Las semillas de la corrupci¨®n
La lucha de un padre y su hijo contra el ama?o en el f¨²tbol juvenil
Esta es una historia sobre c¨®mo nace y prospera la corrupci¨®n. No hay maletas llenas de billetes de 500 euros, no hay para¨ªsos fiscales, no hay sobornos de pol¨ªticos o funcionarios. Ning¨²n partido pol¨ªtico sufrir¨¢ consecuencias electorales. Nadie, que se sepa, se enriqueci¨®.
Es una par¨¢bola sobre la laxitud moral que genera el clima donde la corrupci¨®n florece. Los hechos ocurren en Espa?a pero el escenario igual podr¨ªa haber sido cualquiera de los pa¨ªses del mundo donde romper las reglas de la convivencia y abusar del poder es condenado desde la distancia pero sistem¨¢ticamente tolerado en la inmediatez cotidiana. Que los poderosos lo hagan: un esc¨¢ndalo. Que caigamos en ellos nosotros o miremos para otro lado cuando los nuestros lo hacen: normal.
Mi participaci¨®n en la historia comenz¨® de manera sorprendente. Mark Freeman, un abogado canadiense experto en derechos humanos, me cit¨® en un bar de Barcelona, la ciudad donde reside. Freeman dirige el Instituto para las Transiciones Integradas, organismo que asesora a pa¨ªses que aspiran a pasar del conflicto a la paz. Lo normal hubiera sido que quisiera contarme algo sobre uno de los lugares donde ¨¦l trabaja, como Siria o Colombia.
Pero no. Nada de vida o muerte, o guerras, o crueles tiran¨ªas. Quer¨ªa denunciar lo que ¨¦l entend¨ªa haber sido una gran injusticia en un campo de f¨²tbol. Y no en el Camp Nou o en el Bernab¨¦u, exactamente, sino en un partido entre chicos de 15 a?os celebrado el 30 de mayo de 2015 en el municipio rural de Manresa, a 60 kil¨®metros de Barcelona. La indignaci¨®n y energ¨ªa del abogado canadiense superaron mi escepticismo inicial. La fecha del partido tambi¨¦n me llam¨® la atenci¨®n: tres d¨ªas despu¨¦s del esc¨¢ndalo mundial que se desat¨® cuando, respondiendo a una solicitud del FBI, la policia suiza detuvo en Z¨²rich a 14 directivos de la FIFA, el m¨¢ximo organismo mundial del f¨²tbol, por delitos de soborno, chantaje y fraude.
Los dos equipos jugaron por acuerdo mutuo a empatar. No habr¨ªa goles; no habr¨ªa siquiera disparos a puerta
La historia, seg¨²n Freeman, era la siguiente. El resultado del partido hab¨ªa sido ama?ado. Era el ¨²ltimo partido de la temporada entre los dos equipos que iban primero y segundo en la liga. Para consolidar esos dos puestos, para lograr que uno quedase campe¨®n y el otro lograse el ascenso, y para evitar que el tercer equipo en la liga tuviese cualquier posibilidad de arrebatarle una de las dos primeras posiciones, los dos equipos jugaron por acuerdo mutuo a empatar. No habr¨ªa goles; no habr¨ªa siquiera disparos a puerta.
Lo tremendo de la historia, me dijo Freeman, es la radiograf¨ªa que ofrece de c¨®mo funciona la corrupci¨®n, empezando por los adultos que siembran en los j¨®venes la noci¨®n de que la complicidad en el fraude es aceptable, acabando por la conspiraci¨®n general de silencio que encubre la verdad.
¡°Lamento decirlo", me dijo Freeman en esa primera conversaci¨®n en el bar barcelon¨¦s, ¡°pero si algo as¨ª hubiera ocurrido en un partido entre ni?os en Canad¨¢ se hubiera armado un enorme alboroto. Manifestaciones, investigaciones, dimisiones y, sin duda, mucho ruido en la prensa".
De hecho, antes de hablar conmigo Freeman se hab¨ªa puesto en contacto con el New York Times. Al diario estadounidense le interes¨® la historia, la empez¨® a investigar pero la abandon¨® al no poder establecer si era veraz o si Freeman se la hab¨ªa inventado. Para ser justos, el New York Times no tuvo la suerte que tuve yo de poder contar con la ayuda de un becario que trabaja en la delegaci¨®n de EL PA?S en Barcelona. Pero me adelanto.
