De la c¨¢lida arena de Miami Beach al campo base del Everest: la personal gesta de Jos¨¦ Antonio Soto
Un m¨¦dico sube hasta los 5.643 metros y lo reclama como la cota m¨¢s alta alcanzada por un cubano
¡°Oye chico¡±, se par¨® Jos¨¦ Antonio Soto. Con arena en las botas. Tras la sesi¨®n fotogr¨¢fica. Jos¨¦ Antonio Soto, cubano, americano. En Miami Beach.
¡°Es que mira t¨² que eso est¨¢ al otro lado del mundo. ?Si abrimos un hueco aqu¨ª salimos directos al Katmand¨²!¡±.
Este hombre que vive en Miami Beach y creci¨® en el puerto caribe?o de Cienfuegos, predestinado a una existencia al nivel del mar, cumpli¨® en navidades el reto personal de llegar al campo base del Everest, ¡°a 5.643 metros de altura¡±. Lo reclama como la cota m¨¢s alta ascendida por un cubano. "En internet s¨®lo encontr¨¦ una noticia en Juventud Rebelde sobre un muchacho que hab¨ªa marcado m¨¢s de 4.000 metros en Europa. Consult¨¦ a ESPN [un canal de deportes] y me dijeron que los ¨²nicos r¨¦cords de cubanos que ten¨ªan registrados eran los dos metros cuarenta y cinco de Javier Sotomayor en salto de altura y el viaje al espacio de Arnaldo Tamayo M¨¦ndez, el primer cosmonauta cubano".
Soto lleg¨® a la entrevista con una gorra que pon¨ªa Nepal y un forro polar con la bandera de Estados Unidos en el brazo derecho y en el pecho un escudo, dise?ado por ¨¦l, en forma de cumbre con la bandera cubana. Sobre la mesa de la cafeter¨ªa pos¨® una vieja revista Life que dedic¨® su primera plana a la primera ascensi¨®n en grupo de americanos a la cima del Everest. Soto se?al¨® la fecha.
¨C?20 de septiembre de 1963, mi fecha de nacimiento! ¨Cexclam¨® feliz.
Encontr¨® la revista durante su proceso de documentaci¨®n y entrenamiento de m¨¢s de un a?o previo a su aventura de diciembre pasado. La idea le surgi¨® hace dos veranos viendo con sus dos hijos la pel¨ªcula Everest. Entren¨® con largas caminatas por la playa de Miami y subiendo y bajando las escaleras del aparcamiento de seis plantas de un centro comercial. Seg¨²n las veces que repet¨ªa este heterodoxo ejercicio, calculaba la altura sumada y bosquejaba en una libreta edificios equiparables, como la Torre Eiffel o el Empire State Building.
¨C?Est¨¢ usted bien? ¨Cle preguntaban los empleado del aparcamiento, interesados no por su estado f¨ªsico sino por su salud mental.
Entren¨® tambi¨¦n en un monte del sur de Espa?a, en el Mount Rainier en el noroeste de Estados Unidos y en Pico Duarte de Rep¨²blica Dominicana. ¡°Pero a m¨ª me hubiera gustado entrenarme en el Pico Turquino [el m¨¢s alto de Cuba] y volar desde mi pa¨ªs hacia el Everest. Eso hubiera sido lo m¨¢s lindo¡±.
Soto se fue de Cuba en 1992. Aprovech¨® una conferencia que dio en la Ciudad de M¨¦xico sobre ¡°escarificaciones en tribus de Etiop¨ªa¡±, un estudio de campo sobre la ornamentaci¨®n ritual de la piel por medio de la cicatrizaci¨®n de incisiones. Desde all¨ª lleg¨® a la frontera y cruz¨® con su esposa en balsa el R¨ªo Grande, llegando despu¨¦s a Florida. Soto no ha vuelto a su pa¨ªs.
La subida al campo base del Everest le llev¨® diez d¨ªas. Contrat¨® los servicios de dos sherpas con los que hablaba en ingl¨¦s. ¡°A veces yo les dec¨ªa en cubano, ¡°Oye viejo, afloja que vas muy r¨¢pido¡±, y aunque no me entend¨ªan, Purbha y Lakpa Gelu me miraban como diciendo: ¡°Ah, est¨¢s cansado¡±¡±. Soto hizo hincapi¨¦ en que no se reconoc¨ªa bastante la labor de los sherpas: "Sin ellos, no hay Everest".
M¨¦dico de familia, a?adi¨® al reto de llegar al campo base la realizaci¨®n de un estudio cl¨ªnico, midiendo la oxigenaci¨®n de su sangre cada hora del trayecto. Tambi¨¦n llev¨® un microscopio para analizar piedras. Dijo que el mal de altura le provoc¨® p¨¦rdidas de apetito, dolor de cabeza y momentos de fatiga intensa, pero lo sobrellev¨®. ¡°Gracias a mi capacidad de oxigenaci¨®n natural¡±. El esfuerzo de la subida s¨®lo le parece comparable a los tres a?os que estuvo prepar¨¢ndose para hacer los ex¨¢menes de convalidaci¨®n de su t¨ªtulo de m¨¦dico en Estados Unidos. "Mentalmente, eso fue a¨²n m¨¢s duro. Pocos doctores de fuera lo consiguen, sean cubanos o espa?oles o franceses".
En Facebook ley¨® comentarios quit¨¢ndole m¨¦rito a llegar al campo base. Le molest¨®. ¡°Para un alpinista puede ser sencillo, pero esto no lo hace cualquiera".
Entre sus provisiones llev¨® ¡°dos tabletas de chocolate compradas en Par¨ªs, turrones para celebrar el d¨ªa Navidad y jam¨®n ib¨¦rico, que es perfecto para la monta?a. No necesita refrigeraci¨®n, contiene sodio, potasio, magnesio, calcio, hierro y prote¨ªnas y es agradable al paladar. Pega con todo, desde pasta o arroz o huevo hasta con unas galleticas¡±, explic¨® el m¨¦dico.
Tambi¨¦n llev¨® un Portal de Bel¨¦n en miniatura, una placa dorada que coloc¨® arriba en memoria de su logro y dos banderas cubanas: ¡°Por si se me volaba una. Quer¨ªa llevar mi Patria a un lugar sagrado¡±.
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