Messi celebra la Liga despu¨¦s de perderla
El delantero argentino expresa la alegr¨ªa por un gol en el Calder¨®n que, a diferencia de la semana pasada, celebr¨® a lo grande
El f¨²tbol del Bar?a ha perdido gracia y si se quiere encanto, por no hablar de estilo, apreciaci¨®n que provoca urticaria en el Camp Nou. No tiene m¨¢s horizonte que el partido a partido, la supervivencia pura y dura, terreno en el que se bate de manera irregular, depende del d¨ªa y del adversario, siempre aliviado en cualquiera caso por la rebeld¨ªa de su entrenador y el peso de sus figuras, que en Madrid fueron Neymar, Ter Stegen y por supuesto Messi. No son argumentos propios del mejor equipo del mundo, ni tampoco garantizan la Liga. Hay veces, sin embargo, que alcanzan para ganar partidos dram¨¢ticos como el del Calder¨®n
La clasificaci¨®n exig¨ªa una respuesta autoritaria del Bar?a. El empate no le val¨ªa ni el Atl¨¦tico. As¨ª que ambos equipos se batieron como si disputaran un partido ¨²nico, hasta que los azulgrana cantaron victoria con un gol de Messi, que cuenta 27 en 34 encuentros ante los rojiblancos, abatidos de nuevo en su feudo: los datos aseguran que hay pocos estadios m¨¢s favorables para los azulgrana que el Calder¨®n. A falta de juego e identidad, el Bar?a tiene competitividad y talento suficientes para derrotar a uno de los contrarios m¨¢s duros de pelar como es el Atl¨¦tico. No hubo sorpresa en el marcador sino en la pizarra de Luis Enrique.
No se recuerda a un entrenador azulgrana desde la llegada de Cruyff al Camp Nou que no haya jugado un partido importante con tres defensas, cuatro centrocampistas y tres delanteros, un despliegue conocido popularmente como el 3-4-3 y cuya aplicaci¨®n resulta muy particular en el Bar?a. A veces, y con matices, se ha utilizado en situaciones de emergencia, como las que tuvo Rijkaard en La Romareda o en Anfield, y en ocasiones se present¨® como el punto culminante de la evoluci¨®n futbol¨ªstica del equipo: quiz¨¢ el mejor ejemplo de la perfecci¨®n fue el 3-7-0 exhibido por Guardiola en la final del Mundial de Clubes-2011.
Aunque Luis Enrique ya puso una l¨ªnea de tres zagueros en jornadas de entretiempo, condicionado por las ausencias o las rotaciones, como en diciembre de 2014 contra el PSG, no se recordaba en el curr¨ªculo del t¨¦cnico un plan semejante al desplegado en el Calder¨®n. No era una f¨®rmula trabajada, o preparada, tampoco una evoluci¨®n del estilo de juego del Bar?a, sino que m¨¢s bien pareci¨® un recurso en tiempo de inseguridad, una salida improvisada para agitar al propio equipo y recuperar sensaciones y al tiempo sorprender al Atl¨¦tico despu¨¦s de muchas citas en la Liga, la Champions y la Copa.
La desconfianza embargaba al Bar?a, vulnerable y poco fiable, impreciso, sin jerarqu¨ªa ni control, dispuesto ¨²ltimamente a jugarse la vida a la ruleta rusa, en el ¨¢rea ajena y la propia, defendida por un colosal Ter Stegen. Muy blando y torpe, poco abierto por el flanco de Rafinha, el equipo azulgrana se parti¨® al poco rato, no enganchaba con la punta del rombo, ocupado por un pasivo Messi, y era constantemente requerido en defensa por la agresividad de los muchachos de Simeone. Atacaban en manada los rojiblancos mientras los azulgrana se entregaron a la estrategia y a la fuerza de Luis Su¨¢rez.
Las dudas barcelonistas contrastaban con las verdades del Atl¨¦tico, convencido de estar en lo cierto desde que se reencontr¨® con su esencia en la Copa que perdi¨® precisamente con el plantel de Luis Enrique. Los rojiblancos eran superiores futbol¨ªsticamente y mejores como equipo que los azulgrana, que solo compitieron en ocasiones por el genio sus figuras, y especialmente por la valent¨ªa de Neymar. A pesar de ser muchos, no hab¨ªa noticias en cambio de los centrocampistas: el partido pas¨® de largo para Busquets (cont¨® 12 p¨¦rdidas), Iniesta no est¨¢ y no encontraban su sito Sergi Roberto ni tampoco Rafinha.
Aunque es un futbolista discontinuo, Rafinha tambi¨¦n resulta descarado y tiene gol, como se constat¨® cuando el partido se equilibr¨® en la reanudaci¨®n despu¨¦s que los rojiblancos se contagiaran del desorden del Bar?a. El intercambio provoc¨® un ir y venir que dej¨® al descubierto el mal momento de Busquets. El medio centro provoc¨® con su falta el gol del empate de Godin por m¨¢s que el azulgrana reclamara falta en el salto del central del Atl¨¦tico. La contienda qued¨® entonces a merced de los detalles, y entonces apareci¨® Messi para un gol cuya celebraci¨®n contrast¨® con la tristeza de la semana pasada despu¨¦s de tumbar al Legan¨¦s.
Si el domingo pareci¨® que el Bar?a hab¨ªa perdido la Liga, en el Calder¨®n dio la sensaci¨®n que la hab¨ªa ganado.
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