El Granada resucita ante un Alav¨¦s moribundo
Los cambios de Pellegrino alteran la fisonom¨ªa del equipo vitoriano
Era otro Granada y era otro Alav¨¦s. Otro Granada con diez de los 11 jugadores que cometieron todos los errores posibles y mostraron una actitud liviana en San Mam¨¦s y otro Alav¨¦s sin muchas piezas de su habitual caja de herramientas. Es decir, jug¨® un poquito m¨¢s el Granada, pero gast¨® muchas m¨¢s energ¨ªas de las que ven¨ªa utilizando y eso le vali¨® para acoquinar a un Alav¨¦s que sin sus medios centros habituales (Llorente y Manu Garc¨ªa) se enred¨® en una rutina aburrid¨ªsima que ten¨ªa como ¨²nico objetivo silenciar el partido y encontrar una aguja en un pajar. Y la aguja la encontr¨® Wakaso en el pajar de un saque de banda que toc¨® Adri¨¢n Ramos y Wakaso lo golpe¨® junto al poste. Ah¨ª comenz¨® la necesaria victoria del Granada, vivida como una tragedia con final feliz.
Cuando el f¨²tbol escasea, por la raz¨®n que sea, la actitud prevalece. Y la actitud del Granada convirti¨® al Alav¨¦s en una sombra tan oscura que a veces desaparec¨ªa. Sin direcci¨®n en el juego, el Alav?es apenas pudo gozar de un par de incursiones de Theo y Katai, ambas mal resueltas por fakta de tacto (Theo) y por retraso en la sideas (Katai). Todo lo dem¨¢s lo hac¨ªa el Granada, sobre todo ganar todo las disputas, los choques, ganaba incuso los balones perdidos. Bien que no siempre sab¨ªa en qu¨¦ invertir porque ni Wakaso ni Uche son dos ingenieros del juego, pero Carcela y Pereira, con el apoyo tard¨ªo de Cuenca, se bastaban para ingeniar el ataque y encontrar a Ramos de vez en cuando.
Y siempre queda el disparo lejano, cuando la combinaci¨°n se rompe. Wakaso lo consigui¨® al primer intento. En la segunda mitad, Isaac Cuenca que se hab¨ªa quitado las telara?as de la defensa hizo lo propio con un derechazo que Pacheco lleg¨® a acariciar pero solo hasta el poste sin evitar que llegase a la red.
Con un Alav¨¦s a medio gas, el Granada sinti¨® el aire en el rostro. Pero en seguida lleg¨® el vendaval. Y ese molesta a los ojos y seca la garganta. El Granada se atragant¨® con el gol de Camarasa tras un gran centro de Romero y el asedio posterior del Alav¨¦s. Todo el aliento que perdi¨® el Granada (que solo apareci¨® en un disparo de Ramos al larguero) lo recuper¨® el Alav¨¦s, con el equipo rojiblanco agotado y nervioso, guardando el bolsillo temeroso de perder sus ultimas esperanzas.
Pudo empatar el Alav¨¦s con un gol anulado a Camarasa que remat¨® en posici¨®n legal y en un disparo al poste de Ibai G¨®mez. Luego lleg¨® el ataque de nervios: las p¨¦rdidas de tiempo escenificadas de forma infantil, el recital de tarjetas y expulsiones que parecen ya un habito en el musical de los ¨¢rbitros. Pero al final gan¨® quien puso m¨¢s, porque Pellegrino puso menos. Dif¨ªcil saber cu¨¢ntos partidos se ganan y se pierden por la alteraci¨®n de las alineaciones. Solo Romero dej¨® buenas noticias entre los suplente.
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