Froome surge triunfante de la locura del Ventoux
Una moto frenada por el p¨²blico provoca un caos que el ingl¨¦s intenta solucionar corriendo sin bicicleta y el jurado resuelve irregularmente
El d¨ªa que vio el primer ataque, frustrado y d¨¦bil, de Nairo Quintana, caminaba por los caminos trillados de los ¨²ltimos a?os con Chris Froome desencadenado en cabeza de amarillo cuando la carrera entr¨® en lo m¨¢s oscuro del Ventoux, el monte que enga?a y lleva a la perdici¨®n, y el Tour perdi¨® la cabeza y el sentido com¨²n se convirti¨® en un objeto tan precioso y extra?o como un ¨¢rbol en el desierto ¨¢rido. Otros golpes de sinsentido e irregulares lo devolvieron cuando el sol fr¨ªo desaparec¨ªa a su estado primario. Se hizo justicia y la justicia est¨¢ por encima del reglamento, dijo el Tour y dijo Froome, el m¨¢s fuerte, que aplaudi¨® a los comisarios que tiraron las normas de la UCI por la ventana del coche y le devolvieron un maillot amarillo con el que hab¨ªa atacado impetuoso y clavado a Nairo y que hab¨ªa perdido despu¨¦s de accidentarse con una moto en compa?¨ªa de sus dos amigos de fuga, su fiel Richie Porte y el holand¨¦s Bauke Mollema. Y tambi¨¦n, muy educado, como el d¨ªa anterior, dio las gracias al Tour, que tanto le cuida.
As¨ª fue la ca¨ªda de Richie Porte y Chris Froome con la moto de TV en el ¨²ltimo kil¨®metro de la 12?etapa del #TDF2016 https://t.co/lz7r0KRNmu
— Eurosport.es (@Eurosport_ES) July 14, 2016
Cuando gan¨® la etapa, Thomas de Gendt pensaba que a¨²n le quedaban dos kil¨®metros de ascensi¨®n. Afectado por la locura del Ventoux, el irregular escalador belga que vive de sus golpes de genio y que lleg¨® como uno de los supervivientes de la gran fuga matinal, con Pauwels y Navarro, confes¨® que el ¨²ltimo cartel que recordaba haber visto era el de cuatro kil¨®metros a meta y que despu¨¦s su cabeza hab¨ªa entrado en un estado de confusi¨®n del que le hab¨ªan sacado abrazos y gritos al terminar la etapa. Eric Caritoux, que vive en las laderas del monte del viento, donde cultiva vi?as, describe lo inexplicable, que no es un invento, y cuenta c¨®mo en sus primeros kil¨®metros de ascensi¨®n, con la estrecha y empinada carretera cubierta por un espeso bosque de abetos, de repente el ox¨ªgeno huye del aire, los ciclistas se marean y se pierden los excursionistas, que no saben si suben o bajan. El exciclista franc¨¦s que gan¨® la Vuelta de 1984 a?ade que ha visto muchas cosas extra?as que desaf¨ªan la l¨®gica. A¨²n no hab¨ªa visto a un maillot amarillo desgarbado y delgad¨ªsimo correr a pie esprintando loco despu¨¦s de arrojar al suelo su bicicleta destrozada en un choque con una moto atascada por un p¨²blico enloquecido que invade cualquier cent¨ªmetro cuadrado de asfalto.
Faltaba poco m¨¢s de un kil¨®metro para la meta instalada precipitadamente en el Chalet Reynard y Froome, en un estado de p¨¢nico y desorientaci¨®n ins¨®litos, solo pudo correr sin bici unos 100 metros entre unos aficionados que no cab¨ªan y que hab¨ªan descendido de los ¨²ltimos kil¨®metros, los anulados por el mistral. ¡°Una segunda moto me rompi¨® la bici y el coche con mi bici de repuesto estaba a cinco minutos atr¨¢s y me dije que solo me quedaba echarme a correr¡±, dijo Froome, el ¨²nico de los tres fugados que no pudo remontar en bici y seguir y que no deb¨ªa de conocer el art¨ªculo 14 del reglamento, que castiga con la expulsi¨®n a aquel corredor que no efect¨²e todo el recorrido sobre su bicicleta. Despu¨¦s de recuperar un m¨ªnimo de lucidez, Froome se par¨® y tom¨® la bici neutra que le ofrecieron, pero la soluci¨®n fue in¨²til: sus zapatillas Speedplay no pod¨ªan acoplarse a los pedales, y parec¨ªa un payaso de circo intentando pedalear desesperado y heroicamente rid¨ªculo. Finalmente lleg¨® su bici, con la que cruz¨® la meta a 1m 40s de Mollema, el tiempo de referencia, y 1m 14s detr¨¢s de Nairo, Valverde y su grupo de derrotados en la ascensi¨®n, a los que tambi¨¦n fren¨® la moto, parada en medio de la carretera como un animal antediluviano atacado y devorado hasta quedar en esqueleto por una banda de diminutos roedores.
