Rusia hunde a Espa?a al contragolpe
El equipo que dirige Miki Oca cae en cuartos (12-10) y no podr¨¢ defender la plata lograda en Londres
Hay un momento id¨ªlico en los partidos del waterpolo femenino. Sucede cuando las siete mujeres que componen la alineaci¨®n titular de cada equipo se inclinan sobre el borde de la piscina, recogen agua con las manos, y se la derraman en los muslos con el fin de preparar el cuerpo para el contraste fr¨ªo del ba?o. Rusas y espa?olas recordaron a un grupo de v¨ªrgenes vestales haciendo abluciones, antes del partido de cuartos de final que las enfrent¨® en el estadio acu¨¢tico de los Juegos de Rio. En el mismo vaso en el que nad¨® por ¨²ltima vez Michael Phelps, durante un instante este lunes rein¨® la armon¨ªa y la evocaci¨®n de ritos de purificaci¨®n arcaicos. La guitarra el¨¦ctrica de la megafon¨ªa anunci¨® la estrepitosa decadencia. El violento declive hacia la Edad Media y m¨¢s all¨¢, hacia un futuro pavoroso, precedido de aullidos de aficionados, banderas al viento, y la s¨²bita zambullida de las catorce ni?as como catorce bombas de profundidad en un recipiente convertido durante los siguientes 32 minutos en pozo de refriegas mujeriles. Al lector que procure ahorrarse este drama marcado por rasgu?os y hematomas, se le informar¨¢ sin dilaci¨®n que Espa?a perdi¨® por 12-10 y que qued¨® eliminada del torneo.
Mati Ortiz abri¨® el marcador cuando el partido contaba segundos. Al contragolpe, circunstancia que, como veremos, no se circunscribe al f¨²tbol ni fue inventada por Jos¨¦ Mourinho. El seleccionador espa?ol, Miki Oca, celebr¨® el tanto como quien interpreta un buen augurio. Formadas para revista con sus albornoces blancos, las rusas malencaradas hab¨ªan dejado el aire cargado de una idea de intimidaci¨®n en la ceremonia de los himnos. El gol de Mati, escap¨¢ndose de Eugenia Ivanova, hizo pensar en el triunfo del ingenio y la ligereza frente a la fuerza bruta del gigante eurasi¨¢tico. No solo no fue as¨ª, sino que las ingeniosas resultaron las otras.
El esquema adquiri¨® la forma m¨¢s descontrolada. Espa?a marcaba y Rusia respond¨ªa. Un juego entretenido para el p¨²bico y fatigoso para las muchachas, abocadas a esprintar 15 metros arriba y abajo entre patadas, agarrones, sopapos, rasgu?os y todo tipo de recursos en el empe?o de mortificar al rival. Como quiera que los ¨¢rbitros dejaron hacer, la piscina comenz¨® a bullir. Olga Gorbunova, la boya rusa, se creci¨® en la reyerta. Casi siempre superior a su defensa, esta mujer voluminosa y escurridiza como un manat¨ª se las arregl¨® para meter goles art¨ªsticos. Por ah¨ª la defensa espa?ola comenz¨® a desesperarse.
El partido se rompi¨® en el tercer cuarto. Al contragolpe. Primero, con un gol de Nadezhda Glyzina, que resolvi¨® sola y fr¨ªa ante la portera Laura Ester (8-7). Despu¨¦s, con otra contra, propiciada por el ahogamiento parcial de Maica Garc¨ªa en las inmediaciones de la porter¨ªa contraria y ante la protesta airada de las espa?olas, que se sintieron maltratadas por los jueces. Ana Timofeeva aprovech¨® el desconcierto con un pase de 15 metros a Ekaterina Pokofyeva que la destinataria no tuvo m¨¢s remedio que interceptar. En el waterpolo no es la mano ni el pie lo que controla el bal¨®n lanzado en velocidad. Es el agua, que lo retiene como si fuera un pegamento. Pokofyeva deriv¨® inadvertida, recogi¨® la pelota y se qued¨® mano a mano con Laura Ester antes de abrir una brecha que nadie cerrar¨ªa (10-8).
¡°Sab¨ªamos que ser¨ªa una guerra y la perdimos¡±, dijo Oca, r¨ªgido e inexpresivo a pie de pileta. ¡°Rusia estuvo mejor que nosotros. Salimos bien pero a medida que avanz¨® el partido nos hicieron da?o al contraataque y no encontramos nuestro juego. Ellas abrieron hueco, tuvimos que volcarnos, y aprovecharon esos espacios¡±.
Los espacios en el agua son m¨ªnimos, pero por efecto de la resistencia recorrerlos puede convertirse en un chapoteo est¨¦ril. Sobre todo cuando la mano sumergida de una rusa agarra el ba?ador de su rival y tira hacia abajo. Defender los resultados ventajosos parece m¨¢s f¨¢cil en la densidad del l¨ªquido que fuera de ¨¦l. Espa?a no consigui¨® superar esta impresi¨®n. En el oleaje se dej¨® la defensa de la plata ol¨ªmpica conquistada en Londres.
La imponente Maika Garc¨ªa march¨® en la retaguardia del equipo de chicas sollozantes. Erguida, con el rostro enrojecido por la fricci¨®n y los tirantes del ba?ador dados de s¨ª, descubri¨® el tatuaje de una flor o de un abejorro en el hombro derecho, antes de pronunciar una frase irrefutable en nombre de todas: ¡°No hemos hecho lo que ten¨ªamos que hacer¡±.
Lejos qued¨® el ef¨ªmero momento id¨ªlico de la velada. A partir de ahora, Espa?a competir¨¢ por el quinto puesto.
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