El Athletic tira de inercia ante el Sevilla
Cuarta victoria consecutiva vasca ante un rival sin ambici¨®n, que sigue sin conocer el triunfo en Liga fuera de casa
Hay partidos que son como tormentas, otros como lluvia de estrellas, otros como sirimiris. Cualquier partido cabe en las met¨¢foras del parte meteorol¨®gico. El del Athletic y el Sevilla perteneci¨® a ese territorio difuso donde te dicen que va a haber nubes y claros, lo que el com¨²n de los mortales conoce como el huevo frito. ?Clara o yema? Pues la yema, si se entiende como m¨¢s alimenticia o m¨¢s saciante, fue para el Athletic, que las tres ¨²nicas veces que unt¨® en el ¨¢rea del Sevilla parti¨® el pan y lo envolvi¨® de sustancias. Bien es cierto que la primera vez, Sirigu, el portero del Sevilla, defendi¨® la yema con u?as de maitre, pero San Jos¨¦ insisti¨® en la tarea y aloj¨® el bal¨®n en la alacena de la porter¨ªa. Por insistencia, de rebotillo, por estar ah¨ª, por descuido de la defensa.
Bajo el cielo azul de Bilbao, corri¨® un airecillo de los que limpian la cara. Los Athletic-Sevilla no son solo partidos igualitarios entre plantillas igualadas, ¨²ltimamente, sino disputas por un carn¨¦ de socio del club de los cuatro que juegan la Champions o, en su defecto, se juegan la Liga Europa. Por eso era un d¨ªa donde prevalec¨ªan los destellos. El primero fue ocasional, el de San Jos¨¦. Una buena acci¨®n en un saque de esquina de pizarra que aprovech¨® San Jos¨¦, que se dedica a cazar balones por arriba o por abajo.
Pero los destellos eran tambi¨¦n cosa de Nasri, un futbolista inteligente y preclaro, capaz de saber lo que quiere hacer y lo que va a pasar si lo hace. Es el l¨ªder de un Sevilla que a¨²n no ha encontrado la l¨ªnea recta, acuciado en defensa, y poco imaginativo en el centro del campo, si no fuera por el futbolista franc¨¦s, inasequible a los errores, inagotable en el pensamiento. Tras el gol rojiblanco,Nasri se ech¨® al equipo encima y sobre todo adquiri¨® el bal¨®n, que es su tesoro, y empez¨® a distribuirlo a donde sus compa?eros no sab¨ªan. Entonces surgi¨® el Sevilla, sin truenos ni rel¨¢mpagos, con esa brisa francesa, que a veces desconcertaba a un Athletic sorprendido incluso consigo mismo. Y de pronto, tras el descanso, Nasri se lo guis¨® y se lo comi¨®. Parti¨® de la derecha, hizo un pase profundo a Sarabia y su posterior centro lo remat¨® el delantero franc¨¦s desde el punto de penalti.
El Sevilla se duerme
Pero hay veces que los goles son como nanas que te hacen dormir feliz. Le pas¨® al Athletic cuando marc¨® San Jos¨¦ y le pas¨® al Sevilla cuando marc¨® Nasri. Goles como tranquilizantes, antit¨¦rmicos para la calentura, relajantes cuando queda un mundo, una noche eterna. Se durmi¨® el Athletic y empat¨® el Sevilla sin algarab¨ªa, por una estrella fugaz. Y se durmi¨® el Sevilla y le gan¨® el Athletic porque si de algo no sabe Balenziaga es de asuntos diplom¨¢ticos. Disput¨® un bal¨®n perdido, como una moci¨®n perdida, la gan¨®, avanz¨® hasta el costado del ¨¢rea y cruz¨® hasta la red.
El Sevilla, a pesar de su buena posici¨®n, dista un poco de lo que Sampaoli sugiere por su trayectoria. En San Mam¨¦s fue precavido. Jug¨® con paraguas cuando hac¨ªa un sol agradable. Demasiados titulares en el banquillo, demasiado f¨ªsico en el campo. Viejos t¨®picos cuando hay que enfrentar al Athletic. Viejos tiempos.
Y demasiado previsible el Athletic con futbolistas que a¨²n no engranan en el motor del juego. Pero son cuatro victorias consecutivas, cuatro ejercicios de autoestima, cuatro ex¨¢menes de productividad tras los suspensos iniciales. Y para ponerle emotividad al asunto, la expulsi¨®n final y el penalti consiguiente del portero Sirigu con los cambios del Sevilla efectuados. Iborra, el m¨¢s grande, el m¨¢s ancho, se viste de portero y adivina el lanzamiento de Aduriz, pero no lo alcanza. Entre Athletic y Sevilla siempre tiene que haber una esquina para la ¨¦pica. Y la hubo. Un detalle, una an¨¦cdota si se quiere. Y un gol m¨¢s para Aduriz, se quiera o no.
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