Entre Froome y los dem¨¢s, un mundo

Los paisajes en apariencia m¨¢s apacibles esconden a menudo las mayores violencias. El mistral, que no cesa sino que aumenta su fuerza y sus r¨¢fagas, limpia el cielo de Provenza, que es luminoso y claro desde detr¨¢s de un cristal, y hasta es agradable el movimiento de las copas de los ¨¢rboles en el paisaje calizo, y los campos de lavanda, manchas moradas agitadas, casi acunadas con dulzura, parece, y fragantes. Pero, delante de los cristales, pedaleando en bicicletas sin m¨¢s protecci¨®n que sus cuerpos chupados, en el ca?¨®n del Ard¨¨che y en las carreteras estrechas que suben a las alturas, el viento ruge y empuja de lado a lado, violento, y Nairo Quintana, apenas un palmo de alto, apenas 55 kilos en la b¨¢scula, debe pedalear casi espatarrado para mantener el equilibrio y no salir volando, y agarra el manillar por los lados para poder controlar la bicicleta.

El Tour es esto, una rutina que solo un golpe de genio puede cambiar.

Gana la contrarreloj Tom Dumoulin, especialista holand¨¦s de metro noventa, que conoce el viento fr¨ªo y aprende a amarlo en los diques azotados, y Chris Froome, que tambi¨¦n ronda el metro noventa, queda segundo, y a todos los escaladores que le atosigaban desde los Pirineos y en el Ventoux accidentado, los manda lejos por fin, a diferencias que se cuentan ya en minutos, no en segundos. Un poco m¨¢s cerca deja a Bauke a Mollema, otro holand¨¦s del Mar del Norte que disfruta cuando sopla fuerte y que tambi¨¦n sabe escalar, tan finito, le saca menos de un minuto, pero le tiene a casi dos en la general, y a 2m 45s al joven Adam Yates, ingl¨¦s y escalador valiente, y a Nairo, el gran derrotado, a 2m 59s, y una sensaci¨®n deprimente de ya visto. Como siempre, en los Alpes, como en 2013, como en 2015, toca remontada.

¡°?Ag¨¢rrate, Nairo! ?Ag¨¢rrate, Nairo!¡±, le grita desde el coche su director, Jos¨¦ Luis Arrieta, que ve c¨®mo el Tour, un a?o m¨¢s, se les escapa. No solo sufren los peque?itos, los reyes de la mejor relaci¨®n peso-potencia que les hace gigantes en la monta?a, como el colombiano que perdi¨® 2m 5s con Chris Froome en los 37,5 kil¨®metros de la contrarreloj, o como Richie Porte, el australiano bajito que, sin embargo, es contrarrelojista diplomado, y cede el mismo tiempo al ingl¨¦s dominante. Dumoulin dijo que hab¨ªa pasado miedo y que tuvo que cambiar de ruedas para que no se le fuera la bici, aunque, como todos salvo Dan Martin llev¨® la lenticular trasera, la que garantiza los bandazos y el tembleque. Y a Froome, que se golpeaba acad¨¦mico los codos con las rodillas en cada pedalada y se mov¨ªa menos que nadie de lado a lado, se le iba casi el casco en las ventoleras, en los vientos que soplaban de frente, de cara, de espalda, de lado, y no paraban.

Dumoulin, que se olvid¨® de la general a comienzos del Tour y se dedica a ganar etapas ¨Cgan¨® en los Pirineos, en Arcal¨ªs, con su magn¨ªfico estilo de rodador, y gan¨® en Provenza, en el valle del R¨®dano abierto--, tambi¨¦n tuvo la lucidez de admitir que solo le hab¨ªa podido sacar un minuto a Froome, el ciclista m¨¢s fuerte del Tour en todos los terrenos ya visitados, porque ¨¦l no disputa todos los d¨ªas a tope, y puede relajarse y no agobiarse por un segundo, como sufren los que disputan la general.

Nairo disputa la general y para resistir la traves¨ªa desde Andorra golpeada por la tramontana y el mistral desbocados de julio ha debido moverse con el pi?¨®n del 11 y en cabeza del pelot¨®n todos los d¨ªas, generando adrenalina y estr¨¦s agotadores, y temiendo perder el Tour en cada curva. ¡°Nairo ha pagado eso. Ha pagado tambi¨¦n el caos y el miedo del Ventoux, donde nos cont¨® que una moto se le cruz¨® y le cerr¨® en la derecha, y se tuvo que agarrar a la moto para no caerse, y dejarse llevar unos metros para poder salir del embudo¡±, dice Arrieta. ¡°A Nairo lo ha desgastado el viento. En la crono ha cedido al menos 40s m¨¢s de lo que pens¨¢bamos solo por eso. Pero ahora llegan los Alpes. Hay al menos cuatro d¨ªas muy duros para poder, por fin, atacar fuerte. Y con un solo d¨ªa puede valer¡±.

Arrieta habla de Fihnaut-Emosson, del Mont Blanc, de la casi cronoescalada, de la Joux Plane, y dice que Nairo est¨¢ sereno, confiado y con piernas a¨²n. Y se le oye y se recuerda otros a?os, ¨¦pocas anteriores a las de Nairo incluso, cuando siempre se dec¨ªa que en el Tour los escaladores siempre llegan a la monta?a machacados del llano y sin energ¨ªa, y que, encima, Froome es tambi¨¦n un gran escalador, si no el mejor. Y, como de costumbre, llegar¨¢ a la tercera semana con un colch¨®n de tiempo suficiente para sentirse gestor de su victoria.

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