La Liga aborrece al Bar?a
El Barcelona tambi¨¦n pierde ante el Valencia y prosigue su viacrucis con su tercera derrota seguida
Al Barcelona ya solo le queda el goal average en la Liga. No parece ninguna ventaja despu¨¦s de dilapidar una docena de puntos desde que el Madrid pas¨® por el Camp Nou. El descuento ha sido tan vertiginoso y cruel como era el juego del equipo cuando el tridente estaba en plena forma y cont¨® 39 partidos sin perder entre la Liga, la Copa y la Champions. No remite la sangr¨ªa barcelonista mientras los ¨¢rbitros se ponen chulos, los porteros contrarios se agrandan y los propios se encogen. Hay un rival apostado en cada esquina dispuesto a pasar cuentas con el llamado mejor equipo del mundo, tambi¨¦n el Valencia.
Ten¨ªan muy presentes los valencianistas la goleada en la Copa y se vengaron en la Liga. No jugaron ni bien ni mal sino que se encomendaron a un guardameta prodigioso como Diego Alves y dejaron que se consumiera el Barcelona, bloqueado, incapaz de encontrar el punto de inflexi¨®n a su calvario, frustrado y depresivo, cuando faltan cinco jornadas para acabar la Liga. Los barcelonistas van de derrota en derrota, ahora mismo camino de la derrota final, porque pierden los partidos que antes ganaban con la gorra, como el del Valencia. No entra el bal¨®n ni siquiera en el Camp Nou.
Nada cambia en el Bar?a, ni siquiera las alineaciones de Luis Enrique. No hubo m¨¢s noticia que la suplencia de Alves. No es un buen momento para bromas sino que la hinchada prefiere el sentido dram¨¢tico de Iniesta. El dolor por la eliminaci¨®n de la Champions exig¨ªa medidas terap¨¦uticas m¨¢s que intervenciones t¨¢cticas porque el Bar?a tiene una alineaci¨®n m¨¢s que un equipo y una plantilla, encadenado al tridente Messi, Su¨¢rez y Neymar. Los suplentes son escasos y Luis Enrique no mira al Bar?a B. A los mismos que alcanzaron la gloria en Berl¨ªn les toca salir de un infierno que llega hasta el Camp Nou.
Nunca el Atl¨¦tico y el Madrid hab¨ªan estado tan unidos en una causa futbol¨ªstica que exige descabalgar al Bar?a. El p¨²blico azulgrana, sin embargo, actu¨® como si no pasara nada, a excepci¨®n de los seguidores del gol sud, que recibieron a los futbolistas con una larga pancarta: Tornarem a v¨¨ncer!¡±. Nadie hubiera dicho que el Bar?a andaba mal de juego, de puntos y de t¨ªtulos, despu¨¦s del despliegue inicial: velocidad, profundidad e intensidad ante el calor del Camp Nou. Las ocasiones se suced¨ªan, ensanchado el campo por Neymar y un buen Messi, replegado el Valencia alrededor del estupendo Diego Alves.
La recuperaci¨®n de Messi es simult¨¢nea a la del Bar?a. Ambos mejoran en predisposici¨®n y penalizan todav¨ªa en contundencia
La recuperaci¨®n de Messi es simult¨¢nea a la del Bar?a. Ambos mejoran en predisposici¨®n y penalizan todav¨ªa en contundencia, faltos de confianza, v¨ªctimas de una din¨¢mica negativa, desacertados en situaciones francas que antes culminaban con los ojos cerrados, sobre todo el 10. Alves le sac¨® dos remates que cuando el argentino estaba en racha eran gol o gol: uno en ataque est¨¢tico y el otro despu¨¦s de una transici¨®n armada por Bravo. Las cosas siempre van a peor cuando la racha es mala, y Bravo tom¨® un gol en propia puerta de Rakitic despu¨¦s de un centro de Siqueira.
El gol destempl¨® al Barcelona y anim¨® al Valencia, un equipo m¨¢s serio, ordenado y racional, y tambi¨¦n m¨¢s liberado, desde que el entrenador es Ayestar¨¢n. Ansiosos, los azulgrana perdieron la calma, se precipitaron y propiciaron que el partido se abriera de mala manera, un escenario que evoc¨® la visita del Madrid. Aunque Messi se recogi¨® en un intento de resolver por su cuenta el grave aprieto en el que estaba su equipo y busc¨® el gol incluso con la cabeza ante el omnipresente Alves, Santi Mina no perdon¨® el 0-2 despu¨¦s de un excelente pase interior de Parejo. El Bar?a defend¨ªa mal despu¨¦s de haber atacado bien a Alves.
Nadie resumi¨® mejor la confusi¨®n azulgrana que el atolondrado Neymar, merecedor seguramente de una raci¨®n de banquillo, aunque el t¨¦cnico no hizo ning¨²n cambio
El marcador exig¨ªa un acto de fe y car¨¢cter, mucha ¨¦pica y coraje, un arrebato o un gesto irreductible m¨¢s propio de un torneo como la Copa, virtudes que no se le suponen precisamente al Bar?a parido para disfrute del ni?o Messi. El argentino apareci¨® para coronar un centro de Alba y contar por fin su gol 500 tras 515 minutos de f¨®rceps: 1-2. La percusi¨®n del lateral, la anticipaci¨®n de Piqu¨¦ y Mascherano y los movimientos de Messi ayudaron a alcanzar el marco de Alves con frecuencia pese al juego taquic¨¢rdico y desacompasado del Bar?a.
La pelota no encontr¨® m¨¢s veces la red del excelente portero del Valencia. Nadie resumi¨® mejor la confusi¨®n azulgrana que el atolondrado Neymar, merecedor seguramente de una raci¨®n de banquillo, aunque el t¨¦cnico no hizo ning¨²n cambio, seguramente por la sanci¨®n de Arda. Tampoco recuper¨® la luz Su¨¢rez y no bast¨® con el recuperado Messi. Nadie, ni siquiera Piqu¨¦ y Alc¨¢cer, acertaron en la ruleta final en la que se convirti¨® el partido. A ning¨²n hincha le quedaron fuerzas siquiera para decir que no mereci¨® perder el Bar?a, ni bella ni bestia, atrapado por el Atl¨¦tico y con un punto de ventaja sobre el Madrid. Abatido, al optimista Piqu¨¦ le cost¨® alcanzar el vestuario. Afortunado durante el a?o, el Bar?a se ha convertido en un mes en equipo desgraciado tambi¨¦n en la Liga. Hoy penaliza en las ¨¢reas cuando antes era el escenario en el que ganaba los t¨ªtulos.
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