Butifarra de Luis Su¨¢rez en el Camp Nou
¡ªMientras jugu¨¦ all¨ª ya iba mentalizado cada d¨ªa de que me pitar¨ªan, porque la tomaron conmigo. Pero esta vez no me lo esperaba, y ?zas! Hice un corte de mangas y me fui. Me equivoqu¨¦, pero es que me pill¨® blandito, sin esper¨¢rmelo¡
Era el 25 de agosto de 1965 y se jugaba el partido inaugural de la temporada en el Camp Nou. Un amistoso de mucho tron¨ªo. El Bar?a iba a presentar a sus nuevos fichajes (M¨¹ller, Gallego y Seraf¨ªn) frente al Inter, campe¨®n de la Copa de Europa por segundo a?o consecutivo. Tambi¨¦n hab¨ªa ganado el Scudetto esos dos a?os y ten¨ªa el t¨ªtulo Intercontinental, que ahora se aprestaba a renovar, ante el Independiente.
Era el 25 de agosto de 1965 y se jugaba el partido inaugural de la temporada
Era un Inter en la cima de la gloria.
Con ¨¦l ven¨ªan dos viejos conocidos del Camp Nou: Helenio Herrera y Luis Su¨¢rez. Helenio se hab¨ªa ido al Inter al final de la 59-60 y tir¨® de Luis Su¨¢rez tras la 60-61, la de la final perdida en Berna ante el Benfica con los cinco balones en los postes cuadrados. El fichaje tuvo el precio sensacional de 25 millones de pesetas, m¨¢s un amistoso que dejar¨ªa otros cinco.
Volaron las entradas. La v¨ªspera del partido, la llegada del Inter en su lujoso Caravelle-Jet fue un acontecimiento. El ¨¦xito de aquella noche animar¨ªa al presidente, Enrique Llaudet, a crear a partir del a?o siguiente el Trofeo Gamper.
En el Camp Nou no se le quiso mucho, se dec¨ªa que le hab¨ªa quitado el puesto a Kubala
Helenio Herrera hace declaraciones amistosas. Volver¨ªa con gusto si se lo ofrecieran, ¡°pero no me dejar¨¢n, porque al Inter le va muy bien conmigo¡±. Dice que el Bar?a se ha reforzado muy bien, la da por favorito en la Liga. Confirma que ¨¦l mismo recomend¨® a Gallego. Pide que haya un m¨¢ximo de dos cambios, m¨¢s el portero, si acaso, ¡°para dar seriedad al partido¡±.
Menos espacio se le dedica en la previa a Luis Su¨¢rez. En el Camp Nou no se le quiso mucho.
El de Su¨¢rez con el Bar?a fue un caso raro e injusto. Cuando Herrera lleg¨® al Bar?a, Kubala estaba decadente, as¨ª que s¨®lo le pon¨ªa en casa, donde a¨²n pod¨ªa aprovechar su clase, falto ya de vigor f¨ªsico. El que jugaba fuera en su lugar sol¨ªa ser Eulogio Mart¨ªnez. Luis Su¨¢rez jugaba en casa y fuera, era intocable para Helenio Herrera. Los kubalistas (much¨ªsimos, porque hab¨ªa dado gloria al club) la tomaban con ¨¦l, que ni le quitaba el sitio a Kubala ni ten¨ªa diferencias con ¨¦l, sino lo contrario:
¡ªMe vieron como el ni?o bonito de Helenio y ya que Helenio quitaba a Kubala fuera, lo pagaban conmigo en casa. Y como yo arriesgaba en jugadas dif¨ªciles, si la perd¨ªa la pita era tremenda. ?Pero si acertaba apenas me aplaud¨ªan!
El Camp Nou se dividi¨® entre kubalistas y suaristas
El Camp Nou se dividi¨® entre kubalistas y suaristas, pero los primeros eran muchos m¨¢s, y se lo hicieron pasar mal. Una injusticia, porque Luis Su¨¢rez fue una barbaridad de jugador (desde luego el mejor del Bar?a en esos a?os), pilar de la selecci¨®n, admirado por Di St¨¦fano, que le llamaba El Arquitecto y, ya es sabido, Bal¨®n de Oro. Con ¨¦l al frente de las maniobras, aquel Bar?a gan¨® dos Ligas consecutivas al gran Madrid. Pero le pitaban¡
¡ªLuego yo iba por la calle y todo el que me ve¨ªa me dec¨ªa: ¡°Eh, que yo voy al campo, pero no soy de los que te pitan¡±. Y as¨ª uno, y otro, y otro... Ninguno me pitaba, pero dentro del campo se o¨ªa que no veas. Yo me preguntaba: ?y si ninguno me pita, c¨®mo es que suena tanto?
