De provocados y provocadores
Ah¨ª est¨¢ esa masa vociferante dedicando los m¨¢s asquerosos insultos a un futbolista que, por lo visto, no tiene derecho ni a hacer el m¨¢s m¨ªnimo gesto de desprecio
Imag¨ªnese, estimado lector, que camina usted por un aeropuerto maleta en mano, ensimismado en sus pensamientos, cuando de repente un joven que no se sabe muy bien de d¨®nde ha salido ni qu¨¦ hace all¨ª se le acerca despacio y le dice ¡°hola, Jaume¡± (imag¨ªnese que se llama usted Jaume) y, tras mirar a un lado y a otro, le espeta: ¡°M¨¢s huevos, ?eh? Hay que echarle m¨¢s huevos¡±. Usted le mira de hito en hito, piensa qu¨¦ demonios har¨¢ ese imb¨¦cil all¨ª a la una de la ma?ana, e intenta no hacerle caso. Pero ¨¦l insiste: ¡°Ten¨¦is que echarle m¨¢s huevos, que no lo hac¨¦is. Huevos, huevos, huevos¡, porque si no¡¡±, el t¨¦rmino y la amenaza se van agrandando a la vez que se pierde su eco en aquella terminal vac¨ªa. Su primera reacci¨®n, amable lector, bien podr¨ªa ser la de lanzar un improperio a tan ov¨ªparo tocapelotas. Pero no lo hace. Luego se plantea decirle, con toda educaci¨®n, que le deje tranquilo. Tampoco lo hace. Porque no lo puede hacer. Porque es usted futbolista. Y si es usted futbolista y se cruza en su camino con uno, 10, 1.000 o 10.000 idiotas que le acosan y le insultan no le queda otra que quedarse callado, agachar la cabeza, controlar el control y apretar el paso sin dejar escapar un gesto de desprecio, no sea que lo haga y le acusen de provocador. Y luego, ya en casa, vomita usted toda su humillaci¨®n. Pero en la intimidad. Sin c¨¢maras, sin focos. Es usted futbolista, as¨ª que su condici¨®n de ser humano¡ ?a qui¨¦n le importa su condici¨®n de ser humano?
Tan surrealista episodio lo vivi¨® la semana pasada Jaume Domenech, portero del Valencia. Y resulta insignificante comparado con otros sucesos que ¨¦l y sus compa?eros han sufrido en tiempos recientes. Sin ir m¨¢s lejos, en diciembre pasado medio centenar de aficionados (con perd¨®n para los aficionados) les esperaron en la ciudad deportiva y tanta fue la violencia de la escena que la polic¨ªa tuvo que acudir en auxilio de los futbolistas. Y sacarles de all¨ª. No es el primer episodio parecido, ni por desgracia ser¨¢ el ¨²ltimo. A¨²n existen clubes en los que los ultras tienen mando en plaza. Clubes peque?os, medianos y algunos que se consideran grandes, como el propio Valencia. En otros, como el Bar?a, Joan Laporta les exili¨® del Camp Nou. Como hizo Florentino P¨¦rez en el Madrid, lo cual es digno de elogio aunque en este caso tuviera que darse la circunstancia de que el presidente hab¨ªa perdido el favor de los fascistas tras la marcha del incendiario Mourinho. Tambi¨¦n en el Atl¨¦tico han dejado los radicales de comer a mesa puesta. Pero para que ello sucediera fue necesario que se produjera un espantoso asesinato.
En el reciente Sevilla-Madrid de Copa, Sergio Ramos dijo basta. Durante una hora escuch¨® c¨®mo desde una parte de la grada del Pizju¨¢n se le llamaba ¡°hijo de puta¡± sin descanso. Lo lleva escuchando muchos a?os, 11 concretamente, justo desde que abandon¨® el Sevilla y se fue al Madrid para que Del Nido hiciera caja y enga?ara a toda la afici¨®n culp¨¢ndole a ¨¦l. Qu¨¦ raro, ?verdad?, que un jugador se vaya de un club y fiche por el Madrid. No imagina uno los motivos que le pueden llevar a ello. Cuando Ramos marc¨® de penalti en ese partido de Copa, los insultos se multiplicaron. Y el futbolista contest¨® se?al¨¢ndose su nombre impreso en la camiseta y llevando las manos a sus orejas a la par que ped¨ªa perd¨®n al resto del estadio. Las im¨¢genes de televisi¨®n muestran a una masa vociferante, de pie en sus asientos, con el dedo coraz¨®n levantado, gritando ¡°Sergio Ramos, mu¨¦rete¡± o ¡°Sergio Ramos, c¨®mo la chupa tu madre¡±. En esa masa hab¨ªa ultras, s¨ª, pero tambi¨¦n se?ores y se?oras encopetados, tal vez devotos de Frascuelo y de Mar¨ªa, que dir¨ªa el poeta. Y hab¨ªa ni?os.
Tras estos hechos, el Sevilla hizo p¨²blica una nota en la que condenaba el comportamiento de parte de su afici¨®n y, sobre todo y por encima de todo, condenaba a Sergio Ramos.
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