Magia
Valer¨®n se conserv¨® durante m¨¢s de 20 a?os en la ¨¦lite, un mediapunta tan antiguo que su f¨²tbol se remonta a tiempos en los que el hombre ni siquiera sab¨ªa correr
Para que Juan Carlos Valer¨®n no corriese nunca, y de hecho no lo hac¨ªa, los entrenadores le rodeaban de gente que s¨ª corr¨ªa: corr¨ªan todos para adelante y corr¨ªan todos para atr¨¢s. Los primeros lo hac¨ªan porque Valer¨®n les daba pases todo el rato; los segundos porque Valer¨®n a veces los fallaba. De este modo Valer¨®n pudo cumplir el sue?o de un futbolista: no tener nunca prisa por hacer nada, no preocuparse m¨¢s que por disfrutar de su propio h¨¢bitat, un ecosistema en el que siempre era una hora menos.
Ha habido partidos en los que Valer¨®n no hizo una carrera; esos casi siempre eran los mejores. De este modo se conserv¨® durante m¨¢s de 20 a?os en la ¨¦lite un mediapunta tan antiguo que su f¨²tbol se remonta a tiempos en los que el hombre ni siquiera sab¨ªa correr; alguien que limitaba su existencia a avistar a otros, a veces a cientos de kil¨®metros de distancia.
El periodista Josean Blanco, en ese blog Chopsuey.es al que vamos los que ya somos restos de un naufragio, recordaba ayer que se enfrentaba a Moby Dick de la misma manera que Julio Verne. Lo hizo como si el libro fuese la ballena, y opt¨® por desprenderse de lo que entendi¨® muy subjetivamente superficial: la informaci¨®n enciclop¨¦dica y la descripci¨®n. Hay una forma de narrar tambi¨¦n en el f¨²tbol, una manera de la que deber¨ªan aprender estrellas contempor¨¢neas como Isco cuando se dedican a una posici¨®n que ya no existe, y si existe es porque se le da un sentido. Consiste en saber d¨®nde est¨¢n los compa?eros antes de que el bal¨®n llegue y adelantar de esta manera el pase sin levantar la cabeza, moviendo s¨®lo el pie. No digamos cayendo en esa vulgaridad en un mediapunta que es ponerse a correr como si fuese un extremo.
En Valer¨®n, que ten¨ªa piernas quebradizas, patas de cig¨¹e?a, ese estilo que sigui¨® explotando cuando el f¨ªsico le dijo adi¨®s y las lesiones lo tuvieron dos a?os parado le ha permitido actuar a contracorriente hasta edades inapropiadas. Pese a su calidad, nunca puso un adjetivo de m¨¢s; cuando lo hizo, fue para devorar l¨ªneas al m¨¢s puro estilo Zidane.
Uno de los goles que marc¨® en el Atl¨¦tico, su etapa m¨¢s oscura (no por ¨¦l, por el equipo que se fue a Segunda) consisti¨® en un toque invisible en el ¨¢rea que dej¨® atr¨¢s al marcador que se interpon¨ªa con su cuerpazo. Hay que verlo muchas veces. Era por esas cosas por las que le llamaban El Mago. El ¨²nico del mundo que explicaba en cada partido sus trucos para hacer caer en ellos, una y otra vez, al rival.
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