Eibar y Atl¨¦tico intercambian goles
Los rojiblancos acceden a las semifinales de la Copa del Rey en un partido sin sal
Por la cuesta que sube desde la plaza de Unzaga hasta Ipurua no hab¨ªa ni sonrisas ni l¨¢grimas. El p¨²blico asist¨ªa al encuentro como quien espera en la cola de la ventanilla de tributos e impuestos. Sin fe, con desgana. ?Y c¨®mo se tramita la desgana en el f¨²tbol? Se apela a la autoestima de los desheredados, de los marginados, por volver al sistema que los expuls¨®. Se apela, si llega al caso, a la ¨¦pica que envuelve los milagros. A que cosas m¨¢s raras se han visto. A que por qu¨¦ no. Pero el f¨²tbol es demasiado jer¨¢rquico para permitir revoluciones, siempre ocasionales, anecd¨®ticas. Ni el Eibar ni el Atl¨¦tico pensaban que pod¨ªa llover caf¨¦ tras el 3-0 de la ida. Espa?a no es Inglaterra, por eso la Copa no es la Copa.
Por eso Mendilibar prefiri¨® hacer un casting en la plantilla, incluidos dos futbolistas del filial, rodeados de suplentes o futbolistas en recuperaci¨®n. Por eso Simeone le dio a la ruleta de la plantilla para foguear a unos (Lucas, Correa), examinar a otros (Torres, Gait¨¢n) y valorar a otro (Gameiro) por debajo de las expectativas. Mendilibar fue sincero en las horas previas: clasificarnos es casi imposible, pero debemos ganar el partido para la afici¨®n. Para qu¨¦ andarse con circunloquios. Mejor aceptar que mentir, mejor reconocer que enga?ar. Por la cuesta que sube de Unzaga a Ipurua no hab¨ªa aceras para los milagros.
El partido se le hizo c¨®modo al Atl¨¦tico, poco exigido por un Eibar diplom¨¢tico, tranquilo en todo el campo, m¨¢s voluntarioso que voluptuoso. La desgana, la anomia tienen su consecuencia. Por ejemplo que en toda la primera mitad hubiera solo un disparo del joven Josu¨¦, repelido por Moy¨¢ y otro de Gameiro salvado por Yoel, aunque estaba en fuera de juego. Nada m¨¢s, ni m¨¢s ni menos. El Atl¨¦tico interpretando la buena gesti¨®n de la rutina, el Eibar aparentando la impaciencia del p¨²blico. Pero la ventanilla solo la abri¨® Gim¨¦nez en un saque de esquina, un gru?ido ante su apocado defensor, Sarriegi, que aprendi¨® en la jugada la importancia de la fortaleza. Dos j¨®venes frente a frente con distintas experiencia.
El partido se convirti¨® entonces en un partido de libreta. Es decir, de los que el entrenador apunta lo que opina sobre los no habituales y poco del juego. Datos para el futuro, momentos singulares. El silencio en Ipurua era tan grande en la segunda que las voces de los pocos cantarines en la grada parec¨ªa un concierto de los tres tenores ante el silencio reverencial y desganado del p¨²blico.
Pero el f¨²tbol tiene sus espasmos, su hipo. Y resulta que Mendilibar lo encontr¨® con el doble cambio que dio entrada a Enrich y Pedro Le¨®n. En un minuto entre ambos fabricaron un gol: un disparo tremebundo del murciano al larguero y un remate posterior de espuela del catal¨¢n a la red. No hay mejor manera de tocar el bal¨®n por primera vez. Y luego va Pedro Le¨®n y con la zurda, a bote pronto despista a Moy¨¢ y le bate. Misi¨®n cumplida para el encargo de Mendilibar, ganar m¨¢s ac¨¢ de conseguir otro objetivo. Pero sucedi¨® que Juanfran encontr¨® un error de la defensa del Eibar y pudo batir con una vaselina a Yoel, descolocado, sorprendido.
Probablemente Simeone no fue feliz porque su equipo sigui¨® manifestando su endeblez incuso en las situaciones de confort. Se fue clasificado para semifinales porque lleg¨® clasificado para semifinales. Mendilibar probablemente pens¨® que ni fu ni fa, que los goles fueron obra de los de siempre. Poco m¨¢s que apuntar.
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