El Athletic gana ante el Barcelona una batalla perdida
Los goles de Aduriz y Williams inutilizan el asedio azulgrana y el gol de Messi
La Copa tiene sus c¨®digos, tan estrictos que alteran cualquier reglamento. Si en la Liga impera la estrategia, la especulaci¨®n, el c¨¢lculo; en la Copa prevalece la intensidad, el car¨¢cter, el coraz¨®n y ese asunto tan incalculable que es la fe. Y de ese segundo c¨®digo, el Athletic se sabe todos los art¨ªculos. Porque gane o pierda, lleva el gen de la Copa en su ADN. Por eso el Athletic muere y resucita como un milagro permanente. Y en cada resurrecci¨®n encontr¨® un gol a base de aprovechar los errores del rival y convertirlos en oro molido. Lo hizo Aduriz, cuando Iniesta perdi¨® el bal¨®n (una rareza futbol¨ªstica) y Aduriz lo guis¨® y lo comi¨®, previa asadura de Ra¨²l Garc¨ªa. Y cuando el Bar?a por fin se dio cuenta de que la camiseta le identificaba (por rara que fuera) y empez¨® a explorar la banda derecha el Athletic, un boquete mayor que una estaci¨®n soterrada, lleg¨® el golazo de Williams, tras una sutileza de Aduriz de tac¨®n. Aduriz fue cortesano, Williams, el gastador.
De pronto el Athletic ganaba con una certeza tan rotunda que todo eran preguntas en el Bar?a. El tridente era un cuchillo de pescado donde solo Neymar ten¨ªa ganas de hincar el diente. Y el Athletic colgado de su fe iba creyendo en s¨ª mismo. M¨¢s a¨²n cuando el ¨¢rbitro decidi¨® absolver a Iraizoz cuando derrib¨® a Piqu¨¦ y, m¨¢s a¨²n, a Etxeita cuando hizo lo propio con Neymar, de forma m¨¢s clamorosa. En ambos casos indult¨® al Athletic y entre ambos indult¨® una agresi¨®n de Aduriz a Umtiti.
La Copa y sus circunstancias. Y las circunstancias espoleaban y sinceraban al Athletic que entrevi¨® un Bar?a d¨¦bil y el fantasma de la Supercopa quiz¨¢s le proteg¨ªa. Y que el partido ten¨ªa ese perfume del sudor que tanto le alivia y le motiva. Y so?¨® hasta que el Bar?a se quit¨® las lega?as de los ojos, alivi¨® la mirada y empez¨® a ser s¨ª mismo.
No fue Messi el misil, con la ojiva desviada hasta que caz¨® una falta directa que Iraizoz entendi¨® mal. Fue Neymar el cuchillo en la mantequilla, el futbolista que elimina contrarios y proporciona superioridad a su equipo. Su f¨²tbol fue el f¨²tbol del Barcelona y la inferioridad del Athletic que poco a poco empez¨® a ver el campo cuesta arriba, la pendiente infinita. Poco importaba que Su¨¢rez estuviera intratable, pero no con el rival sino con el bal¨®n, o que Messi resultara intermitente, o Iniesta t¨ªmido como un novel.
El Athletic se enred¨® en su fe y no hal¨® las obras. Y el Athletic en la segunda mitad encontr¨® su propio yo, es decir, su asedio particular, su mon¨®logo compulsivo frente a un rival que poco a poco iba fundiendo sus pilas, m¨¢s a¨²n cuando se qued¨® con 10 por expulsi¨®n de Ra¨²l Garc¨ªa. Y luego con 9 por expulsi¨®n de Iturraspe. Y luego por agobio infinito, porque el Bar?a ya era el Bar?a y el Athletic se tom¨® el partido como si fuera el de vuelta y la victoria le clasificase. Pura resistencia f¨ªsica, guerrilleros contra acorazados en una batalla ¨¦pica, desigual pero ilusionante.
Defend¨ªa el Athletic con u?as y dientes, luego sin dientes tras el gol de Messi que a veces se equivoc¨® eligiendo lo mejor en vez de lo bueno. Adornos navide?os que le robaron el gol. Y Neymar que asist¨ªa y asist¨ªa, Y el Athletic que corr¨ªa y que corr¨ªa, ya agarrado al campo con las u?as en pos de una victoria escasa pero meritoria.
San Mam¨¦s viv¨ªa el partido como si no hubiera un ma?ana, es decir, como si no hubiera segunda parte de la eliminatoria. Se trataba de ganar y el Bar?a sent¨ªa que perder le ensuciaba el traje. Sab¨ªa que no hab¨ªa jugado bien y que deb¨ªa ganar, o al menos empatar. Y lo rebusc¨® por todas partes, con m¨¢s coraje que estrategia, con las habituales diagonales de Messi, sus pases oblicuos, con el desborde Neymar, sin la aquiescencia de Luis Su¨¢rez. El Athletic decidi¨® resistir, no le quedaba otra y logr¨® su objetivo. Gan¨® una batalla y tiene dif¨ªcil la guerra. Pero fue feliz.
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