Los dos equipos eran el UE Cornell¨¤ y el Gimn¨¤stic Manresa. Jugaban en la categor¨ªa Cadetes Preferente bajo la jurisdicci¨®n de la Federaci¨®n Catalana de F¨²tbol. Lo que estaba en juego era lo siguiente: si el Cornell¨¤ ganaba o empataba se coronaba campe¨®n de liga; si el Manresa empataba perd¨ªa la opci¨®n de ganar el campeonato pero se aseguraba el segundo puesto y el ascenso para la siguiente temporada en la Divisi¨®n de Honor de Cadetes, categor¨ªa de alto nivel cuyos jugadores cuentan con la posibilidad de hacer carrera en el f¨²tbol profesional. El tercer equipo en la clasificaci¨®n, el CE Europa, quedar¨ªa segundo y lograr¨ªa el ascenso si ganaba su partido y el Cornell¨¤ el suyo. Un empate o una victoria del Manresa eran los peores resultado para el Europa.
Un par de semanas antes del partido (siempre seg¨²n lo que me cont¨® Freeman) unos chicos del equipo del Cornell¨¤ hablaron con otros del Europa y les aseguraron que ir¨ªan a por todas en el partido contra el Manresa. El Europa jug¨® su partido primero aquel 30 de mayo y gan¨® 4 a 0. Poco despu¨¦s, comenz¨® el partido entre el Cornell¨¤ y el Manresa, y algunos padres de los chicos del Europa empezaron a recibir mensajes por Whatsapp de padres de los chicos del Manresa y del Cornell¨¤ en los que confesaban que el partido era ¡°una verg¨¹enza¡±, que los equipos no estaban compitiendo de verdad sino pasando la pelota de lado a lado sin ninguna intenci¨®n de marcar. El partido acab¨® 0 a 0; el Cornell¨¤ se coron¨® campe¨®n; el Manresa ascendi¨® y el Europa qued¨® tercero, excluido del ascenso.
Freeman tiene un inter¨¦s en todo esto. Su hijo de 15 a?os, Malachai, jug¨® en aquel equipo del Europa. Despu¨¦s de nuestro encuentro en el bar volv¨ª a mi casa en Londres y encontr¨¦ que me hab¨ªa enviado por correo electr¨®nico un par de enlaces a dos v¨ªdeos del pol¨¦mico partido entre el Cornell¨¤ y el Manresa. Uno, que dura 1¡¯42¡± muestra a los jugadores pase¨¢ndose por el medio del campo e intercambiando pases como si estuviesen participando en un ligero entrenamiento, no en el partido decisivo de la temporada. En el otro v¨ªdeo, de 32 segundos, se ve a un jugador del Manresa frente al ¨¢rea rival con una clara ocasi¨®n para disparar a puerta, pero se da media vuelta, pasa el bal¨®n a un compa?ero en el c¨ªrculo central, que a su vez da un pase atr¨¢s a otro compa?ero, que se lo pasa a su portero. Se oyen en los v¨ªdeos comentarios despectivos, risas sarc¨¢sticas y exclamaciones de incredulidad.
Malachai Freeman, un chico guapo y espabilado que conoc¨ª despu¨¦s, escribi¨® una carta firmada por la mayor¨ªa de sus compa?eros de equipo y anim¨® a su club a enviar una carta al Comit¨¦ de Competici¨®n de la Federaci¨®n Catalana de F¨²tbol (FCF) solicitando una investigaci¨®n. El recurso, que incorpor¨® los dos enlaces a los v¨ªdeos, aleg¨® que los equipos del Cornell¨¤ y el Manresa hab¨ªan predeterminado el resultado del partido; que jugadores que estaban molestos con el acuerdo hab¨ªan recibido amenazas de sus clubes; que el d¨ªa despu¨¦s del partido chicos del Cornell¨¤ hab¨ªan pedido disculpas, en algunos casos llorando, a amigos que jugaban para el Europa. En la carta se indicaba que hab¨ªa habido una posible violaci¨®n del art¨ªculo 289e del reglamento de la FCF seg¨²n el cual pactar el resultado de un partido constituye una infracci¨®n ¡°muy grave¡±.
