Arte (industrial) franc¨¦s
Griezmann es el que puede encender el fuego con una cerilla y un pincel para que la industria francesa pueda parecer un arte. Aunque todo quede muy lejos del Louvre.
Hay poco rastro de Montmartre, del Louvre, de los boulevares, en la selecci¨®n francesa. Huele m¨¢s a gasoil, a queroseno, a energ¨ªa nuclear, a la Francia industriosa que ahora levanta la voz aunque equivoque la direcci¨®n del viento. Ahora, en pleno siglo XXI, la paloma francesa convertida en gallo tambi¨¦n se equivoca, como la espa?ola de Alberti. Solo Antoine Griezmann respeta la jurisdicci¨®n de la bohemia, con ese aire de pillo, que reparte trazos finos cuando asoma la pintura del ¨¢rea, mientras el resto tira brochazos. Es mucho decir que la Francia de hoy es la del muchacho de Macon, criado en la Real Sociedad y pulido por el Atl¨¦tico en la exigencia del ¨¦xito, pero est¨¢ m¨¢s cerca de la realidad que de la hip¨¦rbole. Griezmann, ayudado (a veces) por Payet y Coman, convierte el tr¨¢nsito de Francia en ataque en la placidez del Sena. Digamos que lo suyo es intimismo futbol¨ªstico. Muy lejos quedan sus locuras con la sub21 que le castigaron a galeras.
Hoy Francia tiene el nombre m¨¢s com¨²n posible, Antoine. Luego est¨¢ la industria francesa con dos estructuras de hormig¨®n, Pogba y Kant¨¦, en boca de medio mundo, por su despliegue f¨ªsico, por el buen producto en sus clubes (Juventus y el milagroso Leicester, respectivamente), un tipo de jugador que encandila a los entrenadores de hoy en d¨ªa convencidos de que poseen esa ca¨®tica expresi¨®n "talento f¨ªsico", esta vez s¨ª m¨¢s cercana a la hip¨¦rbole que a la realidad. La revoluci¨®n francesa es cosa de Griezmann: ¨¦l tiene el poder, ¨¦l dicta la ley del ¨¢rea, ¨¦l controla la guillotina. El resto o son bigardos o son consejeros.
Pero Francia tiene su tal¨®n de Aquiles en la defensa. Los centrales, especialmente Rami, flaquean, se desorientan con facilidad. Y Evra, en su tradicional costado izquierdo, es otra muestra del arte industrial franc¨¦s, pero con la caldera al borde del agotamiento: el talento dura toda la vida; eso otro apodado talento f¨ªsico tiene fecha de caducidad. Bastaba ver centrar al ¨¢rea a Kubala en un partido de viejas glorias para saber que los a?os pasaban por su coraz¨®n, no por su toque.
Islandia es el primer peaje para que Francia llegue a la gare de Austerlitz. All¨ª presumiblemente le espera Alemania, o quiz¨¢s Italia, con dos billetes id¨¦nticos para un mismo asiento. En ninguno de los casos valdr¨¢ apelar a la industria para que el f¨²tbol eche humo. Islandia es un equipo peque?o que vive de una sorpresa muy grande, pero vale m¨¢s enga?arle que correr con ¨¦l. Alemania o Italia siempre han hecho del sudor su mejor combustible, a veces con dise?os esplendorosos, a veces solo con los genes del oficio. En esos duelos de calderas hirvientes se agradece un fogonero cuidadoso. En Francia, Griezmann es el que puede encender el fuego con una cerilla y un pincel para que la industria francesa pueda parecer un arte. Aunque todo quede muy lejos del Louvre. Ya se sabe, all¨ª habita el pasado, pero no el olvido.
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