El Sevilla congela a la Real Sociedad
El delantero Ben Yedder, con tres goles, fue el fusilero a las ¨®rdenes del general N¡¯Zonzi
Era el partido esperado. El que mide la estatura de dos equipos que acarician el cielo, juegan bien y tienen una intensidad brutal. La Real no hab¨ªa sucumbido al placer del ¨¦xito y el Sevilla no es de los conjuntos que se encogen tras un fracaso, como el de su derrota en la Copa ante el Madrid. De hecho, el ej¨¦rcito de Sampaoli examin¨® los motivos de su derrota, los diseccion¨® hasta la extenuaci¨®n y lleg¨® a una conclusi¨®n definitiva: hab¨ªa que hacer lo mismo que les hicieron, o sea presionar muy arriba, robar el bal¨®n a la velocidad del rayo y protegerlo como si necesitara cuidados intensivos. As¨ª resurgi¨® el Sevilla, como el iceberg que hund¨ªa el Titanic de la Real, un equipo que solo hab¨ªa perdido un partido en Anoeta.
Dio dos manotazos la Real, en remates de Willian Jos¨¦ y Carlos Vela, antes de que N¡¯Zonzi se vistiera de mariscal, Nasri se erigiese en capit¨¢n y Ben Yedder en fusilero mayor. Cuando el franco-congole?o sac¨® la mopa, m¨¢s que el polvo se llev¨® por delante a la Real entera, seca en el centro y con las alas cortadas. Ni Vela ni Oyarzabal eran capaces de volar m¨¢s all¨¢ de un par de aleteos. Y sin bandas, la Real se ahoga.
La competencia, aunque desigual, la desnivel¨® Rulli. Tan habitual en las operaciones de salvamento, tropez¨® con un error inesperado: un disparo previsible de Franco V¨¢zquez, sin mucha violencia, lo repeli¨® como si se hubiera topado con un misil. Ni lo atrap¨® (que deb¨ªa), ni lo despej¨® (que pod¨ªa). Para m¨¢s inri, Ben Yedder se lo col¨® entre las piernas.
Rulli, al menos, se redimi¨® con tres intervenciones posteriores, cuando el Sevilla disfrutaba bajando por su tobog¨¢n. El problema es que la defensa realista incid¨ªa y reincid¨ªa, se disparaba continuamente al pie, al derecho y al izquierdo; siempre se daba a s¨ª misma en una ruleta rusa que solo pod¨ªa llevarle al fracaso. Le pas¨® a Yuri cuando despej¨® con la izquierda un centro sencillo (tal es su desconfianza en la derecha) y lo hizo hacia adentro y habilit¨® a Ben Yedder, tras el pase de V¨¢zquez, para que hiciese el segundo.
Pas¨® y pas¨® en m¨¢s ocasiones, a veces por asuntos individuales, a veces por cuestiones colectivas, porque los centrales jugaban alejados entre s¨ª y respecto de los medios centro. No se arregl¨® nada con el cambio de Mikel Gonz¨¢lez por el joven Elustondo, buscando m¨¢s agilidad defensiva. El muchacho anduvo desorientado por la movilidad y la velocidad de Ben Yedder y Nasri, tipos que aparecen como las estrellas fugaces, en d¨¦cimas de segundo y por los sitios m¨¢s insospechados. Aunque tampoco tuvieron que imaginar mucho: uno por la banda, otro por el centro, bal¨®n profundo control y remate. Rulli par¨® lo que pudo para evitar lo inevitable, pero el buen partido del Sevilla se convirti¨® en un tobog¨¢n por el que bajaba el equipo de Sampaoli con la algarab¨ªa de los ni?os. Marc¨® Sarabia al poco de ingresar en el campo y marc¨® Ben Yedder el cuarto para que el hat-trick ampliara su sonrisa hasta que le doliesen las mand¨ªbulas.
No hab¨ªa noticias de la Real, que miraba m¨¢s al reloj pidi¨¦ndole celeridad para que evitase que la goleada le afectara al ¨¢nimo m¨¢s de lo debido. Fue un recital goleador del Sevilla que se fragu¨® en el mediocentro defensivo. N¡¯Zonzi solo se equivoc¨® una vez: en el minuto ochenta y pico cuando hizo un pase mal. Quiz¨¢s le apetec¨ªa ver qu¨¦ se sent¨ªa. Y a la Real se le congel¨® la mirada.
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