmero su Ford Victoria del 56, Carlos, conductor de un Porsche, y Jote, que ense?a c¨®mo le instala a su coche el motor de una lancha fuera borda ¡°usada para el tr¨¢fico ilegal de personas¡± que hab¨ªa sido arrojado al mar y luego rescatado. ¡°Esto es un motor para disfrutarlo¡±, se relame. A su coche-Frankenstein le ha puesto apodo: Viuda Negra.
El nudo del filme, grabado en distintas fases desde hace cuatro a?os, son los intentos de los pilotos por organizar un campeonato en Cuba. En el primer empe?o, despu¨¦s de un tiempo de reuniones en el que fueron creciendo sus ilusiones hasta imaginarse agarrando curvas por un circuito como en Le Mans, lleg¨® el d¨ªa aciago en que un funcionario les comunic¨® que esta vez tampoco ser¨ªa posible: ¡°Las barandas con las que cont¨¢bamos para esta ocasi¨®n no se pueden utlizar porque se est¨¢n preparando para la visita del papa Benedicto a Cuba¡±. Luego lleg¨® otro impulso que s¨ª se materializ¨®, con una brillante carrera final entre el Chevy de Rey y el endemoniado Porsche de Carlos que eriz¨® al p¨²blico y termin¨® tan ajustada como dice un fan al cierre del documental: "Muy parejo, muy parejo, ah¨ª har¨ªa falta un fotofinish, ?no hay m¨¢s n¨¢!".
El documental es un espect¨¢culo mec¨¢nico, de humor y de resiliencia cubana. Tan entretenido como ilustrativo, Havana Motor Club levanta la tapa del motor de Cuba y ense?a varias claves que ayudan a comprender la compleja maquinaria de esta sociedad.
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