Ya entonces nadie se acordaba casi de los dos ataques de Nairo mediada la ascensi¨®n que solo le sirvieron al colombiano para que dejen de preguntarle por qu¨¦ no ataca, descolgar a un par de secundarios y mostrar la fortaleza de los gregarios de Froome, Poels y Henao, que ni se inmutaron para controlaron. ¡°Me precipit¨¦, hab¨ªa mucho viento de cara y gast¨¦ unas balas que habr¨ªa necesitado¡±, dijo el colombiano, que habr¨¢ dado la raz¨®n a aquellos que piensan que mejor que no ataque para no demostrar sus l¨ªmites y que luego sufri¨®, de nuevo, en el Ventoux again, la ley del molinillo del hombre delgado.
Los comisarios calcularon, en su resoluci¨®n justa, arbitraria e irregular, un retraso de 19s de Nairo y su grupo respecto a los tres accidentados en el plenamente en consonancia con la modernidad que encarna, y la imagen nunca vista de un ciclista ascendiendo a pie un puerto acercan a Froome a modelos de comportamiento de campeones del siglo actual, como Lance Armstrong, con quienes comparte su capacidad para sentirse superior a un destino que les acecha con sus trampas, y le aleja de los grandes campeones melanc¨®licos del pasado, grandes en su desgracia, y amados y compadecidos por ello. Ren¨¦ Vietto es recordado por perder un Tour esperando en la cuneta una rueda de repuesto durante media hora, y se convirti¨® en una leyenda por ello, como Eugene Christophe reparando su bici rota en una forja porque el reglamento prohib¨ªa entonces cambiarla, como el maratoniano Dorando Pietri, privado de su victoria en los Juegos de Londres de 1904 porque le ayudaron cuando se cay¨®, y el reglamento lo prohib¨ªa. Froome ser¨¢ fuerte, y simp¨¢tico, y en la contrarreloj seguramente ganar¨¢ su tercer Tour, un ingl¨¦s pragm¨¢tico y consentido.
Bajo la ley del Sky
El reglamento de la Uni¨®n Ciclista Internacional (UCI) dice que en los finales en alto puntuable no se aplica la ley de los tres ¨²ltimos kil¨®metros, esa por la cual si se produce una ca¨ªda o un incidente que rompan el orden deportivo de los corredores se les aplicar¨¢ a todos el tiempo que ten¨ªa el grupo en el que estaban a tres kil¨®metros de la llegada. As¨ª, en la primera clasificaci¨®n aprobada Froome aparec¨ªa clasificado el 25?, a 6m 45s de De Gendt, a 1m 40s de Mollema y a 1m 9s de Nairo, y el nuevo maillot amarillo era su compatriota Adam Yates, que hab¨ªa entrado en el Chalet Reynard 1m 25s antes. Largos minutos despu¨¦s de que David Brailsford, el jefe del Sky, declarara que hab¨ªa que tener en cuenta la excepcionalidad de los hechos y que a Froome hab¨ªa que darle el tiempo de Mollema y deb¨ªa seguir l¨ªder, el jurado anunci¨® una clasificaci¨®n que les complac¨ªa.
Los comisarios no han ofrecido mayor explicaci¨®n ni argumento, y ni han citado en qu¨¦ art¨ªculo del reglamento se han basado porque ning¨²n art¨ªculo les permit¨ªa hacerlo: simplemente han decretado el estado de excepci¨®n en el Tour.
¡°Si se han tragado la moto es porque iban pegados, y llevan todo el Tour aprovech¨¢ndose de su rebufo¡±, dice un director rival que prefiere no ser identificado. Otro recuerda el incidente del descenso del ¨²ltimo tercera del d¨ªa, cuando una r¨¢faga de viento derrib¨® a Simon Gerrans, y con ¨¦l cayeron dos compa?eros de Froome. El l¨ªder levant¨® el brazo, se qued¨® parado en la cuneta e hizo adem¨¢n de pararse a orinar, un privilegio respetado del maillot amarillo. El pelot¨®n redujo su velocidad, hasta que Froome no volvi¨® acompa?ado de sus compa?eros ca¨ªdos y alguno m¨¢s, Landa y Nieve, que se hab¨ªan quedado cortados antes. ¡°Y te quedas sin saber qu¨¦ hacer: si aceleras pasas por un cerdo, y si te paras, como hicimos, quedas como un tonto¡¡±
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