Malachai me coment¨® la iron¨ªa, seg¨²n ¨¦l, de que antes de cada partido, a lo largo de toda la temporada, los equipos estaban obligados por la FCF, a sacar pancartas alabando ¡°el juego limpio¡±. ¡°Siempre muy implicados con los ¡®valores¡¯, la Federaci¨®n", me dijo, con amargura, Malachai.
¡°Habl¨¦ con otros padres de chicos del Europa y me dijeron que lo dejara, que uno ten¨ªa que aguantar y callar, que esto de los ama?os no era nada nuevo", explica Mark Freeman
Dos semanas despu¨¦s de recibir la denuncia del Europa lleg¨® la respuesta del Comit¨¦ de Competici¨®n. No hab¨ªa motivo para iniciar una investigaci¨®n formal. La queja estaba archivada. El Europa tuvo la oportunidad de apelar pero no lo hizo. Mark y Malachai Freeman resolvieron que no se iban a rendir.
¡°Habl¨¦ con otros padres de chicos del Europa y me dijeron que lo dejara, que no hab¨ªa nada que hacer, que uno ten¨ªa que aguantar y callar, que esto de los ama?os no era nada nuevo", me dijo Mark Freeman. Malachai por su parte intent¨® convencer a algunos de sus compa?eros de equipo de que contaran lo que sab¨ªan del partido pero sus padres les dijeron que lo olvidaran.
¡°Insist¨ª", me dijo Mark Freeman, ¡°pero con el tiempo entend¨ª que muchos de los otros padres se estaban hartando de m¨ª. Me los encontraba en la calle y me di cuenta que fing¨ªan no verme, incluso en algunos casos cruzaban la calle para evitar hablar conmigo".
Les coment¨¦ a Mark y Malachai Freeman que una de dos: o la historia que contaban era cierta o ambos estaban locos. Reconocieron la verdad de lo que les dec¨ªa, me aseguraron que estaban en perfecto control de sus facultades y me dijeron que me presentar¨ªan a una persona que les dar¨ªa la raz¨®n: el que grab¨® los v¨ªdeos del partido.
Tras rogarme que no publicara su nombre, porque trabaja en el mundo del f¨²tbol y tem¨ªa represalias, me dijo que, efectivamente, los Freeman no estaban alucinando. ¡°Ninguno de los dos equipos demostr¨® el m¨¢s m¨ªnimo inter¨¦s en ganar el partido. No es que no hubo ni un tiro a puerta, no hubo ni un tiro de esquina. Ni apenas faltas. Ni, por supuesto, ninguna tarjeta de amonestaci¨®n. Las 50 o 70 personas que presenciaron el partido todos supieron exactamente lo que estaba pasando".
Intent¨¦ hablar con el ¨¢rbitro del partido, Ram¨®n Ricard Comella Gil. Le mand¨¦ tres correos electr¨®nicos que no me contest¨®; le mand¨¦ un SMS pidi¨¦ndole una hora para poder llamarle pero no hubo respuesta; le llam¨¦ repetidas veces y nunca cogi¨® el tel¨¦fono.
Habl¨¦ con el presidente del Europa, un holand¨¦s radicado en Catalu?a desde hace 30 a?os, llamado Guillaume de Bode. Curiosamente, pese a no haber apelado la decisi¨®n del comit¨¦ de la FCF de no investigar el partido, no dud¨® en apoyar la versi¨®n de los Freeman. ¡°Fue lamentable, una indignaci¨®n muy grande", me dijo. ¡°Ya se hablaba en el mundillo antes del partido de que se iba a hacer este pacto. Nos perjudic¨® mucho. Hab¨ªa ni?os destrozados en nuestro equipo porque hab¨ªan luchado tan duro todo el a?o. Hab¨ªan hecho la mejor temporada de sus vidas". ?Por qu¨¦ no apelaron? ¡°Tiene que ver con un chantaje muy sutil de parte del comit¨¦ de competici¨®n de la federaci¨®n", contest¨®. ¡°Es muy dif¨ªcil de explicar¡ como que si te mueves demasiado te ponen la etiqueta de equipo llor¨®n, y despu¨¦s te perjudican con otros temas. El f¨²tbol es un reflejo de la sociedad y si vas de buena fe o de educado no prosperas. Es triste, y lo m¨¢s triste de todo es que plantan la semilla de la corrupci¨®n en estos ni?os. La hipocres¨ªa de que anden predicando ¡®el juego limpio¡¯ y tal no tiene nombre".
