?l, Claudio
Ranieri tiene un raro vicio literario: nunca acumula cr¨¦dito; es un entrenador condenado a nacer todo el rato
La cumbre de Claudio Ranieri en Espa?a la ejecut¨® Mendieta con una barbaridad de gol a la altura del conseguido en el Camp Nou cuando remat¨® un c¨®rner desde fuera del ¨¢rea. En palabras de los cronistas Los Planetas, fue un gol ¡°realmente incre¨ªble¡±. Aquel Valencia de Ranieri era el de Gaizka, Piojo y la Cobra Ilie; entre otras cosas levant¨® en Sevilla una Copa del Rey colosal aplastando al Atleti.
Las cumbres de Ranieri, sin embargo, son heladas; apenas hay vida all¨ª. Triunfa r¨¢pido, muere joven. Se va solo y medio loco de los sitios sin preguntar razones, cansado de buscarlas. Lo que nunca esper¨® ¨¦l y el planeta entero es que fuese a hacerlo tambi¨¦n con el Leicester, tanto que gan¨® la Premier en una temporada que parec¨ªa tener todos los ingredientes de un sue?o. Esta semana, fiel a su leyenda, lo han despedido por los malos resultados. Por ser fiel a la historia del Leicester antes de Ranieri, por otro lado: uno de los privilegios del f¨²tbol es que despu¨¦s de una victoria no recuerdas c¨®mo era la vida antes. Despu¨¦s de muchas, no intuyes ni siquiera c¨®mo ser¨¢ la vida despu¨¦s.
Por eso es gracioso que seg¨²n los medios ingleses hubiese cuatro ¡°grandes jugadores¡±, cuatro ¡°estrellas¡± del Leicester que reclamaron su despido al due?o del club en esas reuniones que en Madrid se conocen tambi¨¦n: ¨¦chelo o nos olvidamos de jugar. Voy corriendo a ver qui¨¦nes son esas estrellas europeas y leo: Jamie Vardy, Kasper Schmeichel, Wes Morgan y Marc Albrighton. Qui¨¦nes eran antes de Ranieri es complicado saberlo; despu¨¦s, salvo Vardy, tambi¨¦n dar¨¢ problemas.
Las leyes del f¨²tbol, al parecer. Del libre mercado. Tambi¨¦n de la tendencia autodestructiva de Ranieri, due?o de una po¨¦tica casi tan poderosa como la de C¨²per, un hombre predestinado a estrellarse en finales. Ranieri sin embargo tiene un raro vicio literario: nunca acumula cr¨¦dito. Es un entrenador condenado a nacer todo el rato. Eso le ha dado muchas ventajas y ha reunido simpat¨ªas extremas y odios estupendos. Un exjugador suyo, un portero que hizo suplente en la Roma, dijo despu¨¦s de que lo echaran que le estaba bien merecido. Hay que estar muerto por dentro varias veces para aparecer en un entierro y bailar delante del cad¨¢ver. O a los deudos: nunca se sabe si Ranieri es el muerto o est¨¢ llor¨¢ndole a uno que fue ¨¦l y que ha quedado ya enterrado para siempre.
El hombre de las victorias ef¨ªmeras y de las conquistas hist¨®ricas inolvidables que caducan en meses ha vuelto a caer. Esta vez ha sido peor que nunca, casi una proeza. Deja en el aire una lecci¨®n que est¨¢ por memorizar, precisamente el verbo que peor funciona en el f¨²tbol.
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