El Eibar borra al Granada de principio a fin
El equipo azulgrana se da un fest¨ªn de goles ante un rival desconcertado
El filo de la navaja le hizo una herida profunda al Granada, porque el Eibar manej¨® el acero con aire de espadach¨ªn. Ingason agarr¨® a Enrich con tal insistencia que Mateu le castig¨® con penalti. No fue un agarr¨®n, un empuj¨®n, un derribo desesperado. Fue un estir¨®n de camiseta educado pero insistente como si vas corriendo a coger el autob¨²s y alguien te agarra una solapa. Comparado con otros agarrones recientes parec¨ªa una ni?er¨ªa, pero era opuesto a la ley y Mateu la aplic¨® como a ¨¦l le gusta: sin ambages ni memoria.
El segundo gol ten¨ªa el filo de la navaja a¨²n m¨¢s afilado. Sergi Enrich bordeaba el fuera de juego, pero por dentro, no por fuera porque Lomb¨¢n y Foulquier trazaron una leve curva en la l¨ªnea recta con la que quer¨ªan hacer naufragar al jugador catal¨¢n. Y en la curva Enrich encontr¨® su salvavidas. Luego remato la jugada con el arte, la paciencia y la inteligencia para hacer f¨¢cil lo dif¨ªcil.
La discusi¨®n sobre ambas acciones ten¨ªa, sin embargo, poca incidencia en el conjunto de las cosas. Antes del penalti pudo marcar Ramis tras una falta. Despu¨¦s del penalti Adri¨¢n remat¨® a bocajarro al larguero y otra vez tuvo el gol en sus botas en otra acci¨®n. Es decir, el Eibar era m¨¢s que sus circunstancias, porque prevalec¨ªa su personalidad, su capacidad para el juego directo y para el f¨²tbol transversal, ante la dimisi¨®n colectiva del Granada. Un equipo aturdido es un equipo vulnerable, indefenso a pesar de sus cinco defensas, tan desorganizado atr¨¢s como inexistente en ataque. Muchos defensas no supone mejor defensa. Sucedi¨® que los cinco de atr¨¢s estaban tan anchos que entre ellos los pasillos parec¨ªan avenidas, es decir el territorio perfecto para tipos como Enrich y Adri¨¢n, dos futbolistas que asistidos por el tacto de Pedro Le¨®n o Inui parecen caballos salvajes disfrutando de la pradera.
Noqueado el Granada, el partido le result¨® un martirio con una segunda parte por delante. Si ten¨ªa alguna excitaci¨®n, se la apag¨® Ramis al rematar un saque de esquina en el en¨¦simo error de concentraci¨®n del Granada. Ah¨ª se le par¨® el reloj. Le quedaba tanto que prefiri¨® no mirar. Y ah¨ª comenz¨® la avaricia razonable del Eibar. La pasi¨®n por el gol se adue?¨® del Eibar. Tanta que Arbilla se pag¨® una carrera de cincuenta metros ara centrar desde la raya como si de aquella jugada dependiera el futuro del mundo. Y su centro lo remach¨® Pedro Le¨®n con su toque habitual.
El f¨²tbol se apag¨®, hasta se o¨ªa el vuelo de las moscas en el leve murmullo de Ipurua. De nada le hab¨ªa valido a Lucas Alcaraz romper su defensa de cinco. Antes de que se pusiera en marcha, el Eibar le hab¨ªa marcado el tercero y antes de despejarse lleg¨® el cuarto. La adversidad era demasiado grande como para subirla sin ox¨ªgeno. Los estadios silenciosos revelan que el partido est¨¢ ganado o est¨¢ perdido. Y en Ipurua rein¨® el silencio, porque todo estaba ganado. Todo hab¨ªa terminado demasiado pronto.
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