La foto que deseaba Froome
El l¨ªder gana la contrarreloj de Sallanches y deja a cinco rivales luchando por el podio
La memoria del Tour se alimenta de im¨¢genes de su campe¨®n solo, distinto, corriendo en otra dimensi¨®n casi no humana. Las almas sard¨®nicas las resumen en una, Froome de amarillo corriendo Ventoux loco arriba para salvar su liderato del mistral y las motos. Los generosos a?aden una m¨¢s, ins¨®lita tambi¨¦n, Froome de negro acr¨®bata del Peyresourde descendiendo loco hacia el liderato. El resto era un borr¨®n oscuro, una mancha espesa en frente del pelot¨®n con una cabeza de alfiler amarilla, y un tropel detr¨¢s: Sky, Froome, pelot¨®n atropellado en sus movimientos cansinos.
En Saboya, a¨²n en las faldas perpetuas del Mont Blanc en el que el Tour da su mini Tour final, los cl¨¢sicos carraspean, piden la palabra. Hablan. Reclaman la memoria de Merckx, el can¨ªbal que en el 64 gan¨® el primero de sus arco¨ªris en Sallanches, la ciudad de donde sale la contrarreloj, el mismo a?o, el mismo escenario, en el que Jan Janssen, un holand¨¦s que tambi¨¦n ha ganado el Tour, se impuso en el Mundial amateur; y hablan de Hinault, que hasta tiene una estatua en una rotonda del pueblo tanta burricie de esp¨ªritu necesit¨® el bret¨®n en 1980 demoledor que ha convertido Sallanches en sin¨®nimo de tozudez extrema, de demostraci¨®n ¨²nica de car¨¢cter. Recuerdan el pasado los cl¨¢sicos para hablar de Froome, que sale de la rueda de sus compa?eros luminoso amarillo, solo, y un parche sor Virginia en los ri?ones doloridos, para ganar la contrarreloj de amarillo y levantar el pu?o sobre la cabra triunfador en la meta, en Meg¨¨ve, la estaci¨®n de la jet. Froome ha o¨ªdo la llamada de la grandeza y ha respondido. Esta es la foto del Tour, que ya est¨¢ salvado.
Froome es parte del Gotha cicl¨ªstico aunque le falte aparentemente la cabeza genial de los m¨¢s grandes. Donde hab¨ªa una fuerza absoluta, una suerte de dios rom¨¢ntico que guiaba hacia la locura, en Froome hay raciocinio muy de los tiempos. Anquetil, el dios de la contrarreloj, sal¨ªa esprintando, aceleraba a mitad de camino y terminaba tan a tope que ca¨ªa extenuado cruzada la meta, los labios l¨ªvidos. Froome sale calculando para no pasarse, con la cabra pesada ¡ªcomo Nairo, m¨¢s de nueve kilos cuesta mucho subirlos en rampas del 13%¡ª, al ritmo que hab¨ªa previsto su fisi¨®logo para no entrar en deuda, haciendo n¨²meros en la cabeza, cumpliendo los objetivos y las ¨®rdenes de su medidor de potencia.
El elogio de Merckx
Merckx est¨¢ all¨ª con Janssen y con Hinault, que nunca se ha ido, y aplauden. ¡°No cabe discusi¨®n¡±, resume Merckx. ¡°Froome es el m¨¢s fuerte. Ganando hoy lo ha querido demostrar. Soberbio¡±. A Froome le da un ataque de timidez, se pone colorado y dice que viniendo de Merckx es un elogio que le deja sin palabras, y habla de Porte, su amigo de M¨®naco, al que quiere a su lado en el podio. Lo dice porque lo siente y porque, privilegios de l¨ªder, puede.
Froome solo y un pu?o, es la foto, pero hay otra, un vag¨®n de metro en hora punta casi, los que le siguen achuchados en la general peleando por el derecho a salir con ¨¦l en la foto de los Campos El¨ªseos, la lucha que dar¨¢ sentido a su Tour. Despu¨¦s de la contrarreloj dura, el repecho de Domancy, ah¨ª donde Hinault destroz¨® al mundo, los falsos llanos incesantes hacia arriba, el descenso sinuoso, todo concentrado en 17 kil¨®metros, en media hora de esfuerzo, cinco seguidores, del segundo al quinto, viajan en 69s, Mollema y Yates, que empiezan a flaquear; Nairo, que, consumido y todo, se acerca, aunque m¨¢s se le acercan a ¨¦l, peligrosos, Bardet y, sobre todo, Porte, el admirado por Froome, el m¨¢s fuerte en monta?a. El australiano tiene dos etapas para demostrarlo y para poder olvidar los casi dos minutos que perdi¨® el primer domingo del Tour, por un pinchazo al pie de la cota de Cherburgo, el tiempo que le ha penalizado. Despu¨¦s, lo que le lleva Froome lo ha perdido en las contrarreloj, en la del mistral que se lo llev¨®, en la de Sallanches. Es el ¨²nico que ha estado con Froome, y gui¨¢ndolo y todo, en las llegadas en alto, Ventoux hasta la moto, Finhaut-Emosson hasta el dique.
En Saint Gervais hay un repecho asesino de tres kil¨®metros al pie del ¨²ltimo puerto, faldas de Mont Blanc arriba, que se asciende el viernes, la etapa reina, sin descanso. Cuando estuvo ah¨ª en abril con la nieve estudi¨¢ndolo a Nairo le brillaban los ojos, aqu¨ª atacar¨¦, dijo, y empez¨® a so?ar con el d¨ªa, y con el d¨ªa siguiente, con la Joux Plane que ama. Tres meses despu¨¦s Nairo se queja de una alergia, se encuentra donde no quer¨ªa y con menos fuerzas de las que esperaba. El lugar de la gloria puede ser el lugar de tortura, el de la resistencia que le lleve al podio conquistado pese a todo.
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