As¨ª hasta que se fue. Ya hab¨ªa vuelto una vez, en enero de 1962, en aquel amistoso que formaba parte del traspaso. Gan¨® el Bar?a 2-1 y no pas¨® nada. As¨ª que ese d¨ªa, Luis Su¨¢rez no se esperaba nada feo, al rev¨¦s. Sali¨® pensando en disfrutar. Los dos equipos salen de gala:
Bar?a: Sadurn¨ª; Ben¨ªtez, Olivella, Eladio; M¨¹ller, Gallego; Seraf¨ªn, Pereda, Re, Seminario y Vicente. En el descanso, Rif¨¦ por Seraf¨ªn.
Inter: Sarti; Burgnich, Guarneri, Facchetti; Bedin, Picchi; Jair Mazzola, Peir¨®, Su¨¢rez y Corso. Los mism¨ªsimos once que ganaron dos meses antes la final europea al Benfica. En el minuto 38 entrar¨¢ Domenghini por Su¨¢rez, luego se ver¨¢ por qu¨¦. Y en el descanso, Capellini por Mazzola.
En el minuto uno, golazo de Pereda, que levanta a la gente de sus asientos. Pero el Inter se sobrepone y juega a la suya. Espera, atrae a un Bar?a crecido, se maneja, sale, contraataca. Pronto hay una colada de Peir¨® derribado en el ¨¢rea. El ¨¢rbitro, el catal¨¢n Pintado, barre para casa y se hace el despistado. Varios italianos protestan, y con ellos Luis Su¨¢rez. Se le pita.
Pronto hay un jugad¨®n entre Luis Su¨¢rez y Peir¨® que acaba con disparo del primero, alto, lo que origina rechifla. Al poco, otra buena jugada de ataque del Inter y cuando Su¨¢rez se dispone a rematar se la quita Ben¨ªtez y vuelve la rechifla, a lo que ¨¦l contesta con un manotazo despectivo. Desde entonces, cada vez que la toca hay bronca. En el 38, le hace una entrada a Gallego junto a la banda que Pintado castiga con falta. La bronca ya es enorme. Y entonces se produce el hecho que ser¨¢ portada el d¨ªa siguiente en los peri¨®dicos: sacude un visible corte de mangas y se marcha por su pie al vestuario, sin m¨¢s. Helenio Hererra le sustituye por Domenghini.
El p¨²blico queda en principio indignado, pero pronto marca el Bar?a el segundo y en el descanso las conversaciones se reparten entre los que reniegan de Su¨¢rez y los que hablan de la ilusi¨®n de la victoria. Sin Su¨¢rez, el Inter es menos Inter. El Bar?a gana finalmente 4-1. La gente se va a casa alternando los improperios hacia Su¨¢rez con el esperanzado ¡°Aquest any, s¨ª. Aquest any guanyarem la Liga¡±.
No hubo declaraci¨®n de Su¨¢rez tras el partido. Helenio Herrera cerr¨® el vestuario a cal y canto.
Gallego, que ven¨ªa del Sevilla y se presentaba ese d¨ªa, se sorprendi¨® mucho:
¡ªYo no sab¨ªa nada de su historia anterior. Luego me contaron en el vestuario, los veteranos, de qu¨¦ ven¨ªa la cosa y lo entend¨ª mejor. Hay que estar ah¨ª abajo para saber c¨®mo se siente uno. Est¨¢ mal hecho, pero es una reacci¨®n que a veces se te puede escapar, como le pas¨® el otro d¨ªa a Sergio Ramos. A m¨ª, por suerte, no me pas¨®. Cuando volv¨ª a Sevilla me trataron bien. Me pitaban si acaso por alguna entrada dura o algo as¨ª, pero como en cualquier campo. Por cierto, me extra?¨® el gesto, el corte de mangas. En Sevilla no se hac¨ªa.
En Madrid tampoco, a?ado, o as¨ª lo recuerdo yo. Se ve¨ªa s¨®lo en las pel¨ªculas italianas, como algo de aquel pa¨ªs. ?Quiz¨¢ lo trajo de all¨ª Su¨¢rez?
¡ªDesde luego, all¨¢ era de lo m¨¢s habitual. En la menor discusi¨®n en un bar, ya se lo hac¨ªa uno a otro, ?zas! Quiz¨¢ por eso me sali¨® as¨ª, tan espont¨¢neo. Aqu¨ª se ve¨ªa menos, pero tampoco creo que lo trajera yo, ?eh?
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