La m¨¦dica espa?ola del Everest
M¨®nica Piris trabaja desde 2007 a los pies de la monta?a m¨¢s elevada del planeta, obsesionada con ¡°anticiparse al desastre¡±
Su figura remite casi inevitablemente a la de un sanitario en la retaguardia de un campo de batalla. M¨®nica Piris es m¨¦dica y su escenario de trabajo es el campo base del Everest, donde se encuentra desde hace m¨¢s de un mes. En estos d¨ªas, m¨¢s de 400 personas han alcanzado el techo del planeta y el parte de bajas se?ala cinco muertos, un gran n¨²mero de rescates y un cuadro t¨ªpico de ¡°agotamiento, ceguera, edema pulmonar y congelaciones. En la cara sur se han dado much¨ªsimas congelaciones este a?o. El d¨ªa 19 hubo casi 200 personas intentando la cumbre desde esa vertiente. Salvo los que salieron y volvieron temprano, pasaron hasta 20 horas en la ruta... con mal tiempo, viento y fr¨ªo. A ra¨ªz de eso hubo much¨ªsimos alpinistas que sufrieron congelaciones que requirieron evacuaci¨®n en helic¨®ptero desde el campo 2¡±, explica M¨®nica.
Su trabajo en altura arranc¨® en 2007, estren¨¢ndose en primavera en el Everest, y acudiendo en oto?o a otro ochomil, el Cho Oyu. Entre el a?o 2009 y el 2014 trabaj¨® en la vertiente de Nepal del Everest.
En oto?o, monta sus consultas en lugares m¨¢s variados: ha estado tambi¨¦n en el Manaslu, Makalu y Ama Dablam. En total, pasa entre cuatro y cinco meses al a?o en el campo base de algunas de las monta?as m¨¢s altas del planeta. Esta temporada ha regresado a la vertiente tibetana del Everest y la diferencia es enorme para esta m¨¦dica nacida en Oxford, Inglaterra, de padre de Santander y madre de Bilbao que siempre ha sido ¡°muy vehemente en considerarse espa?ola¡±. Vivi¨® en Edimburgo, Escocia, de los 6 a los 26 a?os y all¨ª acab¨® la carrera de medicina.
Campo zombi
¡°El campo base del Everest en Nepal est¨¢ a 5.300 metros, alto, s¨ª, pero se puede vivir razonablemente bien. Al contrario, el campo base avanzado, que es donde se vive en la vertiente tibetana, est¨¢ a 6.400 metros¡±, se?ala M¨®nica. A este ¨²ltimo campo lo llaman el campo zombi¡¯ sencillamente porque parece abandonado, sin vida: ¡°por las ma?anas cuando hace sol, de vez en cuando observar¨¢s alg¨²n paseante, pero a partir de las 13 horas, pocos son los que se atreven a salir de su tienda o tienda-comedor. Este a?o est¨¢ siendo a¨²n m¨¢s desagradable que de costumbre. Llevamos 10 d¨ªas en un ciclo de mal tiempo que nos limita las horas de sol, el cielo se nubla y empieza a nevar, llega m¨¢s fr¨ªo, humedad¡?puaj!¡±.
Aqu¨ª, el deterioro f¨ªsico es algo que solo la enorme motivaci¨®n de los aspirantes a pisar la cumbre m¨¢s alta del planeta permite soslayar: ¡°En alturas por encima de los 5.500m /6.000m casi todo el mundo sufre un deterioro f¨ªsico y psicol¨®gico. Se pierde apetito, peso, ganas de hacer cualquier cosa y ese sue?o profundo que solo existe a nivel del mar. Se reseca la piel, los labios, la nariz, la garganta y los bronquios. Salen llagas en los labios y en los dedos. Se pierde la forma f¨ªsica que se trabaja tanto durante los meses anteriores a una expedici¨®n ¡ personalmente, despu¨¦s de una temporada en el CBA me encuentro siempre debilitada y fe¨ªsima¡±, r¨ªe M¨®nica antes de advertir que por encima de los 7.000 m, ¡°el deterioro es mayor y m¨¢s veloz¡y si se trata de exposici¨®n imprevista, como pudiera ser en el caso de un accidente o cuando uno se ve sorprendido por el mal tiempo, se dan congelaciones, hipotermia, da?o neurol¨®gico y, finalmente, la muerte¡±.
M¨®nica Piris trabaja en la actualidad para Alpenglow, una empresa que ofrece servicios guiados en parte de las monta?as m¨¢s cotizadas del Himalaya. ¡°Por 15.000 euros se incluye el permiso y un campo base b¨¢sico con un cocinero. Nada m¨¢s. Los que pagan 100.000 euros se benefician de un m¨¢ximo de apoyo, con gu¨ªa UIAGM privado, uno o dos sherpas por persona (bien pagados y asegurados al m¨¢ximo), campo base equipado con todas las comodidades que pueden ofrecerse (Internet, estufas, comida importada, etc.) m¨¦dico, ox¨ªgeno ilimitado, aproximaci¨®n al campo base en helic¨®ptero¡ y entre los dos extremos se encuentra una amplia variedad de servicios¡±, explica M¨®nica.
