Los que esperan
Pep Guardiola, apalizado ayer en Inglaterra, est¨¢ pasando un momento privilegiado su vida. Puede ver ahora, no tan fugazmente como sol¨ªa en M¨²nich y Barcelona, a muchos de los que lo odian de verdad, que son los que m¨¢s tardan en aparecer en la fiesta (pero aparecen) y los primeros en llegar al funeral, cuando no lo organizan directamente. Este g¨¦nero no es despreciable en n¨²mero y suele estar m¨¢s cerca de uno que los propios amigos. Son los que esperan. Ocurre en el f¨²tbol y en la vida: s¨®lo sabes el precio de lo que has conseguido cuando te quieren hacer creer que un fracaso invalida lo anterior.
Guardiola es un caso paradigm¨¢tico. El ¨²nico capricho que se concedi¨® antes de empezar a arrasarlo todo fue una derrota en Numancia. Entre los que esperan hay subclases; una de ellas ¡ªla m¨¢s divertida¡ª es la de los impacientes. Son rechazados por los otros porque intoxican el verdadero esp¨ªritu del odio: la paciencia y el fr¨ªo. Aquel a?o, 2008, Guardiola debut¨® con derrota y seguro que empez¨® a sentir la sensaci¨®n inquietante de que ya le estaban esperando: desde el momento en que se le fich¨®, concretamente. Eso, como la muerte, iguala a todos: tambi¨¦n el nuevo jefe de la oficina provincial de correos sabe que a su espalda se crea autom¨¢ticamente, con el cargo, una salita de espera.
Ha habido pocos casos en el f¨²tbol m¨¢s desesperantes que Guardiola. Muchos de los que le esperaban han ido cayendo por el camino para luego volver a recogerse con espanto: en alguna eliminaci¨®n del Bar?a anterior a m¨¢s t¨ªtulos, en el 0-4 del Madrid anterior a otra Bundesliga. A los que nunca lo esperamos, porque ¨¦ramos madridistas y fue nuestro adversario el primer d¨ªa, nos divert¨ªa la complicidad silenciosa de los barcelonistas que lo adoraban con ganas de deshacerse de ¨¦l. S¨®lo cuando se fue empezaron a salir a la luz, p¨¢lidos de tanto encierro.
Esperar a que caiga alguien tiene que ser el oficio m¨¢s aburrido del mundo. Pero crea adicci¨®n; cuando terminas de esperar a uno y sales a plantarle tus cuatro verdades acumuladas, te vas en direcci¨®n a otro. El problema que tienen los que est¨¢n esperando a Pep Guardiola es que nunca saben cu¨¢ndo dar un paso al frente. Es demasiado joven, ha ganado demasiado para que se pueda convencer a la gente de que lo ha perdido todo por una mala temporada en Inglaterra, si finalmente la tiene. Yo recuerdo haberme metido con ¨¦l mucho y muy bien, y cuando se fue del Bar?a le escrib¨ª un obituario hermoso cuyo t¨ªtulo aconsejo a los que hoy bailan alrededor de la hoguera: siempre vuelve.
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