La responsable de dar la cara por el comit¨¦ de competici¨®n se llama Marta Puiggar¨ª. Habl¨¦ con ella por tel¨¦fono y me pidi¨® que le escribiera una carta. Lo hice y me respondi¨® que el comit¨¦ hab¨ªa recibido el recurso del Europa ¡°pero no qued¨® acreditado el hecho denunciado¡± y el comit¨¦ ¡°decret¨® el archivo del expediente¡±. ¡°Como usted bien conocer¨¢", me escribi¨®, ¡°en todos los procedimientos disciplinarios se parte de la base de la presunci¨®n de inocencia, y en ese caso, no pudo demostrarse la falta denunciada".
Le respond¨ª que el concepto legal de presunci¨®n de inocencia era, por supuesto, admirable pero no entend¨ªa que fuese motivo para renunciar a una investigaci¨®n. Puiggar¨ª me contest¨® que entend¨ªa mi punto de vista pero que la actuaci¨®n de la FCF se deb¨ªa ¡°ce?ir a la reglamentaci¨®n aplicable¡±. Le propuse en mi siguiente respuesta que quiz¨¢ la FCF se apegaba m¨¢s a la letra de la ley que a su esp¨ªritu, que se refugiaba en los reglamentos para no investigar un caso que posiblemente subvert¨ªa la noble causa del ¡°juego limpio¡± y afectaba la salud moral de los ni?os registrados en su federaci¨®n. La correspondencia con Puiggar¨ª acab¨® con una respuesta suya de una l¨ªnea: ¡°Ning¨²n problema en que usted tenga la ¨²ltima palabra".
Segu¨ª con la investigaci¨®n. Habl¨¦ por tel¨¦fono y despu¨¦s intercambi¨¦ cartas con el presidente del Cornell¨¤, Alejandro Talavera Nos, y el del Manresa, Miquel Sebasti¨¤. Talavera comenz¨® expresando su sorpresa por ¡°la extra?eza¡± de que, primero, el New York Times, y, despu¨¦s, un periodista ¡°de su nivel¡± se interesara por un partido tan insignificante. Agreg¨® que era ¡°muy dif¨ªcil¡± para ¨¦l valorar todos los comentarios que se hacen sobre todos los partidos que disputa su club pero, remiti¨¦ndose ¡°a los hechos objetivos¡±, el ¨¢rbitro del partido no hab¨ªa reflejado ninguna anomal¨ªa en su acta; el comit¨¦ de competici¨®n no abri¨® ninguna investigaci¨®n; no conoc¨ªa a nadie de la directiva del Manresa ¡°y cualquier supuesto acuerdo entre clubes habr¨ªa requerido de una comunicaci¨®n entre responsables de los mismos¡±; y adem¨¢s, se?al¨®, le un¨ªa una gran relaci¨®n personal con el Sr. Guillaume de Bode, el presidente del Europa, del que jam¨¢s hab¨ªa recibido ¡°el m¨¢s m¨ªnimo comentario respecto al partido en cuesti¨®n".
(Preguntado al respecto, De Bode me dir¨ªa que lejos de tener una gran relaci¨®n personal con Talavera, no hab¨ªa hablado con ¨¦l desde aquel partido, precisamente por la indignaci¨®n que le hab¨ªa causado.)
Sebasti¨¤, el presidente del Manresa, me contest¨® de manera m¨¢s breve y m¨¢s tajante que Talavera. ¡°Nuestro Club que est¨¢ llegando a los 70 a?os de historia nunca ha ama?ado, ni ha pactado ning¨²n resultado", escribi¨®. ¡°En el recurso de la federaci¨®n fue desestimado, por tanto creo que es m¨¢s la frustraci¨®n de alguien y ganas de ensuciar nuestro club que otra cosa".
Fue entonces cuando se me ocurri¨® reclutar para la causa al becario de EL PA?S Bernat Coll. Le di algunos datos que me hab¨ªan dado los Freeman y le ped¨ª que intentara conectar con algunos de los chicos que hab¨ªan jugado en el partido. Tras rastrear la red dio con seis de ellos, y tambi¨¦n con una de sus madres y uno de sus padres. Todos hablaron con el consentimiento de sus padres o representantes legales y todos confirmaron, en su esencia, la versi¨®n de los Freeman.
