El arte del consuelo
Despu¨¦s de un a?o lleno de melancol¨ªa, el ¨¦xtasis se ha apoderado de toda Francia. ?Qu¨¦ nos est¨¢ pasando?
El sabor del aire que se respira hoy en Francia no es el habitual. En un pa¨ªs donde suele reinar la misma desconfianza hacia los futbolistas que hacia los pol¨ªticos, es llamativo observar la inusual unanimidad que est¨¢ sembrando la selecci¨®n nacional a su alrededor. Hasta ahora en el apoyo del p¨²blico siempre quedaba algo de resignaci¨®n. Hay que reconocer que el contexto deportivo no nos hab¨ªa ayudado a sentir indulgencia por los nuestros. Cada alineaci¨®n era un pretexto silencioso para recordarnos las dolorosas ausencias de Benzema, Ben Arfa, Valbuena y los dem¨¢s marineros ca¨ªdos de la nave azul. Encima, al d¨ªa de hoy, no se sabe a¨²n si las improvisaciones sucesivas de Deschamps a la hora de cambiar el rumbo fueron consecuencias o bien causas del caos deportivo en el que viv¨ªa nuestro equipo desde septiembre pasado.
Sin embargo es indudable que los vientos han cambiado de direcci¨®n. Pocas horas antes de la culminaci¨®n prevista esta noche se percibe una irrupci¨®n espont¨¢nea de certeza en cada coraz¨®n. No es alegr¨ªa, sino una especie de pacto honrado con el destino. A cambio de una victoria prometida, una felicidad brutal aliviar¨¢, aunque provisionalmente, los s¨ªntomas m¨¢s visibles de nuestra melancol¨ªa. Las huelgas de junio, el requisitorio in¨¦dito esta semana en contra de los directivos de France Telecom, responsables de decenas de suicidios en su empresa, los atentados de noviembre 2015 en pleno partido de f¨²tbol, los ca¨ªdos del Bataclan, de Charlie Hebdo, de las terrazas de Par¨ªs, y las m¨²ltiples amenazas en contra de la tranquilidad de la poblaci¨®n. Todos estos motivos para la amargura parecen esfumarse de golpe a pesar de que aquellas amenazas siguen muy vivas. La tristeza persiste en el interior, pero algo s¨ª ha cambiado en el paisaje. Se fue el miedo.
?C¨®mo se llama este extra?o fen¨®meno que nos empuja a pintarnos los labios, a maquillar a los ni?os, a colgar banderas tricolores en nuestros balcones, a salir a la calle gritando? Nos suena a chauvinismo, a opio, a pan y circo, a un intento infantil y gregario para escapar de una realidad demasiado ruidosa. ?Pero de verdad es as¨ª?
La mejor forma de entender lo que nos acaba de ocurrir a los franceses pasa por alejarnos de los fan zone, cerrar la puerta, ponernos c¨®modos en el mejor sill¨®n de casa y abrir La crisis de la cultura, de Hannah Arendt. Ah¨ª encontraremos una idea fecunda para meditar y comprender nuestro estado de ¨¢nimo: "Panes et circenses se pertenecen el uno al otro, ambos son necesarios para la vida, su conservaci¨®n y su regeneraci¨®n; y ambos desaparecen en el proceso". El pan que necesit¨¢bamos para aliviarnos del hambre de alegr¨ªa lo acabamos de encontrar en este circo infinito. A este delicado arte del consuelo tambi¨¦n hay que llamarle f¨²tbol.
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