El Bolt m¨¢s lento es el m¨¢s grande en los 100m
El jamaicano logra su tercer t¨ªtulo ol¨ªmpico en los 100m derrotando a Gatlin con una marca de 9,81s
En el calor del estadio de Engenhao se oy¨® aletear un helic¨®ptero. Despu¨¦s un pistoletazo. La afici¨®n, ya ebria despu¨¦s de una noche de atletismo para no olvidar, comenz¨® a rugir. Poco menos de 10s despu¨¦s, se volvi¨® loca. Hab¨ªa asistido a lo que esperaba, a la consagraci¨®n de Usain Bolt, su ¨ªdolo. Con una marca de 9,81s (0,2 metros por segundo de viento a favor, inapreciable), el jamaicano gan¨® la prueba m¨¢s breve, la m¨¢s seguida, la m¨¢s esperada, de los Juegos Ol¨ªmpicos.
Nunca hab¨ªa corrido tan lento Usain Bolt para ganar uno de los t¨ªtulos que han hecho de ¨¦l el m¨¢s grande; nuca hab¨ªa sido Bolt m¨¢s Bolt que en la noche calurosa de R¨ªo en la que, media hora despu¨¦s de que su amigo Wayde van Niekerk batiera el r¨¦cord m¨¢s respetado de la velocidad, el de los 400m de Michael Johnson, logr¨® el gran objetivo de su carrera, una tercera medalla de oro consecutiva en los 100m, lo que nadie hab¨ªa conseguido nunca. Es la contradicci¨®n pura del personaje que ha llegado al olimpismo para ser recordado siempre. Para ser Bolt no es necesario correr m¨¢s r¨¢pido cada vez. Basta con demostrar siempre que se es invencible. En Pek¨ªn, Bolt gan¨® su primer oro ol¨ªmpico con 9,63s, la final en la que se par¨® casi a los 60 metros para celebrar su victoria; en Londres lo hizo en 9,69s. Para ganar su primer Mundial, en Berl¨ªn, dej¨® el r¨¦cord del mundo en el tiempo que seguramente muchos no llegar¨¢n a vivir para verlo batido, 9,58s; en Mosc¨² 13, su segundo Mundial, 9,77s, y para ganar el tercero en Pek¨ªn 2015, necesit¨® correr solo una cent¨¦sima m¨¢s r¨¢pido que Justin Gatlin, en 9,79s. Su tercer oro ol¨ªmpico en los 100m, el de R¨ªo c¨¢lido y sudoroso, lo corri¨® en 9,81s. ocho cent¨¦simas m¨¢s r¨¢pido que Gatlin, su sombra (9,89s) y una d¨¦cima m¨¢s veloz que los 9,91s de Andre de Grasse, el canadiense que ya subi¨® al mismo puesto del podio, junto a los mismo protagonistas, en Pek¨ªn hace un a?o.
¡°Alguien dijo alguna vez que yo podr¨ªa ser inmortal. Dos medallas m¨¢s y lo firmo. Inmortal¡±, dijo Bolt, como quien dicta su epitafio, despu¨¦s de derrotar en un duelo curioso a su rival jurado, a Justin Gatlin, que entr¨® cohibido por el gigantesco abucheo que le esperaba desde las gradas llenas. Gatlin sali¨® como siempre, como una bomba, y oblig¨® a Bolt, que no acaba de dar con la salida, a una remontada tremenda, casi angustiosa, que acab¨® con una sonrisa de liberaci¨®n y un pulgar golpeando su pecho, este soy yo, Usain Bolt, no hay nadie igual. ¡°Siempre habr¨¢ gente que dude¡±, dijo. ¡°Pero que no se equivoque. Estoy en mejor forma que el a?o pasado¡±.
La mirada de Bolt durante el adelantamiento fue la de un conductor que ve que su coche no da m¨¢s de s¨ª y el cami¨®n que viene de frente se le puede terminar echando encima. Pasado el metro 70, Bolt gir¨® el cuello a su izquierda. Comprob¨® que el obst¨¢culo por fin hab¨ªa sido superado y, en un abrir y cerrar de ojos (dicen que en eso se tarda una mil¨¦sima de segundo, m¨¢s o menos), la angustia se borr¨® de su rostro tan expresivo. Una sonrisa radiante sustituy¨® la pena con la claridad con la que un rasgo del l¨¢piz le permite a un dibujante plasmar todas las expresiones de un rostro humano sobre un c¨ªrculo en blanco. Bolt, en esos momentos de tan tremendo esfuerzo f¨ªsico, es un dibujo de c¨®mic con largas patas y enormes ojos que siempre parecen preparados para sorprenderse.
Pese al entusiasmo invasivo del p¨²blico, la celebraci¨®n del t¨ªtulo que le quita un peso de encima fue m¨¢s serena que ninguna, m¨¢s religiosa podr¨ªa decirse, dentro, siempre, de la locura de Bolt. Contribuy¨® a ello, quiz¨¢s, el gesto compungido con que Gatlin debi¨® celebrar su plata, con la bandera alrededor, las barras y las estrellas, y el miedo a m¨¢s pitos para recordarle al campe¨®n ol¨ªmpico de Atenas que hace unos a?os fue suspendido por dopaje. A la tele, Gatlin le dijo simplemente que esa medalla era para su hijo. ¡°Por si me est¨¢s viendo, te quiero¡±, le dijo.
¡°Me sorprendieron los abucheos a Gatlin¡±, dijo Bolt, a quien nunca parece le tocar¨¢n las sospechas que manchan a todos aquellos que logran algo extraordinario en el atletismo. ¡°Es la primera vez que los oigo en un estadio¡±.
Los de R¨ªo ser¨¢n seguramente los ¨²ltimos Juegos de Bolt, que cumple 30 a?os el domingo pr¨®ximo, el de la clausura. ¡°No estar¨¦ en Tokio 2020¡±, anunci¨® antes de empezar. No los terminar¨¢ sin culminar su obra de orfebrer¨ªa, sumar a sus t¨ªtulos los de los 200m y el relevo 4x100 y cerrar, as¨ª, antes de retirarse a vivir de su fortuna (se calcula que ingresa unos 30 millones de euros al a?o, al nivel de un Messi o un Ronaldo), el conocido como triple-triple: tres medallas, tres Juegos, tres veces. Lo que nadie ha conseguido y quiz¨¢s nadie conseguir¨¢ jam¨¢s.?
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