Suprimiendo los nombres (los cuales tenemos), el informe de Coll produjo los siguientes testimonios grabados, que hemos editado aqu¨ª:
?Chico A del Gimn¨¤stic Manresa:
- ¡°Desde el club nos dijeron que fu¨¦ramos a empatar. Todo el mundo lo vio. El presidente y el coordinador vinieron tras el entreno del viernes. Nos dijeron que quer¨ªan subir s¨ª o s¨ª, y que ten¨ªamos que empatar, que se dar¨ªa la situaci¨®n".?
- ¡°El entrenador sigui¨® las ¨®rdenes del club. Yo lo respeto. Le supo mal, como a todos. Nos dijo que mandaban sobre ¨¦l, y que no pod¨ªa hacer nada".
- ¡°El entrenador nos reafirm¨®: Si alguien marcaba, ten¨ªa que dejarse marcar; que el partido ten¨ªa que acabar en empate; que de parte del club, habr¨ªa alguna sanci¨®n. Pero a ninguno de nosotros se nos pas¨® por la cabeza marcar. Nos cansamos m¨¢s calentando que jugando".
?Chico B del Manresa:
- ¡°No nos esper¨¢bamos la noticia de ir a empatar. Pens¨¦ '?qu¨¦ me est¨¢n diciendo?'"
- ¡°Vino el presidente y el coordinador y nos notific¨®¡ Nos dijeron que estaba pactado con el Cornell¨¤. Entre compa?eros pensamos, ¡®?Qu¨¦ mierda!¡¯ Algunos lo aceptaron. Algunos no quisieron jugar, dos o tres".
- ¡°No fuimos con la mentalidad de marcar. Posesiones y ya est¨¢, sin atacar. El ¨¢rbitro no hac¨ªa nada. Era un espectador m¨¢s".
- ¡°Mi padre me dijo que conseguimos los objetivos, pero que no era la manera".
?Chico C del Manresa:
- ¡°Los dos equipos no atac¨¢bamos. Ten¨ªamos que hacer lo que nos dec¨ªan. No estaba a gusto".
- ¡°El entrenador nos plantea el partido como si fuera igual que siempre. Nos dijo que ten¨ªamos que ir a jugar contra ellos y que ser¨ªa un partido disputado. Pero con la consideraci¨®n de no atacar. Esa fue la ¨²nica diferencia. Todos vimos que con el empate ten¨ªamos suficiente, y todos contentos. Con los del Cornell¨¤ sab¨ªamos lo que pasaba. Nadie atacaba".
- ¡°A m¨ª no me gusta, pero tienes que mirar para el club y el equipo. El club vela por sus intereses. El Gimn¨¤stic nunca hab¨ªa tenido un equipo en divisi¨®n de honor. Le daba un plus a la entidad".
?Padre de Chico C:
- ¡°Sab¨ªamos que ambos equipos ir¨ªan a buscar el empate. Esto se hace mucho, sobre todo a finales de temporada. En estas categor¨ªas pasa, sobre todo en los pueblos. Creo que se hacen favores mutuos, aunque sin dinero".
- ¡°El entrenador les dijo que un empate serv¨ªa. Que se lo cogieran tranquilos. El ¨¢rbitro tambi¨¦n lo sab¨ªa. Pit¨® ocho faltas".
?Chico D del Cornell¨¤:
- ¡°El entrenador nos dijo que sali¨¦ramos a jugar, a jugar, a jugar mucho, como si fuera una gran posesi¨®n. Que no arriesg¨¢ramos. Cuando sali¨® el entrenador del vestuario, nos quedamos hablando en el vestuario: ¡®Qu¨¦ raro¡¯. No hacer pases de riesgo, controlar el bal¨®n¡ En el vestuario nos mir¨¢bamos raro. ¡®Nos est¨¢n diciendo que la toquemos cuando tenemos que salir a muerte".
- ¡°Fue un partido de mierda".
- ¡°Perdimos un bal¨®n y el delantero, con ventaja para encarar porter¨ªa, decidi¨® volver a iniciar una jugada".