No es un t¨®pico: muchos de los que buscan asegurarse la cima del Everest necesitan ser guiados, asesorados, ayudados¡ y hasta empujados. Su escasa autonom¨ªa en monta?a explica el negocio de las empresas que ofrecen sus servicios en el Himalaya. El secreto est¨¢, en parte, en el consumo masivo de ox¨ªgeno embotellado: ¡°En Alpenglow, los clientes que intentan el Everest por la norte utilizan ox¨ªgeno a partir de 7000 metros en su intento a cumbre. Antes, hacen una ronda de aclimataci¨®n que incluye pasar una o dos noches en el collado norte a 7000 m. Hay grupos en la vertiente sur que empiezan a usar ox¨ªgeno a partir del campo 2 (6400m). Y, en casos espec¨ªficos, he visto a monta?eros con ox¨ªgeno desde el campo base¡pero no es lo normal¡±, explica M¨®nica Piris.
El ox¨ªgeno embotellado es el medicamento estrella en el enorme botiqu¨ªn de la doctora Piris: ¡°El mal de altura es frecuente. El edema cerebral y/o edema pulmonar lo son menos aunque siempre aparecen tarde o temprano. En cuanto a las enfermedades en si, siempre hay problemas no relacionados con la altura: como pueden ser los resfriados, infecciones respiratorias o gastrointestinales. Por lo menos una vez por expedici¨®n tambi¨¦n atiendo a alg¨²n paciente con algo m¨¢s serio: un abdomen agudo, una angina de pecho, un evento neurol¨®gico¡ Las peque?as afecciones relacionadas con el clima fr¨ªo y seco no son serias pero son muy incomodas y siempre suelen resultar en bastantes consultas: la tos seca, la congesti¨®n nasal, las grietas en las puntas de los dedos¡ y luego est¨¢n los traumatismos peque?os, o mayores, que se dan en rutas propensas a ca¨ªdas de rocas (la cara del Lhotse en el Everest por la sur) ca¨ªdas de seracs o en grietas (Everest por la sur), avalanchas (Manaslu)¡¡±.
Semanas antes de cada expedici¨®n, la doctora Piris realiza el pedido de los medicamentos necesarios en funci¨®n del grupo que atender¨¢: clientes, gu¨ªas, sherpas, cocineros, ella misma... Despu¨¦s, se encarga de surtir cada campo de altura tiene con un botiqu¨ªn completo.
El d¨ªa a d¨ªa en un campo base
Para una persona que no se mover¨¢ del lugar en semanas, puede resultar terror¨ªfica la estancia en la monta?a: a los problemas derivados de la hipoxia, al fr¨ªo y a la incomodidad de dormir en una tienda de campa?a hay que sumarle el mortal aburrimiento. Piris cuenta que los d¨ªas en los que hay clientes, gu¨ªas o sherpas en los campos de arriba o movi¨¦ndose entre campo y campo, ella atiende a la radio y anota horarios, tiempo, condiciones y toda la comunicaci¨®n que han tenido.
Toda esta rutina se altera de sopet¨®n durante el ataque a cima, que puede prolongarse cinco d¨ªas. En ese espacio de tiempo, la doctora Piris se convierte en una mujer pegada las 24 horas del d¨ªa a un radio transmisor. Son horas de enorme tensi¨®n e incertidumbre en las que se encarga de anticipar cualquier contingencia m¨¦dica: ¡°Documento constantemente el progreso de nuestros alpinistas, los tiempos que tardan, el ox¨ªgeno que les queda, etc. Son d¨ªas intensos en los que m¨¢s que m¨¦dica me convierto en coordinadora desde el campo base. Cuando los grupos est¨¢n a mucha altitud, es imperativo documentarlo todo rigurosamente y tener las ideas y los horarios muy bien marcados¡±.
M¨®nica Piris vive casi obsesionada con la idea de anticiparse y prevenir cualquier desastre m¨¦dico, aunque reconoce que, no obstante, ¡°siempre ocurre algo¡, como en 2012, cuando un sherpa que trabajaba para nosotros se desplom¨® s¨²bitamente mientras descend¨ªa del campo 1 al base".
La m¨¦dico del Everest pasa los veranos en Beranga (Cantabria) y los inviernos en Chamonix en compa?¨ªa del alem¨¢n David Goettler, uno de los himalayistas m¨¢s relevantes del momento. Su vida a salto de mata a¨²n admite un giro: una vez al mes trabaja en un hospital de Oxford. ?Pasar¨ªan los monta?eros con los que convive en el Himalaya un control antidopaje cono el de los ciclistas? ¡°Algunos s¨ª, y otros no¡±, sonr¨ªe.
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