Casemiros
Me entusiasmaba ese momento en que a un jugador se le dec¨ªa, delante de los compa?eros, que no era Maradona ni lo ser¨ªa nunca
Es mucho m¨¢s f¨¢cil convencer a un jugador de que se crea Maradona de que crea que no lo es. En realidad, con que nos concentremos un poco, todos somos Maradona. A unos los fastidi¨® la mala suerte, a otros las lesiones, a muchos un entrenador que los coloc¨® en una posici¨®n que no era suya. Un amigo que tambi¨¦n se cre¨ªa Maradona dec¨ªa, directamente, que ¨¦l no lo era porque no le gustaba el f¨²tbol.
(Yo tambi¨¦n fui Maradona durante unos pocos a?os. Todo termin¨® el d¨ªa en que estaba calentando para salir en la segunda parte y el bal¨®n vino a parar a mi lado. Me agach¨¦, lo cog¨ª con las manos y lo volv¨ª a meter en el campo. Hubo un silencio angustioso y hasta el entrenador hizo gestos de que regresase al banquillo. Una voz en la grada me sentenci¨®: ¡°?Ded¨ªcate a los bolos!¡±. Ni siquiera entonces alguien tuvo el atrevimiento de decirme que yo no era Maradona. Seguir¨ªa siendo Maradona, dijo mi entrenador, pero jugando al tenis).
Sin embargo, me entusiasmaba ese momento en que a un jugador se le dec¨ªa, delante de los compa?eros, que no era Maradona ni lo ser¨ªa nunca. Cuando el jugador asum¨ªa esa frase escandalosa, era titular siempre. Cualquier otro hubiera preferido dejar el f¨²tbol antes de dejar semejante sue?o. Pero el caso es que casi nadie deja de creer algo as¨ª. Se reinventa como lateral derecho, como mediocentro, como delantero tanque. Pero sigue creyendo que dentro de ¨¦l hay un Maradona, y en el momento menos pensado ¡ªmenos pensado para el aficionado¡ª intenta una ruleta, una rabona o un eslalom desde la cueva. Ese d¨ªa est¨¢ perdido ¨¦l y est¨¢ perdido el equipo.
Hay al menos un jugador en el Madrid que sabe que no es Maradona, aunque tambi¨¦n hubo que convencerlo. A este jugador, Casemiro, le dijeron que en un partido del f¨²tbol hay aproximadamente un 90% de acciones random, de pases sencillos que podr¨ªa dar un ni?o. Por eso se necesita un experto: porque a un ni?o no se le puede decir que nunca ser¨¢ Maradona. Casemiro en el Madrid, en un Santiago Bernab¨¦u lleno, hace cosas impensables, como ced¨¦rsela a Modric en lugar de ponerse a inventar ¨¦l. Estar siempre en el sitio en el que se le espera para mover el bal¨®n de forma muy pr¨¢ctica, nada lujosa, de tal manera que se crea en alg¨²n momento ¡ªcomo se crey¨® en tiempos del galactismo¡ª que un jugador as¨ª puede sustituirse por un ¨¢ngel rubio de golpeo excelso.
El a?o pasado se le dijo a Casemiro que no es Maradona. Si est¨¢ fingiendo que no lo es, lo est¨¢ haciendo a la perfecci¨®n.
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