Jugar a nada
Se present¨® el Bar?a en el primer duelo de los octavos de final crey¨¦ndose el Madrid y el resultado no pudo ser m¨¢s previsible
Se present¨® el Bar?a en el primer duelo de los octavos de final crey¨¦ndose el Madrid y el resultado no pudo ser m¨¢s previsible: la cat¨¢strofe. Sin jugar a nada, algo contracultural e hist¨®ricamente poco recomendable para sus intereses, se desmembr¨® el equipo de Luis Enrique ante los focos del Parque de los Pr¨ªncipes y frente a un rival que se disfraz¨® de Bar?a antiguo, de aquel equipo fam¨¦lico y gobernante que apenas dejaba otra opci¨®n a los contrarios que firmar su rendici¨®n sin condiciones. En esta ocasi¨®n, el encargado de presentar el documento fue Marco Verratti, cacique indiscutible de un partido forjado a su imagen y semejanza, mientras los azulgrana se pasaban la pluma para firmar la capitulaci¨®n sin reparar en la letra peque?a, esa que advierte de que al partido de ida lo sigue otro de vuelta. En Par¨ªs, la ciudad en que Lubisch ambient¨® su inolvidable Ninotchka, las sirenas volvieron a parecer alarmas, no morenas, y el Bar?a regres¨® a casa con la sensaci¨®n de que le hab¨ªan robado el alma, el estilo y, por qu¨¦ no, tambi¨¦n la cartera.
Hace poco m¨¢s de diez a?os, con la euforia rezumando y la piel reluciente tras un ba?o de gloria en Saint-Denis, miles de aficionados cul¨¦s juraron amor eterno a una cultura futbol¨ªstica y un estilo de juego que acababa de encumbrarlos como campeones de Europa, curiosamente bajo el mismo cielo que este martes les record¨® el escaso valor de sus promesas. De aquel esp¨ªritu mediocampista que derrot¨® al Arsenal en 2006 quedan apenas los rescoldos, un recuerdo vago y el mismo perfume diluido de las viejas cartas de amor que se pudren en las profundidades de cualquier caj¨®n, olvidadas bajo una avalancha de calcetines. Las buenas intenciones de vivir eternamente al amparo de un bal¨®n, la convicci¨®n inquebrantable de que el talento se forma, no se compra, se han ido alejando de las prioridades del club y sus aficionados al tiempo que se adoptaban nuevos mantras, palabras vac¨ªas que hoy desvelan su nulo significado a la sombra de tan estrepitosa derrota.
En el empe?o de imitar al eterno rival, en la angustiosa paranoia de no saber disfrutar de lo propio y pretender las glorias de otro, el Bar?a lleva demasiado tiempo apart¨¢ndose del camino que lo llev¨® a conquistar Par¨ªs, Roma, Londres... La dictadura de los xaviniestas ha sido substituida por la anarqu¨ªa e indolencia de los cromos robados. El legado de Cruyff se diluye y el recuerdo de Rijkaard y Guardiola se intenta disimular a brochazos. El club se empe?a en demostrar que es capaz de sobrevivir en el desierto con apenas el escudo y la chequera, sin br¨²jula ni cantimplora, algo que tan solo est¨¢ al alcance del Real Madrid. Y es que, como dice mi querido Javi Mart¨ªn, alma blanca y preclara como pocas, ¡°el error del Bar?a fue pensar que no jugar a nada era sencillo pero el Madrid lleva muchos a?os perfeccion¨¢ndolo¡±.
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