El Madrid se da un masaje ante el Eibar
Zidane dispone un equipo de suplentes al que le basta un rato para despachar a un Eibar desconocido
Los cronistas cl¨¢sicos de otra ¨¦poca subrayar¨ªan que en Chamart¨ªn solo hubo ba?o y masaje. Vieja met¨¢fora de esos partidos sin nudos para el poderoso que todav¨ªa es v¨¢lida en este tiempo, donde no han sido pocos los equipos del pelot¨®n del Eibar que han pasado por el coliseo blanco sin poder quitarse el ch¨¢ndal. Le sucedi¨® al conjunto armero, encomiable por todo, pero que en el Bernab¨¦u se comport¨® como no acostumbra. Esta vez no se rebel¨® contra esa condici¨®n de Pulgarcito de un club de vuelo corto que debe apelar al orgullo y la imaginaci¨®n para sobrevivir entre las canciller¨ªas de la ¨¦lite. Ante el Madrid fue rival de plastilina, el Eibar min¨²sculo que casi nunca ha sido en la categor¨ªa. A los veinte minutos sus muchachos ya hab¨ªan encajado tres goles. Al Madrid del petardazo de Alemania, con ocho cambios en la alineaci¨®n, le bast¨® con silbar un ratillo. No hubo tiempo ni para tembleques, para el casta?eo dental y los murmullos de la grada. Coser y cantar, una tarde en el parque para espantar los fantasmas hasta el pr¨®ximo martes, cita angustiosa con el Wolfsburgo.
Todo fueron p¨¦talos para los de Zidane, una ganga para los suplentes habituales, que en una jornada en la que pudo haber truenos resulta que se lo pasaron pipa. Del Eibar, tantas veces competitivo, se esperaba un equipo de boinas verdes, recio, con espinas, capaz de meter al Madrid en una ratonera. Nada de nada. El equipo pas¨® la tarde con aire de mu?eco de trapo desde que a los cinco minutos, James le castigara con una falta directa desde el mismo balc¨®n del ¨¢rea. Pepe, se?uelo incrustado en la barrera, se agach¨® y Riesgo no lo vio venir. Fin del cuento. El ¨²nico relato lo puso el Madrid, con Cristiano de pastor de Jes¨¦ y Lucas, los tres en una marcha imposible para un adversario tan desabrochado. Frente a tanto monaguillo, los madridistas no dejaron pasar el chollo hasta que bajaron el pist¨®n en el segundo acto, cuando ya mascullaban la Copa de Europa.
Fue pasmoso observar con qu¨¦ facilidad encontraban los blancos horizontes para correr a campo abierto. Mendilibar hab¨ªa fijado un 4-5-1, pero en el c¨¦sped no hab¨ªa alambrada alguna. El Madrid se saltaba el presunto dique eibarr¨¦s como quien se sacude una mosca. Lo pocas veces visto: un equipo que encontraba contragolpes en ataques est¨¢ticos, muchos hilvanados desde medio campo. As¨ª llegaron el segundo gol, el tercero y el cuarto. En cada tanto, cada azulgrana estaba a media hora. Tan aflojado estaba el Eibar que los chicos hasta tuvieron tiempo para la solidaridad. Toma Lucas, toma CR, toma Jes¨¦... Todo muy repartido, goles a la carta en una sobremesa soleada, f¨²tbol primaveral para el Madrid tras una semana de emociones contradictorias. Un placer.
De vuelta de Alemania, Zidane solo insisti¨® con Casemiro, Pepe y CR. El t¨¦cnico franc¨¦s dio ch¨¢chara a los primeros reservas y buce¨® en el fondo del armario para repescar a Kiko Casilla y Arbeloa, gente de ¨²ltima unidad. En nada se not¨®, no hubo exigencias. Sin necesidad de grandilocuencias, el Madrid se daba todos los antojos. Sus contrarios llegaban fuera de onda a todas las jugadas, en todas hab¨ªa respiro y paisaje, sin amenazas, porque el Eibar iba sin tacos, a rebufo, sin arrebatos, sin tensi¨®n. Cuarenta minutos tard¨® Casilla en tener una escena, un cabezazo de Pantic tras un c¨®rner al que respondi¨® muy bien el guardameta. Como har¨ªa en el segundo tramo ante un remate de Enrich que desvi¨® con los pies. Para entonces, Mendilibar hab¨ªa rectificado en el descanso con un delantero m¨¢s, Borja Bast¨®n, en detrimento de un volante, Adri¨¢n. El Eibar se nivel¨® mejor, pero ya solo hab¨ªa un tr¨¢mite, no un partido. Despejados los fantasmas, el Madrid solo quer¨ªa que pasara el tiempo a toda mecha, que llegara el martes europeo. Su oponente se conformaba con evitar m¨¢s cicatrices. En realidad, un encuentro de pretemporada en lo m¨¢s caliente de la temporada. Para todos menos para Danilo, recibido con la pitada consecuente tras su actuaci¨®n en el Volkswagen Arena. Zidane no le escondi¨®, pretendi¨® darle confianza. No hubo otra tempestad. Con la Champions a la vista, nada mejor que un partidillo en el Retiro. Lo del Eibar solo fue un par¨¦ntesis. Lo gordo est¨¢ por llegar.
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