Nadal agota a Monfils y se corona en Montecarlo
El espa?ol supera el franc¨¦s (7-5, 5-7 y 6-0, despu¨¦s de dos horas y 46 minutos), eleva su noveno t¨ªtulo en el Principado y su 28? trofeo del Masters 1.000, el primero desde hace casi dos a?os
Despu¨¦s de casi dos a?os, exactamente un bienio despu¨¦s de lograr su ¨²ltimo t¨ªtulo importante, Rafael Nadal volvi¨® a sonreir. El espa?ol, de 29 a?os, bati¨® a Gael Monfils en la final del Masters de Montecarlo y elev¨® su noveno t¨ªtulo en el Principado. El definitivo 7-5, 5-7 y 6-0 frente al franc¨¦s (despu¨¦s de dos horas y 46 minutos) signific¨® adem¨¢s su 28? t¨ªtulo en un Masters 1.000, por lo que iguala el r¨¦cord que hace dos semanas firm¨® Novak Djokovic. El a?o pasado, el balear gan¨® en Buenos Aires, Sttutgart y Hamburgo, torneos de rango menor, pero no elevaba un trofeo importante desde mayo de 2014, cuando se impuso al japon¨¦s Kei Nishikori en Madrid. La Caja M¨¢gica fue, tambi¨¦n, el marco en el que hab¨ªa disputado hasta hoy su ¨²ltima gran final (mayo de 2015).
El boceto previo dec¨ªa que el gran favorito era Nadal, por razones m¨¢s que obvias. Nadie conoce mejor que ¨¦l los recovecos de una pista de polvo de ladrillo y sobre esta superficie Monfils jam¨¢s hab¨ªa logrado ara?arle en sus cuatro enfrentamientos ni siquiera un set; de hecho, nunca m¨¢s de tres juegos en un parcial. Toda opci¨®n del franc¨¦s part¨ªa de su heterodoxia, de intentar sorprender desde ese registro camale¨®nico que tiene; tratar de pillar a contrapi¨¦ a Nadal, cuya fiabilidad es muy superior en un cuerpo a cuerpo en arena.
Invitaba el partido a Monfils a una salida en estampida, pero nada m¨¢s lejos de la realidad. El galo, de la misma quinta que el espa?ol (29 a?os) y 16? en la ATP, suele ser un jugador que tiende a enredarse solo. Si tiene el d¨ªa es puro v¨¦rtigo, una peligrosa amalgama de recursos pl¨¢sticos facturada con esas extremidades kilom¨¦tricas, pero si no es as¨ª, se convierte en un rival muy vulnerable. Esta vez fue a la contra y apost¨® por una v¨ªa intermedia. Comenz¨® dosificado, en una versi¨®n m¨¢s bien mon¨®tona, y entr¨® progresivamente en calor.
Mientras ¨¦l pasaba bolas, Nadal dominaba desde el control. Sin artificios ni alardes, porque no los requer¨ªa de momento el pulso, el de Manacor fue adue?¨¢ndose de la situaci¨®n. Quebr¨® dos veces el saque de Monfils (para 3-1 y 5-3), pero no consigui¨® defender ninguno de esos breaks. El franc¨¦s, muy mermado por las lesiones a lo largo de su carrera, se puso bravo y aument¨® el ritmo. Activ¨® su palanca y rescat¨® a base de zancadas algunas bolas realmente dif¨ªciles. Se envalenton¨® Monfils y rompi¨® la cadencia que imprim¨ªa Nadal. De correr nada. Esto se decide a raquetazos, le pareci¨® decir.
No le interesaba al espa?ol entrar en ese juego. Le conven¨ªa evitar la ruleta rusa, pero desde el otro lado le vino una sucesi¨®n de proyectiles planos y profundos que rengancharon a Monfils. Se creci¨® el parisino, arropado por el gent¨ªo, y evit¨® hasta tres pelotas de set. 5-5, tensi¨®n. A pesar de no haber podido cerrar la manga, no titube¨® Nadal, intenso y lineal. Defendi¨® con solvencia su saque y al final apacigu¨® los br¨ªos de Monfils. Y, como acostumbra, este se enred¨® ¨¦l solito, entreg¨¢ndose con varios errores y una doble falta.
No es com¨²n verle al galo extenuado, jadear. Lo hizo en esta ocasi¨®n, porque el tono f¨ªsico de Nadal as¨ª se lo exigi¨®. Esta semana, en los cinco compromisos previos, Monfils hab¨ªa permanecido en pista solo 5h 43m ¨Cfrente a M¨¹ller, Vesely, Lorenzi, Tsonga y Granollers¨C. En esta ocasi¨®n, solo el primer set con el balear se estir¨® una 1h 13m. A pesar de la fatiga, el franc¨¦s resisti¨®. Impuso su derecha y castig¨® el rev¨¦s de Nadal, que acus¨® su escasa productividad de tiros ganadores (solos seis en la manga) y cuyos niveles de servicio bajaron alarmantemente (la retenci¨®n de puntos con segundos qued¨® en un ¨ªnfimo 17%). As¨ª, empell¨®n a empell¨®n, se repuso Monfils.
Pese a la circunstancia, el franc¨¦s es un tipo capaz de jugar con la sonrisa en la boca. Su rendimiento se multiplica conforme crece el ¨ªndice de adrenalina; sin tensi¨®n, sin sentir el agua al borde del cuello, no disfruta. Quebr¨® para 2-1 y percuti¨® inmediatamente despu¨¦s (4-3) de que Nadal le asestase una rotura. Volvi¨® a la carga el espa?ol (68 t¨ªtulos, 48 de ellos sobre tierra batida, solo uno menos que el legendario Guillermo Vilas), con m¨¢s raza que tenis esta vez, pero enfrente se top¨® con una torrentera emocional que desped¨ªa servicios de hasta 213km/h para llevarse por delante el dique y prolongar la tarde.
El de Manacor eleva su 48? t¨ªtulo sobre tierra y se sit¨²a a uno del r¨¦cord del argentino Guillermo Vilas
Para entonces, tercer set, el sol hab¨ªa ca¨ªdo en Montecarlo, la humedad empast¨® la pista y la pelota hab¨ªa perdido vigor, circunstancia que a priori no le beneficiaba al de Manacor. Pero este no perdi¨® el hilo. Era su final n¨²mero 100, la d¨¦cima en el Principado, y la posibilidad de volver a elevar un trofeo mayor era demasiado tentadora. Demarr¨® al primer servicio del franc¨¦s y estableci¨® una frontera insalvable. A partir de ah¨ª, como una troqueladora, seccion¨® la propuesta de Monfils (51 errores no forzados) y, con una derecha paralela tremenda, enfil¨® su noveno t¨ªtulo en Montecarlo, donde con 16 a?os levant¨® su primer premio de alcurnia. Ahora, 11 despu¨¦s, vuelve a apretar los pu?os. Y el tenis lo celebra.
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