El deber de Portugal
A los jugadores se les recordar¨¢ en las vitrinas, donde se recuerda a los campeones
La final de la Eurocopa ha vuelto a desenterrar el debate entre realidad y ficci¨®n, o sea entre ganar y el modo de ganar, siendo esto ¨²ltimo el capricho del autor, que ensalza y mata personajes a su criterio. Una corriente futbol¨ªstica que suelen poner de moda los aficionados cuando su equipo pierde es que la victoria da igual, pues lo importante es lo que ¡°queda en la memoria¡±, los ni?os (con los ni?os ya se justifica cualquier cosa) y un valor oscuro e insondable que al parecer surge de la derrota.?En el caso de la Eurocopa se ha optado sin embargo por la tradici¨®n: la victoria de Portugal desprestigia el torneo porque su f¨²tbol no ha entrado, por mucho, en los c¨¢nones establecidos.?Lo curioso es que se opta por atacar a un equipo despu¨¦s de ganar la Eurocopa jugando ¡°muy mal¡± al f¨²tbol, un hecho que a m¨ª siempre me ha parecido que tiene un valor extraordinario: ser capaz de jugar peor que los dem¨¢s y ganarles.?Que el gol de la victoria haya sido de ?der, un jugador del que recuerdo p¨¢rrafos casi injuriosos durante el Mundial de Brasil (los recuerdo no porque los haya le¨ªdo, sino porque los he escrito), termina de componer un cuadro verdaderamente emocionante.
El debate tuvo su momento m¨¢s delicado en Espa?a cuando se enfrentaron el Madrid de Mourinho y el Bar?a de Guardiola. Se le reprochaba al Madrid que saliese a jugarle al Barcelona no como el Barcelona, sino como le daba la gana al entrenador del Madrid. El Madrid deb¨ªa de jugar como el Barcelona sin los jugadores del Barcelona para homologar sus victorias, que las hubo.
Nunca respet¨® tanto el Madrid al Bar?a como cuando asumi¨® que no podr¨ªa jugar como ¨¦l, y le regal¨® el bal¨®n para que no se lo quitase por la fuerza, y lo esper¨® atr¨¢s para intentar matarlo al contragolpe. Pero eso no bastaba: tambi¨¦n hab¨ªa que perder. S¨®lo perdiendo el Madrid podr¨ªa decir que lo hab¨ªa intentado respetando al buen aficionado al f¨²tbol. El problema es que intentando ganar con sus propias armas, en lugar de intentarlo con las que le ofrec¨ªan sus adversarios, el Madrid respetaba al madridismo.
Como Portugal, jugando m¨¢s feo que el Madrid entonces, pero jugando m¨¢s feo de forma m¨¢s perfecta, ha respetado a los portugueses el domingo. Por eso Fernando Santos, su entrenador, tiene que salir a decir una perogrullada con car¨¢cter de titular, porque as¨ª est¨¢ el f¨²tbol: ¡°Estamos aqu¨ª para jugar la final y ganarla¡±.?Y Juan L. Cudeiro, en este peri¨®dico, recuerda oportunamente un refr¨¢n portugu¨¦s: ¡°Quem feio ama bonito lhe parece (Quien ama a un feo hermoso le parece)¡±. No fueron bonitos y no se les recordar¨¢ en los museos, donde se recuerdan a los artistas; se les recordar¨¢ en las vitrinas, donde se recuerdan a los campeones. Hay milagros como el propio Bar?a de Pep que tiene el privilegio de ser recordado en ambos lugares; hay equipos que entre el museo y la vitrina, eligen el deber.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.