Peter Sagan gana la tercera por ri?ones

En el pelot¨®n no solo hay veneno, y entre los meandros del r¨ªo Aar, caudaloso, en cuyas orillas de hierba los berneses en bikini se entregan a la sudorosa modorra la t¨®rrida tarde, las historias de amistad florecen. Como el Tinkoff cierra sus puertas a final de a?o, Froome, de amarillo, debe de creer que Sagan, de verde, busca equipo para seguir maravillando al mundo, y, como buen amigo que es, se siente en la obligaci¨®n de echarle una mano, as¨ª que agarra el micr¨®fono y proclama en la sala de prensa como un vendedor de crecepelo a la atenci¨®n de quien quiera escucharle: ¡°Sagan es fenomenal. Puede hacerlo todo y todo bien, salvo escalar. Y hace lo que quiere y cuando quiere se escapa y cuando quiere gana¡±.

La ¨²ltima frase sobra porque todo el mundo sabe que Sagan acaba de ganar la etapa magn¨ªfica de Berna en un pav¨¦s en cuesta que el pelot¨®n recorre con traqueteo de tren antiguo que sobresalta a quien lo escucha y a velocidad de AVE, que alucina.

Tambi¨¦n casi todo el mundo sabe que Sagan no tendr¨¢ problemas para encontrar un nuevo equipo que le pague lo que pide, mucho, y que incluso su due?o y el de Contador, el millonario Oleg Tinkov, no hace mucho dijo que si el eslovaco ganaba tres etapas en el mismo Tour, se pensar¨ªa otra vez lo de cerrar la tienda.

Fren¨¦ticos, los periodistas actualizan cada segundo su cuenta de Twitter, la v¨ªa de comunicaci¨®n del empresario ruso con el mundo, pero no llegan noticias.

El tramo de pav¨¦s bajo los frondosos ¨¢rboles era un homenaje que el Tour quer¨ªa ofrecer al ciclista m¨¢s destacado de la capital de la Confederaci¨®n Helv¨¦tica, Fabian Cancellara, el rey de las piedras de la Par¨ªs-Roubaix, que se retira esta temporada y que agradeci¨® el gesto esprintando para acabar sexto. Lleg¨® lejos, pero la pareja que se jug¨® la victoria al fotofinish fue la formada por Alexander Kristoff y Sagan.

El genio de verde resolvi¨® remontando con un espectacular golpe de ri?ones que lanz¨® su bicicleta varios cent¨ªmetros por delante del noruego del Katusha, m¨¢s tardo en el empuj¨®n final.

El d¨ªa m¨¢s caluroso de julio tambi¨¦n en Suiza lleg¨® el Tour a toda velocidad al d¨ªa de descanso, que huele a Alpes, esperanza y miedo. La media durante los 209 kil¨®metros de terreno quebrado fue de m¨¢s de 47 kil¨®metros por hora, el regalo que Tony Martin, el rey de las contrarreloj, le quiso hacer a Cancellara, su antecesor en el trono. Para hacerlo m¨¢s bonito, ah, la amistad, el alem¨¢n se llev¨® en la fuga did¨¢ctica-excursi¨®n a un alumno, su compa?ero franc¨¦s Alaphilippe, tan ligero que cuando termin¨® la paliza dijo que hab¨ªa aprendido mucho de su generoso compa?ero tantos kil¨®metros y kil¨®metros solos, y que es tan bueno su Martin que a veces hasta le costaba aguantar en su rueda.

En el fondo, Froome parece envidiar a Sagan su capacidad para separarse del pelot¨®n a voluntad, y tanto ha practicado este Tour en terrenos extra?os, descensos, abanicos llanos, que muchos, al ver su mancha amarilla tan brillante al sol en medio de los primeros antes del sprint hasta pensaron que el ingl¨¦s tambi¨¦n lanzar¨ªa un ataque en el pav¨¦s. No lo hizo, por supuesto, lo que sirvi¨® a alguno de la prensa para preguntarse en alto si no se estaba exagerando la superioridad del l¨ªder.

Todo el mundo dice que nadie ataca, y en ese nadie habr¨ªa que incluir a Froome, dijo otro, sin iron¨ªa. ¡°Aqu¨ª no ataca ni Froome¡±, jur¨®. Y tir¨® de dedos de una mano para contar: ?Se considera ataque que se lanzara haciendo el pino como un loco por el Peyresourde para ara?ar unos segundos? ?Y su desmelene en el abanico a rueda de Sagan, otros segundillos? Su ¨²nico ataque verdadero fue el que trunc¨® la moto en el Ventoux, y all¨ª, justamente en monta?a, no fue capaz por primera vez en su carrera de ganador de Tour de quedarse solo, pues le resisti¨® Porte y le alcanz¨® Mollema.

Y, en efecto, Froome est¨¢ ganado el Tour gracias a la contrarreloj y al equipo, al Poels capaz de llevar a todo el pelot¨®n de magn¨ªficos hasta su l¨ªmite. Y fue tan bueno en el Grand Colombier que ni siquiera el gran Froome pudo atacar.