Dimitrov, el pr¨ªncipe desvalido

Le designaron pr¨ªncipe, as¨ª que iba para rey, pero al final no solo nunca ha llegado a reinar, sino que adem¨¢s ha ido perdiendo poco a poco su sitio en el palacio. La de Grigor Dimitrov (Haskovo, Bulgaria; 25 a?os) es una de las paradojas m¨¢s llamativas del tenis en el ¨²ltimo lustro. El b¨²lgaro, se dec¨ªa, lo ten¨ªa absolutamente para triunfar y competir en las cotas m¨¢s altas del circuito: t¨¦cnica, compostura, ambici¨®n. Todo. Sin embargo, con el paso de los a?os su impacto ha ido evapor¨¢ndose hasta quedarse reducido a un jugador que pr¨¢cticamente pasa desapercibido en los cuadros y que apunt¨® mucho, much¨ªsimo, pero que nunca lleg¨® arriba. El pr¨ªncipe, futuro rey, dec¨ªan, se qued¨® entre el pueblo llano.

Hoy d¨ªa, Dimitrov ocupa el 37? pelda?o del ranking mundial (en agosto de 2014 alcanz¨® el n¨²mero ocho). Los cuatro t¨ªtulos individuales que figuran en su expediente corresponden al periodo de su despegue ¨CEstocolmo 2013, y Acapulco, Bucarest y Queen¡¯s 2014¨C y sus dos ¨²ltimas temporadas se traducen en un solar, sin trofeo ni alegr¨ªa alguna. El hombre que reun¨ªa todos los componentes para asaltar el top-3 de la ATP deambula ahora sin pena ni gloria, en una peligrosa indefinici¨®n. Si cae, su rutina actual, no es ninguna sorpresa. Los tropezones se han normalizado. Mala se?al. Tambi¨¦n este curso, en el que m¨¢s all¨¢ de jugar las finales menores de Sydney y Estambul ¨Crompi¨® tres raquetas en ese partido¨C, tampoco ha ofrecido se?ales de que pueda remontar el vuelo a corto plazo.

Se despidi¨® en la tercera ronda de la pista dura de Australia, a priori terreno favorable para su juego. Y despu¨¦s, hace tres semanas, su salida de Roland Garros a¨²n fue m¨¢s r¨¢pida, en la primera, por tercer a?o consecutivo en Par¨ªs. Su mensaje fue demoledor. ¡°He perdido mucha confianza en m¨ª mismo, estoy inseguro¡±, admiti¨®. El presente es un mar de dudas para el b¨²lgaro, un talento descomunal, pero muy quebradizo. Ya nadie habla de Baby Federer, sobrenombre que le acompa?aba por su similitud gestual con la raqueta. Su rev¨¦s, probablemente el m¨¢s delicioso junto al del suizo, a los Richard Gasquet y Stan Wawrinka, sigue intacto, pero su juego pierde toda eficacia por la desconfianza.

Un fil¨®n venido a menos

Hubo un periodo en el que los patrocinadores se frotaban las manos. Una nueva joya adornaba el circuito. Apariencia, elegancia, tir¨®n entre el p¨²blico; todos los atributos. Pero el tiempo ha difuminado el encanto. Si su nombre a¨²n sonaba en la escena p¨²blica era por su relaci¨®n con Maria Sharapova, que comenz¨® en Madrid (2013) y concluy¨® el a?o pasado. Desde entonces, dentro y fuera de las pistas, off. Muy lejos queda aquella madrugada en la que dej¨® anonadados a los aficionados de la central Caja M¨¢gica, con una exhibici¨®n portentosa frente a Novak Djokovic. Hoy d¨ªa, sus partidos se programan siempre en escenarios secundarios, pistas que quedan fuera del ojo medi¨¢tico, y su atractivo deportivo y comercial ha menguado de forma m¨¢s que considerable.

Ahora, desde un segundo plano, lucha consigo mismo (renuncia a la ayuda psicol¨®gica) para volver a levantar la cabeza y corregir su carrera. Mucho deber¨¢ girar la trayectoria, pero al menos Wimbledon le trae buenos recuerdos; no obstante, en el All England Tennis Club fue donde captur¨® el t¨ªtulo como j¨²nior (adem¨¢s, otro en el US Open) y donde firm¨® en 2014 las semifinales, con un triunfo incluido frente a Andy Murray, entonces defensor del cetro. Hoy, alejado de todo ruido (pista 18), se bate en la tercera ronda con Steve Johnson. Y, a pesar de todo, el pr¨ªncipe no pierde la esperanza, aunque la realidad le conduzca a pensar en objetivos mucho m¨¢s razonables: ¡°Mi pasi¨®n por el tenis sigue ah¨ª¡±.