Cristiano frente al tendido 7
Hay veces en que parte del p¨²blico del Bernab¨¦u cree que lo mejor es que algunos futbolistas sientan de cerca su desprecio
De cuando en cuando parte del p¨²blico del Bernab¨¦u decide que lo que m¨¢s conviene a su equipo es que algunos de sus futbolistas sientan de cerca su desprecio. Est¨¢ en su derecho. Huelga decir que el que paga manda, que la grada es soberana, que el respetable siempre tiene raz¨®n y otras menudencias del mismo tenor. As¨ª que, agarrado a tan incontestables argumentos, un sector de la afici¨®n suele proponer un juicio sumar¨ªsimo antes incluso de que el bal¨®n eche a rodar. Se escuchan entonces en Chamart¨ªn silbidos de variadas gamas dedicados, por ejemplo, a Danilo, ese chico que tanto corre y que a veces domina el bal¨®n y a veces el bal¨®n le domina a ¨¦l. O a Benzema. Que no corre lo que hay que correr, dicen; que vive preso de su indolencia, lo que por lo visto convierte en papel mojado su capacidad de hacer posible lo imposible. Incluso esa silbatina tan popular suele afectar a Cristiano. Y tanto le afecta que al portugu¨¦s se le vio en el ¨²ltimo partido mascullar un insulto contra quienes le criticaban, improperio que no reproduciremos aqu¨ª porque madre no hay m¨¢s que una.
La lista de jugadores a los que una parte del Bernab¨¦u ha zarandeado es interminable. Incluso en las victorias. Los m¨¢s viejos del lugar recuerdan a Manolo Vel¨¢zquez, un jugador genial a quien algunos achacaban una supuesta displicencia en su juego. A partir de ah¨ª, p¨®nganse a la cola: Michel, que lleg¨® a irse en mitad de un partido; Zidane, s¨ª, Zidane, han le¨ªdo bien; Ronaldo, que demol¨ªa defensas mientras se carcajeaba; Guti, a cuya bota izquierda deber¨ªan sacar brillo varias generaciones; Casillas, legendario y apaleado por el mismo precio¡ Y eso por no nombrar a otros m¨¢s limitados, tipo Samuel, Emerson y similares. Todos, grandes o min¨²sculos, sufrieron en alg¨²n momento la ira del Bernab¨¦u. Hoy la sufre Cristiano, que se pregunta al modo de aquel conocido pir¨®mano, y con similar acento portugu¨¦s: ¡°?Por qu¨¦? ?Por qu¨¦?¡±. Este futbolista, de piel muy fina, aguanta de mala manera la desafecci¨®n y no encuentra respuestas. A uno, a ratos, le puede la tentaci¨®n de destacar que no est¨¢ en su mejor momento, que su f¨ªsico ya no le da, que no se va de nadie, que su gestualidad es estomagante, que parece importarle m¨¢s su triunfo, premio aqu¨ª, premio all¨¢, que el del colectivo, que renovarle como ha hecho el club hasta 2021 es una broma de mal gusto. En esas est¨¢ uno cuando, de repente, en la pantalla del ordenador aparece un dato que manda al infierno a la susodicha tentaci¨®n: 384 goles en 373 partidos.
Hay una parte del madridismo que maltrata a sus s¨ªmbolos. Cristiano es un individuo que tiene todo el derecho a no ser el mejor jugador del mundo. Porque no lo es por mucho que sus hagi¨®grafos y esa televisi¨®n del club que el Gobierno, siempre atento a los intereses de la poblaci¨®n, nos permite ver en abierto, insistan en lo contrario. Cristiano tiene derecho a fracasar. Porque ¨¦l suele ser la soluci¨®n, no el problema, por mucho que haya aficionados que siempre encuentran un problema para cada soluci¨®n. Hace pocos d¨ªas a Ra¨²l se le ocurri¨® elogiar la en¨¦sima proeza de Messi. Y algunos se lanzaron a su yugular, a la yugular de un t¨ªo en cuyo honor cada ma?ana deber¨ªa sonar el himno del Real Madrid. Se conoce de sobra el ideario que mueve al nacionalbarcelonismo, que vendr¨ªa a ser algo as¨ª como la persecuci¨®n que no cesa, pero no el que gu¨ªa al nacionalmadridismo, que parece caminar al dictado del pu?etero tendido 7 que habita en el Bernab¨¦u y que levanta o baja su dedo pulgar dependiendo, quiz¨¢, del grado de estre?imiento que sufra ese d¨ªa.
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