El Barcelona destroza al Baskonia
El equipo de Pascual alcanza la final con un partido que roz¨® la perfecci¨®n
Los milagros, para serlo, deben ser ocasionales, inesperados. Los h¨¦roes, para serlo, deben ganar una batalla, no cien. Por eso no pod¨ªa haber milagro en el cuarto partido de la serie de semifinales entre Baskonia y Barcelona. Porque Bourousis no puede ser un ej¨¦rcito en s¨ª mismo en varias batallas. Y porque el Barcelona no puede perder una guerra cuando tiene m¨¢s efectivos en la disputa. Se repleg¨® el mi¨¦rcoles y perdi¨®; se despleg¨® hoy y gan¨® de principio a fin, sin sobresaltos. Puso una barrera de seguridad desde el principio en la que el Baskonia choc¨® como un coche sin frenos. La concentraci¨®n y el acierto le llevaron a la final con m¨¢s placidez de la esperada (63-85). Tomic le devolvi¨® el golpe a Bourousis en el duelo de gigantes mientras la afici¨®n el Baskonia desped¨ªa a su equipo como se despide a los h¨¨roes derrotados, oque apenas resist¨¬a por el acierto de Tillie sea a los h¨¦roes cuando dejan de serlo.
Laboral Kutxa, 63 - Barcelona, 85
Laboral Kutxa Baskonia: Adams (6), Hanga (10), Bertrans (6), Shengelia (3) y Planinic (10) ¡ªcinco inicial¡ª; Bourousis (5), Tillie (13), James (10), Diop y Roll.
Barcelona Lassa: Satoransky (11), Navarro (3), Abrines (9), Doellman (9) y Tomic (15) ¡ªcinco inicial¡ª; Ribas (8), Perperoglu (5), Vezenkov (4), Samuels (4), Oleson (12) y Arroyo (5).
?rbitros: Jim¨¦nez, Cort¨¦s y Peruga.
Buesa Arena 11.628 espectadores. El Bar?a gana la semifinal por 3 victorias a 1 y disputar¨¢ la final contra el Madrid.
Nunca fue por delante el equipo de Perasovic. Siempre a remolque, mientras el Barcelona marcaba su territorio con ventajas que en el primer cuarto alcanzaron los diez puntos como reflej¨® el primer parcial, 14-24. Los tiples de Doellman descos¨ªan al Baskonia. El segundo cuarto devolvi¨® al Laboral Kutxa a la realidad m¨¢s dolorosa. Tomic ya reinaba bajo el aro. El tiro exterior era un castigo para el Baskonia y una bendici¨°n para el Barcelona: ue si Arroyo, que si Abrines, que si Oleson, mientras Tomic le com¨ªa la moral a Bourousis, que es como detener al general en jefe durante la batalla. Las diferencias se incrementaron hasta os 19 puntos para acabar en un 31-47 que solo dejaba la ¨¦pica en el coraz¨®n del Buesa Arena.
Pero la ¨¦pica necesita tambi¨¦n musculo. Y eso le falta al Baskonia, tanto tiempo jugando con nueve jugadores (los hermanos Diop y Corbacho son an¨¦cdotas en el banquillo de Perasovic), lo ue le permiti¨® al Barcelona que todos sus jugadores anotasen, que todos rotasen, que se repartieran las faltas personales para evitar el coraje baskonista (si es que cab¨ªa en su cuerpo). El cansancio hizo el resto: los fallos incre¨ªbles, los desajuste, las p¨¦rdidas de bal¨®n. En el descanso solo quedaba apelar a los milagros, como el mi¨¦rcoles, como tantas veces. Pero lo milagros no se repiten sin dejar de serlo. El Bar?a manej¨® el ritmo del partido a su antojo, mezclando a sus jugadores, alternando jugadas t¨¢cticas con acciones individuales (triple desde su campo de Oleson, mate de espaldas de Satoransky). Y siempre Tomic, como el electricista m¨¢s avispado de la bombilla.
El ¨²ltimo cuarto sobr¨®. Fue un intercambio de canastas con los protagonistas asumiendo su papel: unos de vencedores, otros de vencidos, cubriendo los diez minutos de juego con la calma de la misi¨®n cumplida, y el Buesa Strena cantando y gritando como si fuera su equipo, y no el rival, quien dominaba el marcador. El tiempo corr¨ªa despacio. James tuvo la ¨²ltima posesi¨®n, 24 puntos por debajo en el marcador, y decidi¨® despedirse con un mate. Los derrotados tambi¨¦n tienen derecho a un instante de placer. La gloria, la que perdura, era para el Barcelona.
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