Solo el Real Madrid fue genuino en el cl¨¢sico
Entre gol y gol, el Bar?a evidenci¨® su espesura, alejado Leo Messi de las zonas calientes del juego, obcecado Luis Su¨¢rez y enredado Neymar
En un cl¨¢sico con frecuentes bostezos ambos equipos quedaron retratados: en Barcelona se ha declarado el estado de confusi¨®n, en Madrid, el del optimismo. Desde hace tiempo, el relato azulgrana no es el juego, su hilo conductor en sus grandes cumbres, sino que el equipo est¨¢ supeditado al tiro al aire de sus tres delanteros. No es poco, vista la n¨®mina de los susodichos, pero sin un orfe¨®n alrededor son menos. Como s¨ªntesis, Messi con Argentina. El juego no tiene una rotunda definici¨®n en el Madrid, camale¨®nico como ha sido en los 33 partidos que lleva sin doblegarse. As¨ª que se aferra a unos y otros, seg¨²n sople la tarde, y en las grandes pasarelas, Sergio Ramos. Todo genuino.
Tan poco pint¨® el f¨²tbol en el Camp Nou, que ninguno aprovech¨® el escaso goteo que hubo, los brotes de Modric primero e Iniesta despu¨¦s. Al Madrid, c¨®modo y sin urgencias, pero superior a su adversario hasta el gol de Luis Su¨¢rez, le faltaron convicciones cuando ten¨ªa bajo arresto y desnortados a Andr¨¦ Gomes y dem¨¢s colegas. El Bar?a, mecido por Iniesta, cuya entrada puso el encuentro entre par¨¦ntesis e hizo despegar a Busquets, no atin¨® con sus delanteros, sin punter¨ªa Messi y Neymar en dos claras oportunidades.
Como nadie sac¨® partido de su mejor momento, el duelo deriv¨® a los parpadeos, como el tanto local en el primer remate entre los tres palos de los de Luis Enrique, y el punto final de Sergio Ramos, al que todos esperaban para el ¨²ltimo asalto en cualquier rinc¨®n del planeta salvo la retaguardia cul¨¦.
Entre gol y gol, el Bar?a evidenci¨® su espesura, alejado Leo Messi de las zonas calientes del juego, obcecado Luis Su¨¢rez y enredado Neymar, que se anuda y desquicia ¨¦l solo. Sin ellos en apogeo, no hay quien reme, sumidos Andr¨¦ Gomes y Rakitic en la nader¨ªa. Hasta que Iniesta sac¨® el viol¨ªn y durante un rato el Bar?a se pareci¨® algo al Bar?a m¨¢s aut¨¦ntico. De repente todo cobr¨® sentido. En otros tiempos, los solistas azulgrana eran el broche dorado de un colectivo que ten¨ªa metabolizada hasta el hueso una idea. Hoy, las dependencias azulgrana de determinados solistas requieren sopesar otros rumbos. El Bar?a precisa ser agitado, bucear en otras alternativas de la pizarra. Como anta?o, cuando le daba y daba vueltas a c¨®mo abrigar a Messi de al mejor manera, fuera como extremo, luego ariete y m¨¢s tarde volante. En estos tiempos, el equipo est¨¢ inmovilizado.
En el otro bando, sin migas de Cristiano en el segundo acto, Modric, ancla de todos, se qued¨® sin socios y poco a poco se desvaneci¨® el Madrid, que emiti¨® mensajes extra?os con los cambios. Zidane, ya con prisas, retir¨® a un enganche como Isco en favor de un sost¨¦n como Casemiro. Luego, de nuevo recurri¨® a un media punta (Asensio) en detrimento de un delantero (Benzema). Y, minutos despu¨¦s, la segunda rectificaci¨®n: un ariete (Mariano) por un interior (Kovacic). En ninguno de los relevos se percibi¨® un plan concreto y el Madrid no tuvo mecha hasta el gol de Ramos tras una falta innecesaria de Arda sobre Marcelo, cuando el blanco estaba orillado, aislado, de espaldas y a metros y metros de la porter¨ªa de Ter Stegen. Lo del gol ag¨®nico de Ramos ya es un cl¨¢sico. Como empiezan a serlo las dianas del Bar?a al Madrid en el Camp Nou. Tan poco naturales para un equipo que se sustentaba en el toque sutil que los tres ¨²ltimos goles llegaron de cabeza y a bal¨®n parado: Mathieu en la victoria de 2015, Piqu¨¦ en la derrota de la pasada temporada y esta vez Luis Su¨¢rez. Tres tantos por v¨ªa a¨¦rea, nada que ver con el gen Bar?a. Hoy, nada es lo que era, ni siquiera lo que parec¨ªa ser. El equipo no se encuentra, ha perdido ra¨ªces.
Para el Madrid, nada nuevo, a falta de un patr¨®n claro de juego, punt¨²a y punt¨²a, en las buenas, en las malas y en las que se queda a medias, como en esta jornada. Se defiende, y de maravilla, con los resultados. El Bar?a, tantas d¨¦cadas mensajero del juego, ya no tiene a qu¨¦ agarrarse. Ni n¨²meros: lleva nueve puntos perdidos en su propio estadio, donde lo mismo patina con el Alav¨¦s y el M¨¢laga que con los dos finalistas de la ¨²ltima Copa de Europa. Se le ha salido la cadena y no encuentra frescura en los ¨²ltimos llegados. Por m¨¢s que se enfade con el mundo, a Luis Enrique le toca intervenir con urgencia. Zidane, mientras, suma que suma, como sea.
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