Una victoria c¨®moda del Atl¨¦tico ante el Valencia
Griezmann abre el marcador en el minuto nueve, el de Torres, que asisti¨® emocionado en el palco al homenaje que le tribut¨® la hinchada
El f¨²tbol tiene po¨¦tica. Esta vez aflor¨® acompasada con la angustia, la conmoci¨®n y la emoci¨®n que gener¨® el episodio de Fernando Torres en Riazor. Los astros, los hados o lo que la libertad de creencia le inspire a cada uno, se confabularon para que el Atl¨¦tico empezara a licenciar el partido en el minuto nueve, en el de Torres. Griezmann deposit¨® en el rinc¨®n con suavidad un contragolpe pilotado por Koke. Hasta en el trazo del gol brot¨® esa po¨¦tica futbolera. Una contra, la se?a de identidad hist¨®rica del club, rematada con una carrera al espacio de Griezmann. La secuencia la pod¨ªa haber firmado Torres una de esas tardes cualquiera en las que conjuga la zancada plet¨®rica con el pie afilado. Tres veces fue vitoreado El Ni?o, que ya en su entrada al parking del estadio comprob¨® el respeto y el cari?o de la hinchada.
Comenz¨® el envite el Atl¨¦tico al filo de la navaja, con el canguelo de verse fuera de la zona Champions si no se embolsaba los tres puntos. Bajo ese tonelaje de presi¨®n, sali¨® decidido a liquidar al Valencia, que esta vez ense?¨® esa cara de equipo de escaparate; con esos colores chillones de la modernidad centelleando y contribuyendo a incrementar esa sensaci¨®n de conjunto de futbolistas de posturitas. Jugador por jugador la alineaci¨®n de Voro era bonita de ver. Un racimo de buenos peloteros, Gay¨¢, Parejo, el novato Soler al que Simeone le ha echado el ojo, Munir y Orellana, rematados con el bregador Zaza, quiz¨¢ el ¨²nico que no ligaba con esos aires de indolencia. No hubo se?ales de una actividad da?ina y constante por parte de ninguno. Tampoco ofrecieron un ritmo de juego competitivo. El Atl¨¦tico no est¨¢ bien, pero a¨²n le da para ventilar rivales que, al menos, no tratan de igualarle en intensidad. O que se empe?an en conceder contras f¨¢ciles como la del primer gol. Vivieron muy c¨®modos Oblak y la pareja de centrales que dispuso Simeone. Con God¨ªn sancionadom el entrenador argentino hizo justicia con Lucas Hern¨¢ndez, al que le concedi¨® la titularidad junto a Savic. De los cuatro centrales, se ha mostrado como el m¨¢s fiable en las ocasiones que su entrenador ha tenido que echar mano de ¨¦l. Zurdo, imponente en el cruce por arriba y por abajo, inmune al ruido derivado de su pelea familiar, el chico se est¨¢ haciendo acreedor a coger m¨¢s vuelo ante el bajo rendimiento de God¨ªn y la irregularidad de Gim¨¦nez.
Ese tanto madrugador de Griezmann enterr¨® cualquier oposici¨®n del Valencia. En ese intento por levantarse, Simeone parece haber encontrado un centro del campo m¨¢s definitivo. Inamovible Gabi por galones, sudor y equilibrio, incuestionables Koke y Sa¨²l si mantiene la consistencia t¨¢ctica ya sea en la derecha o en el medio como hizo, Carrasco, m¨¢s o menos acertado est¨¢ por encima de Correa en prestaciones.
En ese paisaje del partido, con el Valencia desenchufado se intu¨ªa una goleada abultada que no se dio porque al Atl¨¦tico le falt¨® colmillo y toque para optimizar unas contras y precisi¨®n en el remate para definir otras. Una de ellas, palmaria, en el inicio del segundo tiempo. Koke insisti¨® en la puerta abierta de par en par que eran la espalda de Garay y Mangala para dejar a Griezmann ante Alves con un pase de toque y periscopio. El meta brasile?o sali¨® ganador intuy¨¦ndole el remate cruzado por abajo. Tampoco maximiz¨® el Atl¨¦tico todas las ofrendas que le hizo el Valencia. Hubo momentos en los que los jugadores de Voro se convirtieron en los mejores asistentes de los delanteros de Griezmann y Gameiro. Este aprovech¨® una pelota disputada en un saque de banda y ganada por Filipe Luis para superar a Alves con un derechazo desde la frontal que peg¨® en Mangala. Griezmann termin¨® por cerrar la cuenta, en otro episodio que reflej¨® esa falta de voltaje competitivo del Valencia. Otra pelota disputada, esta vez punteada por la bota de Thomas, dej¨® a Griezmann en franquicia para rematar a un rival en el que l¨® ¨²nico que destac¨® fueron esos colores chillones.
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