R¨ªo es un festivo caos
Purito se despide del ciclismo con un quinto puesto ol¨ªmpico en un primer d¨ªa de competici¨®n marcado por largas colas de espectadores y problemas de transporte
Hace unos meses, un presidente de federaci¨®n espa?ola, fatalista por tanto, contaba que no hab¨ªa que preocuparse por nada, que los problemas que se hablaba que tendr¨ªa R¨ªo, la seguridad, el transporte, el caos global y el mosquito, se resolver¨ªan en un plis-plas. ¡°Sacar¨¢n el Ej¨¦rcito a la calle y todo funcionar¨¢¡±. El optimista dirigente ten¨ªa raz¨®n, aunque solo a medias. El Ej¨¦rcito est¨¢ en la calle; el caos en la ol¨ªmpica, festiva y veraniega R¨ªo en el invierno brasile?o, crece d¨ªa tras d¨ªa.
No es mala noticia que el Ej¨¦rcito fracase m¨¢s all¨¢ de lograr que marchen controladas las colas de cientos de metros de ciudadanos silenciosos para acceder al Parque Ol¨ªmpico a trav¨¦s de sus embudos de seguridad. La organizaci¨®n y el buen funcionamiento del asunto son otro cantar. El precio que se paga por su intervenci¨®n es alto. Las fotos de camiones y carros blindados vigilando a los ciudadanos sedientos de deporte en chancletas y camiseta no ayudan mucho a transmitir los mensajes e ideales ol¨ªmpicos que tanto dinero cuestan. Tan poco como los atascos permanentes que desesperan a los deportistas, que llegan tarde a sus citas.
La carrera de ciclismo termin¨® en Copacabana, la playa s¨ªmbolo de la idea del R¨ªo feliz, y los ba?istas abandonaban la arena cuando o¨ªan las sirenas de los motoristas militares que abr¨ªan paso al pelot¨®n desde Ipanema y dejaban los chiringuitos para saludar desde las vallas. Tumbado sobre su bici verde fosforito, Imanol Erviti llevaba al pelot¨®n a rueda y con la mirada puesta en la Vista Chinesa, el mirador que les quitar¨ªa el hipo m¨¢s tarde, y donde su Valverde y Purito, el s¨ªmbolo de la Espa?a de escaladores que disfrutan de las etapas de monta?a, y bajan prudentes, calculan qu¨¦ hacer. Les gana un belga, Van Avermaet, y Purito termina quinto y disfruta de una herida cerrada, pues Valverde le ayud¨®. Pero hasta entonces, todos disfrutaban del olor a mar y a alegr¨ªa, y hasta ni se enteraban de que el viento soplaba de cara.
El arquero Kim
Se pueden consolar los organizadores pensando que nadie es perfecto, como Jack Lemmon travestido. Pero tambi¨¦n se equivocan, la perfecci¨®n ol¨ªmpica existe y tiene nombre de arquero coreano, Woojin Kim, capaz de clavar casi todas sus flechas en un circulito de 10 cent¨ªmetros de di¨¢metro lanz¨¢ndolas desde 70 metros. La raz¨®n de su ¨¦xito deber¨ªa inspirar a los que busquen soluciones para que la R¨ªo ol¨ªmpica deje de ser una ratonera de frustraciones. Los arqueros coreanos la clavan en su sitio porque saben dominar la adrenalina que pugna por invadirlos. Lo consiguen pasando miedo primero. Se lanzan por puentes o al mar desde alturas temerosas y hasta disparan sus arcos hacia los blancos en los intermedios de partidos de b¨¦isbol. Una vez entrenado, el miedo desaparece y la perfecci¨®n aflora.
Quiz¨¢s deber¨ªan entrenar sus miedos los hombres que llevan el quilombo ol¨ªmpico y razonar con serenidad. Seguro que la primera medallista de R¨ªo, la tiradora de carabina norteamericana Virginia Thrasher, algo as¨ª practica.
Si no lo hacen ellos, que lo hagan al menos los responsables de la Federaci¨®n Espa?ola de Atletismo, que deben enfrentarse al caso Mechaal, un asunto en el que se cruzan el dopaje y el miedo a actuar con contundencia. La federaci¨®n ha amparado el derecho de recurso y r¨¦plica del deportista, aun lamentando que afecte al buen ambiente del atletismo espa?ol con los ¨¦xitos recientes. Ni la federaci¨®n internacional, que, escamada tras meses de ensalada rusa, ha desechado la fe en las personas para abrazar la frialdad de los datos, ni la Agencia Espa?ola Antidopaje, ni siquiera el ministro M¨¦ndez de Vigo, que intervino, lo ven igual.
El Ej¨¦rcito brasile?o, el miedo lo debe de tener entrenado de antiguo y ser¨ªa buen maestro. Sus respuestas ante las amenazas son de una eficiencia desoladora: ven cerca de la meta de las bicis una mochila sin due?o y sin dudarlo le colocan un cebo y la hacen explotar. Por si acaso. Las preguntas, despu¨¦s.
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