Desfase horario
En esa escena casera, en la que dos ignorantes observ¨¢is embelesados, a deshoras, algo que os interesa vagamente, queda retratada la grandeza de los Juegos
Quiz¨¢ lo m¨¢s trepidante de una Olimpiada sea el desfase horario. La primera obligaci¨®n ante unos Juegos es romper los relojes e instalarse en el caos, madrugando o trasnochando, seg¨²n el caso. Cuando se celebran lo bastante lejos, los Juegos te obligan a realizar una especie de viaje en el tiempo, y a ocupar el sof¨¢ a unas horas rar¨ªsimas para tu estilo de vida. El modo en que las competiciones se suceden fuera de hora, en otra realidad, casi en forma de ficci¨®n, nos desordenan las rutinas con ese estilo violento y sutil con el que se agita un c¨®ctel. Y nosotros felices.
La familia alucina cuando se levanta a las siete de la ma?ana y te descubre ante la televisi¨®n ensimismado. No sabe bien qu¨¦ pensar. Tal vez que anoche volviste a drogarte y ahora no consigues pegar ojo. Tu pareja, que se las da de detective, muestra inter¨¦s, se acerca y te pregunta qu¨¦ ves a estas horas si puede saberse, en lugar de dormir. T¨² respondes que "doma" o "taekwondo". Ella frunce el ce?o y se sienta a tu lado, y cuando pretende conocer qu¨¦ deportes son esos, y por qu¨¦ reglas se rigen, descubres que en realidad t¨² tampoco lo sabes, pero da igual. Hay que mirarlos, sin m¨¢s. En esa escena casera, en la que dos ignorantes observ¨¢is embelesados, a deshoras, algo que os interesa vagamente, queda retratada la grandeza de los Juegos. Nos rendimos a ellos sin preguntarnos por qu¨¦ de repente nos apasiona la esgrima, la halterofilia o todas las modalidades de vela, de las que nada sabemos. Las olimpiadas son hipn¨®ticas. Uno simplemente deja que subviertan su reloj interno, mientras se desmadra y pone los pies sobre la mesita.
En esos quince d¨ªas que duran no nos importa romper nuestras convicciones en trocitos peque?os, como las que establecen que "no madrugar¨¢s", o que "te acostar¨¢s tarde, pero borracho". No quieres perderte nada. Incluso tu entorno lo entiende. Es como si dijeses "voy a misa". ?Qu¨¦ ser querido, para un d¨ªa que vas, querr¨ªa disuadirte? No hacer absolutamente nada, y hacerlo en momentos intempestivos, viendo la televisi¨®n seg¨²n husos horarios remotos, al rev¨¦s de tu mundo, son unas vacaciones casi perfectas.
El desfase horario de Los ?ngeles fue nuestra primera maniobra de vivir peligrosamente sin salir del sal¨®n. Despu¨¦s vinieron Se¨²l, Pek¨ªn o Sidney. Exigieron de nosotros actos completamente desesperados, como programar el despertador en agosto. No quer¨ªamos perdernos nada. En el 84 di una cabezada un minuto antes de la final de los 100 metros, y me despert¨¦ en la repetici¨®n. A¨²n es la gran frustraci¨®n de mi vida.
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