El campe¨®n sin espejo
La cartera ha salido al paso de las dudas que planteaba la cantera, una apuesta que hace bien poco se le antojaba al cul¨¦ de a pie como una herej¨ªa propia de presidentes ineptos
Sucedi¨® en la temporada 1993-1994. El Bar?a acababa de firmar a Romario y la prensa del pa¨ªs se enzarz¨® en un debate oscuro sobre cu¨¢l de los cuatro extranjeros ocupar¨ªa plaza en el banquillo ante el debut liguero frente a la Real. La normativa imped¨ªa alinear a m¨¢s de tres sobre el campo as¨ª que, apenas una hora antes del partido, Johan Cruyff y sus ayudantes se reunieron para zanjar el asunto. El sacrificado ser¨ªa Ronald Koeman, decisi¨®n que sorprendi¨® a propios y extra?os, tanto que Toni Bruins se acerc¨® a Johan y le pregunt¨® si estaba seguro de lo que estaba haciendo. ¡°S¨ª¡±, le dijo Cruyff. ¡°A ¨¦ste, al menos, se lo podr¨¦ explicar en holand¨¦s; lo entender¨¢ mejor¡±.
En palabras del propio Luis Enrique, el Bar?a afronta una nueva temporada con la m¨¢s extensa y potente plantilla que haya tenido a sus ¨®rdenes desde que se hiciese cargo de aquel equipo maltrecho que dej¨® en herencia Gerardo Martino, un t¨¦cnico que aterriz¨® en paraca¨ªdas, aclamado como un revolucionario, y regres¨® a casa disfrazado de inc¨®gnito como cualquier golpista derrotado. Las cornadas durante el tramo decisivo de la pasada temporada, especialmente la eliminaci¨®n europea, rompieron el encanto de una campa?a que apuntaba a la historia con el dedo y algunos aficionados dirigieron su mirada inquisidora hacia los suplentes, especialmente desencantados con los j¨®venes canteranos.
La llegada de jugadores m¨¢s o menos contrastados, acompa?ados de la siempre reluciente vitola de internacional, parece haber calmado los ¨¢nimos de aquellos aprensivos que se hac¨ªan cruces por la presencia de Bartra, Sandro o Munir en la rec¨¢mara mientras envidiaban los lustrosos banquillos de los principales rivales, adornados a base de euros y portadas. Y como esta es una directiva muy atenta a todo tipo de desvelos, la cartera ha salido al paso de las dudas que planteaba la cantera, una apuesta que hace bien poco se le antojaba al cul¨¦ de a pie como una herej¨ªa propia de presidentes ineptos carentes de proyecto, ¨¦tica o religi¨®n.
As¨ª, tras la millonaria inversi¨®n en cromos, le tocar¨¢ al t¨¦cnico lidiar con los egos que abundan en los vestuarios masificados que tem¨ªa Cruyff y de su gesti¨®n depender¨¢n las opciones de enlazar el tercer t¨ªtulo de Liga consecutivo. Quiz¨¢ todo resulte muchos m¨¢s sencillo y, en realidad, solo deba preocuparse Luis Enrique por la felicidad de uno de sus hombres. Messi sigue siendo la clave de b¨®veda en un proyecto que, bajo su amparo, parece soportar cualquier disparate: desde los que llevan el sello inequ¨ªvoco de la directiva hasta los que perpetra su propio peluquero, como un campe¨®n sin espejo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.