- ¡°Todo fue muy raro. Te das cuenta que esto no solo pasa en la televisi¨®n. No s¨¦ si los entrenadores hablaron. Supongo que fue una cuesti¨®n de club. No son los mejores valores del f¨²tbol, pero¡¡±
Madre del Chico D:
- ¡°Cualquier espectador hubiera visto un rondo de 80 minutos. Los padres nos quedamos muy fr¨ªos. Los chicos no hac¨ªan nada. El partido fue pat¨¦tico. Que pase en los mayores¡ a¨²n. Pero nunca pens¨¦ que pasar¨ªa con ni?os de 14 o 15 a?os".
- ¡°Algunos padres se comunicaron con padres del Europa, y les explicaron qu¨¦ hab¨ªa pasado".
Chico E del Cornell¨¤:
- ¡°Nos transmitieron un mensaje distinto al habitual. Que sali¨¦ramos a disfrutar y a jugar. Que estuvi¨¦ramos tranquilos porque si los dos equipos ¨ªbamos apurados, al final, el empate estar¨ªa; porque ya lo hab¨ªan hablado y todo eso".
- ¡°No sab¨ªamos si hac¨ªamos bien o no, haciendo eso. Alguno se enfad¨® y no quer¨ªa jugar".
- ¡°Me hubiera gustado competir abiertamente. Pero una vez tienes el t¨ªtulo, ya no te importa como lo has conseguido".
Chico F del Cornell¨¤:
- ¡°Est¨¢bamos cabreados de tener que jugar as¨ª. El club lo hizo para ganar el t¨ªtulo de Liga. Nosotros quer¨ªamos ganar el partido".
- ¡°Se nos quitaron las ganas de competir, porque fuimos a jugar sin opciones ni chispa de ganar, y no se juega igual. El entrenador nos lo coment¨® antes de empezar".
- ¡°Entiendo que haya jugadores que no quisieran jugar. Me aburr¨ª mucho, porque no presion¨¢bamos ni atac¨¢bamos. Est¨¢bamos contentos por haber ganado la Liga, aunque no lo celebras igual".
- ¡°Me hubiera gustado jugar para ganar. Si yo fuese el entrenador en ning¨²n momento hubiera dicho que hab¨ªa que empatar el partido".
Bernat Coll habl¨® con el entrenador del Manresa, Adri¨¤ Talavera. Neg¨® la versi¨®n de los hechos de los seis jugadores. ¡°No hubo nada raro", dijo Adri¨¤ Talavera. ¡°Fue un partido normal. Se compiti¨® por las dos partes. Por suerte nos beneficiaba a los dos. Pero no fue nada premeditado. Fuimos a ganar. Hab¨ªa mucha gente y nadie vio nada raro". Talavera tambi¨¦n neg¨® que el presidente del club se hubiese presentado al entreno. ¡°Quien te haya dicho esto, se lo ha inventado bastante".
Vol¨¦ a Barcelona con el prop¨®sito de ver a Alejandro Talavera, el presidente del Cornell¨¤, y a Miquel Sebasti¨¤, el del Manresa. Talavera dijo que no me pod¨ªa recibir. Fui con Bernat Coll en coche a Manresa a ver a Sebasti¨¤.
¡°Pongo dos manos en el fuego. Es la primera vez que oigo esto. Lo que se dijo en el vestuario, no lo s¨¦. Si me han enga?ado, no lo s¨¦". M. Sebasti¨¤ (Presidente del Manresa)
Nos sentamos con ¨¦l en las gradas del peque?o y pintoresco estadio, rodeado de valles y colinas, a lo lejos los picos de Montserrat. Le dimos un resumen de nuestras investigaciones, incluyendo una lectura de extractos de los testimonios de los chicos de su club. Se le vio desconcertado, pero insisti¨® una y otra vez que ¨¦l no hab¨ªa estado en el entrenamiento anterior al partido y que jam¨¢s, ¡°en ning¨²n caso¡±, le hab¨ªa dicho a los miembros del equipo de cadetes que jugasen a empatar contra el Cornell¨¤. Sugiri¨® que los chicos no lo conoc¨ªan y se confundieron. ¡°Pongo dos manos en el fuego. Es la primera vez que oigo esto. Lo que se dijo en el vestuario, no lo s¨¦. Si me han enga?ado, no lo s¨¦".
Sebasti¨¤ s¨ª reconoci¨® que hab¨ªa visto ¡°un trozo¡± del partido. Cuando le propuse que, a diferencia de lo que hab¨ªa dicho el entrenador de su equipo, algo raro hab¨ªa pasado, no lo neg¨®. ¡°La gente hizo el mismo comentario. Vi que jugaban muy light. Me pregunt¨¦, ¡®?a qu¨¦ juegan?¡¯ Cornell¨¤ hac¨ªa lo mismo, casi, casi. No me sorprende todo esto que me est¨¢n contando".
