Carlsen arriesga mucho y se estrella ante Kariakin
El ruso logra una victoria de infarto en cinco horas y tiene un punto m¨¢s a falta de cuatro partidas
Puede ser la derrota m¨¢s dram¨¢tica y dolorosa de su carrera. Magnus Carlsen cay¨® en el 8? asalto ante Sergu¨¦i Kariakin tras lanzarse a deg¨¹ello. El ruso aguant¨® con una defensa impecable y logr¨® una posici¨®n ganadora, que malogr¨® en apuros de tiempo, pero el campe¨®n arriesg¨® otra vez y err¨® de nuevo. El aspirante domina el duelo de Nueva York por 4,5-3,5 a falta de cuatro partidas. Y tendr¨¢ las piezas blancas el mi¨¦rcoles en la novena.
Simfer¨®pol (Crimea), 1995. Los participantes del torneo que est¨¢ a punto de comenzar se re¨²nen para votar si permiten la participaci¨®n del prodigioso Sergu¨¦i Kariakin, quien a los cinco a?os juega como los ¨¢ngeles pero no sabe apuntar los movimientos. Deciden que s¨ª, Sergu¨¦i gana la primera ronda y sale del escenario dando volteretas acrob¨¢ticas, que le gustaban casi tanto como el ajedrez.
Kariakin, entonces ucranio y ahora ruso, ha salido hoy del Fulton Market Building como un ni?o con zapatos nuevos tras haber dado un golpe casi mortal a Carlsen. Su objetivo en esta partida ¨Ccomo en las siete anteriores- era forzar el empate y, de paso, sacar al campe¨®n de sus casillas: ¡°S¨ª, claro que he especulado con la ambici¨®n de Magnus. Pero ser¨ªa injusto decir que ¨¦l ha jugado mal hoy. Ha arriesgado mucho, todo pod¨ªa pasar en una posici¨®n de locos, y se ha equivocado¡±.
El ruso mantuvo esa modestia y frialdad en todo momento, a pesar de que esta victoria puede ser la m¨¢s importante de su carrera: ¡°Por supuesto, estoy muy contento porque tengo un punto de ventaja, pero a¨²n quedan cuatro partidas, y Carlsen es muy capaz de remontar. No puedo pensar en ganar el t¨ªtulo hasta que el duelo haya terminado realmente¡±, a?adi¨® durante una conferencia de prensa en solitario porque Carlsen, desesperado tras la derrota, se cans¨® de esperarle mientras era acribillado por los reporteros gr¨¢ficos y se march¨® sin decir una sola palabra. En realidad, Kariakin no pudo llegar antes porque estaba atendiendo entre bambalinas a la televisi¨®n rusa.
Todo indicaba que era el gran d¨ªa esperado por Carlsen para romper de una vez el muro del aspirante. Su sonrisa abierta mientras se ajustaba la chaqueta para entrar en el escenario indicaba que ya estaba recuperado del golpe psicol¨®gico que tanto acus¨® cuando roz¨® la derrota en la quinta partida. Ten¨ªa cinco por delante, y tres de ellas con blancas.
Las tres primeras horas de combate se ajustaron al gui¨®n previsto: m¨ªnima ventaja del escandinavo, largas maniobras, lucha por el dominio de casillas clave. En el momento cr¨ªtico, cuando el reloj empezaba a presionar antes del control de la jugada 40, Carlsen lanz¨® su primer ¨®rdago: una jugada de doble filo, especulando con que Kariakin, en su obsesi¨®n por firmar un nuevo empate, no se atrever¨ªa a meterse en la respuesta m¨¢s aguda, que en realidad le hubiera dado ventaja. En efecto, el ruso se trag¨® el farol, y el noruego aument¨® su ventaja.
Pero poco despu¨¦s se lanz¨® de nuevo, y esta vez su posici¨®n habr¨ªa sido perdedora si Kariakin acierta con la respuesta exacta. Pero no la vio, y pasaron el control en una posici¨®n de probable empate. Sin embargo, el campe¨®n sigui¨® arriesgando como si no hubiera un ma?ana, y esta vez su rival no perdon¨®.
Carlsen se enfrenta as¨ª en una situaci¨®n extremadamente dram¨¢tica a su principal punto d¨¦bil: la estabilidad psicol¨®gica. En condiciones normales ser¨ªa muy capaz de ganar m¨¢s de una partida de las cuatro ¨²ltimas. Pero no es el caso: la representaci¨®n de Kariakin como un muro que se ha convertido en irrompible le asaltar¨¢ toda la noche y todo el martes de descanso. Es el momento de exhibir una de las virtudes que distinguen a los grandes campeones. Pero Carlsen es humano, y no est¨¢ claro que sea capaz de ello.
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