Espa?a cierra los Juegos de R¨ªo con 17 medallas: 7 de oro, 4 de plata y 6 de bronce
Los siete t¨ªtulos ol¨ªmpicos coronan a una generaci¨®n que no se conforma con ser segunda y se sobrepone a la crisis econ¨®mica
Son tan buenos que ganan medallas a pesar de ser espa?oles. El fatalismo nacional, tan abonado los ¨²ltimos meses por el insoluble laberinto pol¨ªtico, ha sido socavado las dos ¨²ltimas semanas desde la lejana R¨ªo de Janeiro, de donde Carolina Mar¨ªn, Ruth Beitia, Mireia Belmonte, Sa¨²l Craviotto, Christian Toro, Maialen Chourraut, Marcus Walz, Marc L¨®pez y Rafa Nadal han regresado a Espa?a coronados como campeones ol¨ªmpicos, la m¨¢xima aspiraci¨®n de cualquier deportista del mundo. Su ambici¨®n.
Es su triunfo.
Espa?a ha terminado con 17 medallas, el n¨²mero que aventuraron los t¨¦cnicos en sus previsiones y pron¨®sticos m¨¢s optimistas. Y, sin embargo, se han quedado cortos, el n¨²mero de oros, el crecimiento del car¨¢cter ganador de los deportistas espa?oles, que, siguiendo la m¨¢xima de Bruno Hortelano, el atleta que m¨¢s expectativas e ilusiones despierta, prefieren pensar antes en conseguir lo m¨¢ximo que conformarse de entrada con un poco menos. El nivel de las aspiraciones genera el nivel de las medallas. No puede haber c¨¢lculo. No se puede decir que un oro vale por dos, tres, cuatro, platas o bronces. Una medalla de oro, el poder sentirse uno campe¨®n ol¨ªmpico, despierta en la imaginaci¨®n sensaciones ¨²nicas. Pese a la miseria econ¨®mica del ciclo ol¨ªmpico, el recorte de subvenciones, el descenso del plan ADO, el recurso exagerado al voluntarismo y al sacrificio de los empe?ados en dar su tiempo y su trabajo por los Juegos, Espa?a regresa de R¨ªo con siete medallas de oro, m¨¢s que en ninguna otra cita ol¨ªmpica si se excluye Barcelona 92, donde la cifra casi se dobl¨® (13). Oro, adem¨¢s de calidad. Oro femenino.
Por primera vez desde Barcelona, justamente, el atletismo y la nataci¨®n, los deportes nucleares de los Juegos, los m¨¢s extendidos por el mundo, los que cuentan con m¨¢s participantes, los m¨¢s complicados, han alcanzado el oro. Las due?as de las medallas son dos mujeres, Ruth Beitia y Mireia Belmonte. Las primeras campeonas ol¨ªmpicas de los deportes rey. La cara masculina, tan dominante en sus especialidades en su historia ol¨ªmpica ¡ªla de Beitia, por ejemplo, es la 13? medalla del atletismo espa?ol; de las 12 anteriores solo una, la de Mar¨ªa Vasco en marcha, era femenina¡ª, comienza a borrarse.
El atletismo espa?ol ya no es solo Ferm¨ªn Cacho; la nataci¨®n no es solo el recuerdo de David L¨®pez Zubero. Los siete oros de R¨ªo son las sexta parte de todos los conseguidos desde el primer triunfo ol¨ªmpico, en Mosc¨² 80, tan cerca. Hace solo 10 Juegos. Si se restan los 13 de la excepcional Barcelona 92, son la cuarta parte de todos.
Con escasos medios, comparados con los de los vecinos, pa¨ªses como Francia e Italia, m¨¢s poderosos econ¨®micamente, con una mayor tradici¨®n ol¨ªmpica, con un mayor abanico hist¨®rico de deportes, los siete oros de R¨ªo colocan a Espa?a a uno solo de Italia y Australia, grandes potencias que casi le doblan en medallas totales; a tres de Francia, que casi le triplica. Ocupa el 14? puesto final por n¨²mero de oros, el 16? por n¨²mero total de medallas (17: siete oros m¨¢s cuatro platas m¨¢s seis bronces) de un ranking dominado por Estados Unidos (121: 46, 37, 38) y por el Reino Unido, segunda en n¨²mero de oros (27) pero tercera en medallas totales (67), donde le supera China (70, 26 de oro).
El poder brit¨¢nico
La debacle rusa (56 medallas, 19 oros), cuarta en el ranking tras China, permiti¨® al Reino Unido convertirse en el primer pa¨ªs que supera su n¨²mero de medalla en los Juegos siguientes a aquellos que organiz¨®. En Londres 12, el n¨²mero de medallas del sistema fabril brit¨¢nico fue de 65.
En Espa?a, el empe?o personal del deportista genera la necesidad a la que el Estado y el sistema responde creando los medios a posteriori del triunfo. En Estados Unidos, el sistema universitario se encarga de todo desde siempre. En el Reino Unido es el empe?o del sistema, bien engrasado el que crea al deportista.
Gracias a los fondos de la loter¨ªa, que financiaron desde 2006 la factor¨ªa de medallas que tanto brill¨® en Londres 212, el Reino Unido ha invertido solo en alt¨ªsimo rendimiento (en aquellos deportistas y deportes a los que, siguiendo un sistema de criba no diferente al sovi¨¦tico, se les asignan peri¨®dicamente probabilidades de medalla) unos 400 millones de euros en el ciclo de R¨ªo 2016, 100 millones por a?o. Despu¨¦s de Londres 2012, los recursos no descendieron, sino que aumentaron en un 11%. Cada una de las 67 medallas le ha salido a los brit¨¢nicos por casi seis millones de euros.
El sistema es brutal y descorazonador. Cada medalla es el producto de una cifra, no del esp¨ªritu de un deportista inconformista. El deber del Estado es fomentar el deporte y el ejercicio, la llamada medicina b¨¢sica, entre los ciudadanos, dicen los cr¨ªticos. Londres responde que fabricando h¨¦roes deportivos se fomenta el deporte, el n¨²mero de practicantes, llevados por la admiraci¨®n a sus ¨ªdolos. Entre Londres y Madrid deber¨ªa haber un punto de compromiso, que no dejara a los deportistas espa?oles solo al albur de su voluntad y la de los entrenadores. Para que el ser espa?oles no sea una disculpa.?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.