?Por qu¨¦ no? ¡°Porque el Europa impugn¨® el partido. Por los comentarios que se hicieron". ?C¨®mo respondi¨® el club cuando el Europa impugn¨® el partido ante el comit¨¦ de competici¨®n? ¡°Que el entrenador no les dijo que jugaran solamente a empatar, que jugamos a no perder y poca cosa m¨¢s¡ Es la primera vez que nos pasa algo as¨ª en nuestro club, la primera vez. Y llevo 20 a?os aqu¨ª, cinco de presidente".
Alejandro Talavera ha sido presidente del Cornell¨¤ desde diciembre de 2012. Le escrib¨ª una carta con los testimonios aqu¨ª citados. No le causaron ninguna aparente incomodidad, no vio ninguna raz¨®n para indagar m¨¢s en el tema, no alteraron en lo m¨¢s m¨ªnimo su postura inicial. Se limit¨® a remitirme a su anterior carta en la que se refiri¨® a ¡°los hechos objetivos¡±.
Pero ni Talavera ni, mucho menos, Sebasti¨¤ niegan categ¨®ricamente ahora que hubo un ama?o. No pueden. Mark y Malachai Freeman no est¨¢n locos, no se lo inventaron. Freeman, informado del resultado de nuestras investigaciones, coment¨® que el tema aqu¨ª no era se?alar a individuos sino culpar a la cultura que hizo posible que se contemplara pactar el resultado del partido de antemano y despu¨¦s encubrirlo mirando para otro lado. Lo f¨¢cil ser¨ªa pedir las cabezas de determinadas personas; quiz¨¢ servir¨ªa para que en el futuro los clubes se lo piensen dos veces antes de pactar un resultado. Pero no dejar¨ªan de ser cabezas de turco, chivos expiatorios que dar¨ªan la oportunidad a todos los que conspiraron en silencio para librarse de su cuota de responsabilidad.
Como me dijo el persistente se?or Freeman, los espectadores de aquel partido, los jugadores y sus padres, los jugadores del perjudicado Europa y sus padres tambi¨¦n, los directivos de los clubes, el ¨¢rbitro, el comit¨¦ de competici¨®n de la federaci¨®n de f¨²tbol deber¨ªan haber unido fuerzas para que saliese la verdad y se hiciera justicia. Pero nadie se rebel¨® y si el joven Malachai Freeman no hubiera tomado cartas en el asunto, ni siquiera el Europa habr¨ªa solicitado una investigaci¨®n.
Ser¨¢ interesante ahora ver si hay una caza de brujas para intentar identificar a los chicos que se atrevieron a contar lo que realmente ocurri¨®. O si, como teme Guillaume de Bode, habr¨¢ represalias de alg¨²n tipo contra su club. Quiz¨¢ simplemente se refugien todos una vez m¨¢s en el silencio.
Lo que clama al cielo es que se sembrara la corrupci¨®n moral en chicos de 14 o 15 a?os, algunos de los cuales llegaron a decir en sus testimonios que ¡°respetaban¡± la decisi¨®n que se tom¨®, que daba igual ya que se trataba solo de ¡°un partido m¨¢s¡±, que hab¨ªa que ¡°mirar por el club¡±, que los otros ¡°habr¨ªan hecho lo mismo¡±, que ¡°una vez que tienes el t¨ªtulo ya no te importa c¨®mo lo has conseguido¡±. Similares lecciones habr¨ªan recibido los padres de estos chicos cuando eran j¨®venes, lecciones que corroen a una sociedad, sea donde fuera en el mundo, y crean las normas sociales para que despu¨¦s los pol¨ªticos, o los funcionarios, o los empresarios, o los directivos de la FIFA roben con impunidad y con la conciencia tranquila.
?La moraleja de esta par¨¢bola del mundo real? Solo hay que parafrasear la famosa cita atribuida al fil¨®sofo irland¨¦s Edmund Burke. Lo ¨²nico necesario para que la corrupci¨®n triunfe es que los hombres buenos no hagan nada.
*Bernat Coll colabor¨® en este reportaje.
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